sábado, 31 de agosto de 2013

Los Inuit y Los Mayas



El apelativo “esquimal” apareció por vez primera en un documento escrito en 1584 por el reverendo Richard Hakluyt y, contrariamente al mito popular, en idioma algoconiano, “esquimales”no significa “comedores de carne cruda” sino “hablantes de idioma extranjero”. En 1977 y en la ciudad de Utkiarviq –al Norte de Alaska- se reunieron representantes de los pueblos esquimales y anunciaron al mundo que a partir de ese momento, dejaban de llamarse esquimales para nombrarse “inuits” que significa “los seres humanos” y, en singular, “inuk” –una persona-.

Incluyendo a los “unangan” -habitantes de las islas Aleutoniasdel Pacifico- y a otras comunidades árticas como las “yupiit, yupiget y alutiiq” actualmente existen 170 000 individuos de origen inuit ubicados en Alaska, el Ártico Canadiense, Nunavut y Groenlandia. Regularmente pensamos que los humanos boreales viven en gélidas condiciones que consideramos extremas pero para ellos, desde hace miles de años, son normales. 

La Propuesta

Me he concentrado en la búsqueda de los orígenes chamánicos de la Religión de los Mayas Históricos en las mitologías de las Culturas Boreales. He encontrado una serie de mitos y percepciones existenciales inuits y mayas que poseen un pasado chamánico común. Durante los próximos domingos y en ésta columna cultural, publicaré algunos pasajes y apuntes de la conferencia “Los inuit y los mayas, una cosmogonía” que en octubre próximo tendré el honor de dictar en el programa de Conferencias Magistrales “Les BellesSoirées” de la Universidad de Montreal.

Las sociedades evolucionan y se transfiguran por influencias culturales, invasiones y conquistas.Hoy no es ayer pero es la suma de todos los ayeres que ya no son aunque están presentes. Recuperando el legado paleolítico de una existencia unificada a la dinámica violenta del Cosmos yhurgando entre los escombros de los pilares mitológicos boreales, he descubierto los fundamentes de la Religión Maya.

La mayoría de los pasajes mitogónicos de los mayas y de los inuits, han desaparecido o se fusionaron con versiones del cristianismo; sin embargo, en medio del derrumbe, he ubicado tradiciones vivas así como mitos y costumbres de los mayas y de los mestizoscanadienses y mexicanos que están relacionadascon aquel pasado de cazadores, a saber: los mitos del “Robachicos” entre los mestizos de México, “El Señor de las 7 de la tarde” entre los mestizos de Quebec y OkolPal entre los mayas peninsulares contemporáneos, la Serpiente de Luz que desciende del cielo, el canto de la Xtabay, el Culto Mariano, el Sisimite, el Norte como lugar de residencia de los espíritus, el árbol-eje sagrado alineado con la Estrella Polar, dos hermanos que se convierten en el Sol y en la Luna y el concepto de dualidad complementaria entre un largo elenco de semejanzas en los mitos, rituales y creencias de pueblos alejados por el espacio y por el tiempo pero que reproducen los mismos esquemas mitológicos porque partieron de un lejanísimo tronco común de origen siberiano.

Retomando la tesis de Xavier Blaisel que “ubica a la muerte asociada al orden, estableciendo que el orden está marcado por la discontinuidad y que la continuidad no es un avance sino una regresión”, concluyo que así como ocurre en el orden natural, de igual manera acontece en el orden social porque el segundo es una abstracción del primero.

Las sociedades inuits y mayas del pasado, no existen más, sus descendientes conservan tradiciones, mitos, usos y costumbres milenarios matizados por el cristianismo en sus múltiples variantes. Recuperar, descremar y decantar la esencia de los rituales chamánicos de nuestros ancestros, no es únicamente un ejercicio intelectual que felizmente concluye en una nueva percepción de la espiritualidad de nuestro pasado histórico, su trascendencia radica en recuperar a la universalidad que durante miles de años nos fue propia y que sigue ahí, entre el cerca y el junto.


Humanos y No-Humanos

Para los inuit todo está relacionado con el espacio y el tiempo, existen tres mundos: el humano, el de los espíritus y el de los difuntos. Los tres interactúan sin barreras pero son percibidos en su totalidad únicamente por los chamanes quienes durante milenios fueron los mediadores y defensores de la comunidad delante a lo inasible.

