martes, 19 de mayo de 2015

Dintel 26 de Yaxchilán




Itzamanaaj B’alam II fue uno de los poderosos ahauob’ (reyes mayas) del llamado periodo Clásico, llegó al Poder en octubre de 681, gobernó durante 60 años y  aprovechó que Tikal tomó revancha del sometimiento que sufrió por parte de Calakmul del 562 al 695. Paulatinamente, Yaxchilán empezó a controlar y gestionar el flujo de mercancías que circulaban por el Petén hacia el Golfo de México.

Itzamanaaj B’alam estuvo casado con tres mujeres pero su preferida fue Ix K’abal Xooc, quien aparece junto a él en el Dintel 26. Observamos que Ix K’abal Xooc ofrece a Itzamanaaj B’alam II un cráneo emplumado de jaguar en un ritual que aún no logramos descifrar pero está fechado hacia el año 724.



El Dintel 26 forma parte de un conjunto de 3 dinteles que se ubicaban en el ingreso al templo 23, precisamente este templo-habitación fue dedicado a Ix K’abal Xooc y en los tres dinteles aparece la pareja real realizando rituales relacionados al Poder, a la evocación de sus ancestros y a la invocación de la Serpiente de Visón que emerge de un plato ritual en el que previamente se quemó una cuerda que fue pasada por un orificio perforado en la lengua de Ix K’abal Xooc para ser bañada en su sangre y quemada junto a papel amate. Del humo ascendente surgía una Serpiente de Visión y de sus fauces aparecía un ancestro fundador llamado 1 Pene quien asistía a Itzamanaaj B’alam II en sus campañas militares… en la Guerra Maya, además de los humanos, combatían también las conciencias inorgánicas.

Los mayas históricos nos legaron mensajes de su cosmovisión y lucha del Poder que podemos leer en estelas, dinteles, vasos ceremoniales y objetos de Poder. Vivimos una época de grandes desciframientos de los glifos mayas que nos narran lo que realmente dijeron los mayas y además de sus magníficos logros estéticos y culturales, los descubrimos con virtudes, obsesiones, traiciones, se ligan con el tiempo divino y reivindican ser hijos de entidades divinas… han dejado de ser un misterio para tornarse humanos.

El Dintel 26 se encontró partido en dos, la parte expuesta al medio ambiente se erosionó y la parte superior quedó en impecable condición al reposar en el suelo; aún quedan rastros de pintura. Además de la escritura, los mayas nos legaron un metalenguaje en su expresión corporal que complementa el mensaje cifrado.

En el costado izquierdo del Dintel 26 observamos que Itzamanaaj B’alam sostiene en su mano derecha un pedernal, el cual se ubica en su región genital lo que implica la relación entre el cuchillo y el pene. Subiendo por su brazo derecho llegamos a su rostro: su mirada está fija sobre su esposa, su brazo izquierdo se contorsiona y dirige la palma de su mano hacia una liga energética que emerge del cráneo del jaguar, señalando su relación con la ofrenda que le otorga Ix K’abal Xooc. A partir de esa comunión, de la palma de la mano de Itzamnaaj B’alam II surge el conjunto de glifos inscritos en un “T” que a su vez es el glifo “IK” que se traduce como aliento, viento, hálito divino…



La narración del metalenguaje corporal nos muestra al Poder viril representado por un cuchillo que corta, divide, mata y transgrede a las formas. Ese sustento viril de una sociedad machista tiene el aval femenino que ofrece, en manos de Ix K’abal Xooc y la cabeza de un jaguar emplumado nos remite a una reminiscencia en  la tradición contemporánea maya de danzar y festejar en torno a la cabeza de un puerco o la festividad del “Cotz cal dzó” en la que en Dzitas, Yucatán, sus habitantes danzan toda la noche abrazando a pavos que más tarde son decapitados para preparar un festín popular…


sábado, 9 de mayo de 2015

El Bordado del Tzompantli Cósmico - León Alva



Recientemente, el artista plástico cancunense, León Alva, fue invitado al Festival de Arte Público “Constructo” en la Ciudad de México e hizo propio uno de los muros más complicados ya que si bien no tuvo que subir a los andamios como otros muralistas, igualmente se enfrentó con el vacío superior de la barda que condiciona la composición.