Es a través de la Palabra que formamos y dibujamos al mundo y al mundo dentro del mundo, la Palabra en el universo inuit -como en el maya- además de procurar la comprensión humana, es un vehiculo para comunicarse con las entidades divinas –seres inorgánicos- y los ancestros.

Cuenta la Literatura Oral Inuit que los seres humanos nos componemos de 4 elementos esenciales: timi (cuerpo), anirniq (el soplo divino) atiq (el nombre) y tarniq (la parte sombreada o alma), que es representada por una pequeña bola de aire similar a la que los mayas acostumbraban dibujar al frente de los rostros de algunas de sus entidades divinas y dignatarios. El cuerpo auxiliado del soplo de vida ocupa un punto en el espacio perceptible y finito en tanto que el nombre es perenne porque se hereda de un familiar difunto a uno recién nacido. Con el nombre, el infante hace propio el conocimiento adquirido por los ancestros (en las dinastías mayas, los nombres de los ahauob’ -reyes- también se reciclaban a través de las generaciones y con ellos, adquirían el prestigio conquistador del ancestro), los inuits comentan que venimos a la tierra a recordar.

Los inuit consideran queen el mundo existen diversas sociedades no-humanas y sus integrantes, al igual que los seres humanos, cuentan con la facultad de hablar y nombrar “al otro”. En el idioma de los espíritus, los seres humanos se llaman Tau, significa “sombra” y hace referencia a la parte invisible del ser. Los difuntos nos dicen Pullaaliken difiriendo a la bola de aire que representa al alma y, los osos polares, nos nombran Kanaaqiarjuk haciendo referencia a nuestras flacas piernas. Existen igualmente diferentes pueblos no-humanos como los “los ljirait” (los invisibles) que aparecen en forma de Caribú; “los taqriassuit” (los sin-sombra) quienes no dejan huellas y provocan el desvarío de los inuits; los itiqanngittut (los sin-ano) quienes desprovistos de órganos genitales, tienden a friccionar sus cuerpos para reproducirse.

El elenco de no-humanos queconvivió con los inuits durante milenios hasta hace un siglo, se distinguen por ser cazadores, cazan humanos, algunos de ellos, como los Kukilingiattiaraaluit, acostumbraban retirar las pieles humanas (tal y como descarnaban los mexicaha sus sacrificados en el ritual a XipeTotec).

Caminando por la tundra o por la nieve, en el mundo inuit era común encontrarse con éstos seres no-humanos y, para evitar algún maleficio al individuo que los veía o a su comunidad, al llegar con los suyos,el testigo reunía a sus congéneres y comentaba detalladamente su encuentro con los no-humanos. Exorcizaba con la Palabra al bizarro contacto energético para evitar la llegada a la comunidad de enfermedades y desgracias. Verbalizar en grupo resulta trascendente ya que el discurso se torna la impronta del instante que deja un testimonio en la memoria colectiva y en ella se hace presente la conciencia adquirida.

Espejos

Al igual que en la cosmogonía inuit, tanto en el Arte Sacro Maya como en el nagualismo (versión del chamanismo en las Civilizaciones Precolombinas), los seres humanos interactúan con entidades divinas, con seres inorgánicos, exploradores, wayob’ o naguales, con seres humanos que se transfiguran en animales o viceversa, así como con un elenco de conciencias inorgánicas que hasta hace 100 años y en el gélido Norte, eran parte integral de la vida humana. A través de la Palabra, los inuit y los mayas históricos se comunicaban y mantenían contactos energéticos con aquellos seres no-humanos, espíritus, aliados, exploradores y conciencias inorgánicas que transitan en un universo paralelo situado en el Más Acá.

El Próximo domingo, platicaremos del origen de los seres humanos y del Cosmos según lo comprendían los inuit.

martes, 27 de agosto de 2013

Pensamientos Encontrados




Lo que transfigura y condiciona la realidad humana, es imaginario. Deseos, angustias, recelo, amor, envidia, ambición o la búsqueda de la felicidad, dominan a nuestros pensamientos, avasallan a nuestros racionamientos y anulan a nuestras intuiciones.

La superación personal intenta transfigurar la realidad a partir de un erróneo esquema interpretativo de confrontación –cuando se precisa de la aceptación-- y es por ello que un curso o un libro de Superación Personal, nunca serán suficientes para comprender –y quizá cambiar- nuestro comportamiento simulador y contradictorio.

Superar implica dejar atrás, rebasar, olvidar, enterrar, perdonar, comprender y re-configurarse; sin embargo, el meollo del asunto  no se ubica en nuestros actos sino en los pensamientos que provocan emociones que culminan en actos irreflexivos.
Los pensamientos rigen las conductas y el estrés es el resultado del mal uso de la imaginación. Nuestra condición nos permite adquirir conciencia de nosotros mismos y de nuestros pensamientos, los cuales, no surgen de la nada sino son el resultado de nuestra relación y acuerdos con el mundo, con sus habitantes y con el mundo que hemos creado dentro del mundo.

Si observamos el talante de los niños, confirmamos que la condición natural del ser humano es la felicidad, pero fuimos formados para un mundo imaginario que no corresponde al real. La justicia y los valores éticos y morales jamás responderán a la intención original que les dio forma, la socialización es un espejismo sin retrovisor y el desconcierto inicia cuando con la tolerancia colectiva, el principio pasa al final.

Indagando en el origen de nuestros pensamientos encontraremos los hilos que nos mueven como marionetas, la mayoría de ellos son implantes de sometimiento. Desde niños recibimos indicaciones y restricciones que paulatinamente van minando nuestros deseos primarios con la finalidad de someter nuestra interpretación del mundo a un orden que como digo, existe únicamente en los enunciados. Desde temprana edad, la contradicción entre lo que se especifica como correcto y los actos humanos, nos conduce a ser cómplices de la simulación.

Para reconocer nuestro desatino, el primer paso consiste en encontrar a los pensamientos deambulando sin control por nuestra mente, ya que los pensamientos forman a un pensador y habrá entonces que cuestionarse si ese pensador que habita nuestra mente es realmente nuestro yo, o la imagen distorsionada de nosotros mismos que circula en grado extremo de ebriedad emocional por la única vida que tenemos.

Cuando encontramos a nuestros pensamientos, descubrimos que algunos de ellos están enredados y obsesivamente luchan por acaparar nuestra atención, son recurrentes, se estacionan por años en nuestra voluntad y, como chapulines trapecistas de un circo de tres pistas, reclaman toda nuestra atención.

Si pienso y luego eximo a mi pasado de toda información simulada, los pensamientos se desenredan y dejan de ser obsesivos. Con este ejercicio de control y por lo tanto, de Poder, la vacuidad se torna en una amable consejera. El distanciamiento con el mundo dentro del mundo permite una comprensión cercana a la “compasión budista” ya que regresamos a nuestro centro emocional, inmediatamente después, la relatividad de las creencias sociales y los acuerdos con la simulación, se desvanecen delante a una mirada firme y sin parpadeos.

Imposible cambiar nuestros actos, emociones y pensamientos del pasado, somos lo que somos, por su resonancia. Sin embargo, si en lugar de ocuparnos en nuestros actos, indagamos en el origen de nuestros pensamientos, jalamos la rienda que los sujeta a nuestra voluntad, los ponemos quietos, los amarramos y los colocamos de espaldas en un rincón carente de emociones, entonces, los que precisan ser repetidos para existir, perecerán sin remedio y podemos elegir entre los sobrevivientes a aquellos que se puedan detener por un instante antes de transfigurarse en emociones que generan nuestros irreflexivos actos.

El maestro sin alumno dice: Pienso, luego eximo, siento lo que controlo y actúo si hay un buen escenario, sino, me quedo observando a mis pensamientos.

lunes, 26 de agosto de 2013

Celestes Engranajes Terrestres



Nuestros mayores observaron durante miles de años el movimiento de los astros y ritualizaron las transfiguraciones de la Luna, encontraron un evento sagrado que los periodos de la menstruación femenina se sincronizaran con el ciclo de nuestro satélite y los cazadores invocaban su protección nocturna; en aquellos lejanos soles, los seres humanos vivían en unidad con el cosmos.