León se ubicó delante a la barda negra y hurgando en una de las largas noches de los tiempos, sustrajo al espectro invertido del tzompantli mexica (azteca) para transgredir ese dolor de vida y muerte que nos narran los cráneos del tzompantli y transfigurarlo en las sonrisas, en las lúdicas miradas y en la redonda sencillez de algunos de sus personajes surgidos de la otredad… 

…irrumpen dibujados con centellantes luces y con bordados multicolores provenientes del inconsciente colectivo de los mexicanos…



El Tzompantli Cósmico de León Alva fue plasmado en cuatro paneles como cuatro son los rumbos del universo de nuestros mayores autóctonos y sabemos también que en aquellos lejanos soles, se consideraba que el cielo era sostenido por cinco árboles como cinco columnas dividen los cuatro paneles o rumbos del universo autóctono. Pero todo precisa de un centro, de un origen creador, de  un vínculo que nos sustrae de quién sabe dónde para arribar al milagro de la vida.

Si estando parados extendemos los brazos y los pies, reconoceremos a nuestro ombligo en el centro de los cuatro rumbos o extremidades. México, deriva de los vocablos del náhuatl: meztli- xictli- co que traducimos como “En el Ombligo de la Luna” quizá porque desde alguna de las montañas o volcanes que circundaban la ciudad de Tenochtitlán, se observaba que la configuración del lago del Anáhuac era semejante a la forma de conejo que proyectan las sombras de los cráteres en una Luna llena.

El Tzompantli Cósmico de León tiene un ombligo rojo en la columna del centro de la composición,  rojo como el ch´ulel maya, aquella substancia vital que vinculaba a los seres humanos con las entidades sobrenaturales.

…tenuemente y muy en el fondo, recordamos la posibilidad de que los seres pueden ser duales o que muestren sin rubor su otra cara, su otra esencia, tal y como sucede con los personajes de León que de pronto por estar en un Tzompantli, pudieran recordar una terrorífica muerte pero en realidad están festejando, sonriendo, divirtiéndose, siendo ellos en su lúdica simplicidad…



Los personajes que observamos no tienen pena, ni deudas, ni culpas, nos ven de frente o de soslayo, curioseando, riendo de nuestro desatino, de que nos vemos en ellos y disfrutan de que nos inquieta su sencillez; descubrimos que son duales, ilógicos y divertidos, son 52 como los 52 años de un siglo mexicah y también el periodo de tiempo que precisan los calendarios mayas Tzolk’in y Haab para juntos completar una rueda calendárica.

Cincuenta y dos como la edad requerida para que los ciudadanos de Tenochtitlán pudieran en cualquier momento beber octli (pulque) sin ser lapidados; entonces se les consideraba ancianos. El 52 es un número mágico para nuestros mayores y los 52 personajes de León habitan en los cuatro rumbos con un ombligo rojo al centro; son muy mexicanos, por eso emergen de las sombras, están conectados con la otra edad, nos recuerdan que el dolor es la antesala del humor, que detrás de la insondable oscuridad nos aguarda la luz, de allá provienen, pero son mexicanos, por ello están bordados con colores que amarran a sus luces y es así como los personajes adquieren acento, se vuelven terrenales, son tangibles en el deseo y sutiles en la oscuridad para que los niños vean más de lo que los adultos logramos mirar.


En los últimos meses, organizaciones como Descubriendo Raíces A. C., Soñando Por Holbox, 5 Wolves No Pigs y WAD, han organizado Festivales de Arte Público en Cancún, Isla Mujeres e Isla Holbox otorgando un valor agregado a la oferta turística del Caribe de México incluyendo a las expresiones artísticas como un elemento catalizador de nuestra identidad. La llamada Sociedad Civil se ha organizado para realizar estupendos Festivales de Arte Público en Quintana Roo, oportuno y visionario sería que la Industria Turística dirija su atención al Arte Público e invite a destacados artistas cancunenses a plasmar en los muros hoteleros los creativos murales que refieran pasajes de nuestra riqueza cultural.

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