Al observar al cielo, descubrieron que en la bóveda celeste transitan en un primer plano el Sol y la Luna, detrás de ellos Júpiter, Saturno, Marte, Mercurio y Venus quienes también se desplazan con movimientos propios y, en el fondo, circulan 13 Constelaciones. Tanto los astros como las Constelaciones, desde nuestra perspectiva terrestre, se mueven como un engranaje de tres discos. Nuestros antiguos observaban que los ciclos de los astros y los de las estrellas coincidían con los ciclos y las actividades humanas, así como con los de los animales y las plantas que consumían.

En el gélido Norte, el engranaje celeste da vueltas en el horizonte, seis meses al año se hace presente el Sol y es más pequeño que la Luna. Las Culturas Boreales que se desarrollaron alrededor del Casquete Polar compartieron una cosmogonía y un orden social sustentado en el entendimiento de las leyes del movimiento de aquel engranaje celeste y del engranaje terrestre que ellos constituían con entidades, espíritus y conciencias inorgánicas a través de sus actos y de sus creencias.

Aquellos seres humanos consideraban que los animales y las plantas poseían alma, pedían disculpa cuando cazaban y solicitaban permiso para alimentarse de los animales que pescaban o cazaban. Estaban ligados a los espíritus y a las conciencias inorgánicas, su mundo estaba condicionado por tabúes que cuando se rompían, faltaba el alimento o sucedían repetidas desgracias, entonces el chamán entraba en escena. Acomodaba a la comunidad en un círculo y preguntaba quien había roto el tabú de comer carne y pescado al mismo tiempo, quién había cazado en veda o quienes habían dormido junto a sus mujeres durante el periodo de la menstruación; en el momento que el culpable reconocía su falta, el chamán accedía a la otredad a través de un viaje estático para comulgar con las entidades divinas y negociar el perdón hacia su comunidad.

Nuestros ancestros observaron el engranaje celeste y constituyeron uno terrestre, ambos estuvieron ligados y fueron complementarios durante fríos milenios. Más tarde, nuestros ancestros descendieron hacia zonas tropicales, desarrollaron la agricultura, surgió la plusvalía y con ella la esclavitud, la mujer pasó de ser un sujeto a un objeto. De los cientos de filamentos que poseían los abuelos boreales que los conectaba con el cielo y los animales, los ancestros agricultores transfiguraron unos cuantos y eliminaron al resto, su dieta se basó en un grano, las entidades divinas subsistieron hasta que se concentraron en un Dios y los seres humanos dieron el salto hacia el urbanismo.

Cuatro mil años después, constituimos una sociedad de servicios, de consumo e individualista, ocasionalmente vemos al cielo cuando pasa un avión, vamos a la playa o se avecina un aguacero, nuestra alimentación industrial es genéticamente transfigurada en beneficio de la plusvalía y de los intereses de las compañías farmacéuticas, producimos creyendo que construimos riqueza pero generamos continentes de basura en los océanos y escasez, la realidad indica que se va a poner peor, es prudente aceptarlo.

Conocer los usos y costumbres del pasado nos otorga la posibilidad de ubicar los desvaríos del presente. Romántico y al mismo tiempo etéreo sería revivir los rituales de nuestros mayores ya que carecemos de su formación y de sus acuerdos con su mundo, nosotros estamos en nuestro mundo, el cual, no tiene reversa ni remedio para sus males.

Pudiéramos crear un mundo del mundo que hemos creado en el mundo, luego reconocer que científicamente el 73% de lo que constituye el universo no se sabe qué es pero se mide y se nombra energía oscura, el 23%  es materia oscura y el insignificante 4% que resta, son átomos, es decir, las estrellas, los planetas, tu y yo, somos minoría en el cosmos, por lo tanto: “no todo lo que vemos es todo lo que existe o interactúa con nosotros”. Nuestros ancestros boreales interactuaban con entidades y espíritus, algunas religiones los reconocen, sería absurdo que lo único que existe y es real, sea el 4% de un todo.

Crear un mundo dentro del mundo que hemos creado en el mundo, puede conducirnos a comprender con desapego el desvarío de la Condición Humana, a reconocer las certezas del movimiento y a mirar con mayor frecuencia al cielo nocturno y a los ojos de nuestros congéneres para descubrir y hacer propios los secretos de los celestes engranajes terrestres.

Coc.