La Ciudad del Alba
Desde los primeros siglos de nuestra era, la ciudad de Tulum fue habitada por diversos grupos mayas y, hacia el 1 200 d.C. arribaron a la Tierra del Mayab los descendientes de los Hombres de Conocimiento de la gran Tollan (Teotihuacan); en las crónicas se les nombra como los Xiu, los Itzá y los Cocom; es por ello que las construcciones de Tulum son muy parecidas a los edificios y a los templos de Mayapán o Chichén Itzá.
Actualmente la llamamos Tulum, quizá porque en algunas lenguas mayenses la palabra Otolum, se interpreta como muro o fortaleza, pero en tiempos antiguos, nuestros mayores la llamaron Zamá (Alba) y durante al menos cuatrocientos años, fue un importante puerto comercial y, al mismo tiempo, un santuario para ofrecer tributo a la diosa Ixchel que a la sazón estaba relacionada con la fertilidad, el tejido, el curso de las aguas y la Luna.
Tulum se publicita como la “única ciudad maya frente al mar” sin embargo, un pueblo marinero no puede contar “únicamente” con un puerto, las mercancías transitaban también por Muyil, Xel-Ha, Polé entre muchos otros sitios.
Desde el Golfo de México hasta Centro América, los mayas navegaron en enormes canoas impulsadas a remo y comercializaron Jade, Obsidiana, plumajes de aves preciosas, tintes de origen mineral o vegetal, mantas de algodón. Las semillas de cacao fueron su moneda, lo cual resultaba sensacional ya que su dinero se podía comer.
Cuando se comercializan las mercancías, también acontecen intercambios culturales que trascienden las fronteras de los idiomas y de las geografías. Durante más de un milenio, los mayas caribeños mantuvieron un intenso intercambio de creencias, costumbres y modas con los teotihuacanos, mixtecos, huastecos y totonacos entre otros pueblos. Los mixtecos habitaron los territorios que actualmente ocupan los estados de Oaxaca y Puebla y su influencia cultural con los mayas se presenta de manera evidente en los murales encontrados en Santa Rita Corozal, Belice y en el interior del Templo de los Frescos, en Tulum.
La proporción antropométrica seleccionada para dibujar a los individuos así como el patrón iconográfico de estos fantásticos frescos, muestran pasajes de la mitología y de la vida cotidiana de los mayas pero fueron realizados con las influencias artísticas de los códices mixtecas.
La Mixteca es una región montañosa donde constantemente hay terremotos y consecuentemente los mixtecas desarrollaron un sistema de construcción antisísmica --la zona arqueológica de Mitla es un claro ejemplo—; sus muros poseen en la base un talud y la parte superior del muro se arquea hacia el exterior de modo que cuando las ondas telúricas llegan a la construcción, el talud absorbe el primer impacto y las ondas se dirigen hacia arriba y “salen” de la construcción por las cornisas curveadas evitando que continúen hacia el centro del techo donde regularmente provocan el derrumbe de la habitación.
La estancia superior del Templo de los Frescos de Tulum, fue construida siguiendo esos parámetros mixtecas a pesar de que en la Península de Yucatán no hay terremotos ¿Cuál es la razón? Quizás un noble mixteca vivía entre los mayas o se trata del recinto de culto de algún dignatario maya con ascendencia mixteca; las opciones se multiplican conforme nos damos cuenta que la globalización inició siglos antes de que lo oficializara Margaret Tacher.
Por las mañanas, decenas de turistas se arremolinan delante al Templo de los Frescos, por lo regular, el calor se torna insoportable y los guías de turistas nos percatamos que es precisa y justamente en ese sitio donde nuestros visitantes automáticamente pierden interés sobre nuestros discursos y nos imploran con sus ojos desorbitados que tengamos la amabilidad de sintetizar y concluir el asunto histórico porque lo que realmente desean… es darse un chapuzón en la playa. Se trata de un momento crítico donde se mezclan los testimonios históricos globalizados con decenas de interpretaciones, lamentos, hastío, empujones y un penetrante olor a “sudor europeo” que al elevarse a la quinta potencia en estos meses de calor, la experiencia lleva tintes de tragedia; pero no todo está perdido, para quien así lo desea y se mantiene quieto por un instante, en un segundo plano auditivo, podrá escuchar el maravilloso canto de un cenzontle (Mimus polyglottos) que reposa en la cornisa del Templo de los Frescos y que, con la dignidad y la seguridad de quienes saben controlar su vuelo, el cenzontle se abstrae de los humanos y con su canto se comunica con las aves de los árboles de enfrente; esta pequeña ave de pecho blanco, ojos amarillos y alas grises, tiene la virtud de reproducir el canto de otras aves, los sonidos de animales y hasta los de algunas máquinas. Por lo regular, no repite el mismo canto (en Nahuátl, la lengua que hablaron los mexica (aztecas) “tzentzontl” quiere decir cuatrocientos y Tlahtolli palabra, por extensión: canto y cuando los mexica decían cuatrocientos querían decir “un montón”).
Las iguanas son las estrellas del Tulum, los machos se distinguen porque a lo largo de la espalda llevan una cresta y las hembras no. Viven en una especie de harem con un macho dominante y cada templo maya es un harem de iguanas; la gestación de los huevos dura dos meses y si vas a Tulum en estos soles, encontrarás pequeñas iguanas que están cambiando el color de su piel de un verde claro a otro más grisáceo y es que apenas nacen, deben protegerse de sus depredadores y de las iguanas mismas porque aunque resulte difícil de entender, las simpatiquísimas iguanas: son caníbales.
En una ocasión, en la cornisa de un muro de Tulum, observé cómo una iguana macho ahuyentaba a otro macho que desafiaba su poder, el macho dominante alzaba la cabeza y abruptamente la dejaba caer sin que tocara el suelo, la mantenía rígida un instante y nuevamente alzaba y bajaba su cabeza con gran energía y velocidad, el macho joven imitaba el movimiento pero a leguas se veía que era novato y tras dos amagues y una certera mordida, el macho dominante lo prendió de la cabeza y ese fue el fin del desafío, poco a poco el macho dominante fue deglutiendo a su oponente.
Algunas aves diseminan las semillas que no fueron completamente digeridas y son depositadas en la rama de un árbol con el “plus” de su excremento que funciona como abono, ya luego la semilla germina y, lentamente, aparentando ser lianas, sus raíces descienden hasta tocar el tronco y las raíces del árbol huésped, entonces inicia el proceso de estrangulamiento del árbol caníbal. La próxima vez que pases por una zona de selva y hasta por algunos parques de Cancún, puedes aún encontrar diferentes variedades de árboles caníbales; pero si ya de plano vas a Tulum, después de pasar la taquilla, en el primer ingreso de la muralla se localizan dos árboles caníbales de la familia de los Ficus, verás que fascinante experiencia, porque una vez que los identificas, descubrirás un montón a tu alrededor.
El canibalismo, a pesar de nuestras creencias, es una realidad en nuestro universo que se rige con las leyes del movimiento y, por ello, las estrellas, las galaxias, las bacterias, las ardillas, las plantas, las iguanas, los chimpancés, los osos y las gaviotas… son caníbales; nuestros ancestros en alguna ocasión también lo fueron y algunas sociedades aisladas en América del Sur y Nueva Zelanda, aún practican el canibalismo.
En la naturaleza como en el cosmos, no hay moral sino eventos que los seres humanos observamos e interpretamos. Los mayas históricos ritualizaron esos eventos. En todas las zonas arqueológicas mayas, a través de la disposición de las habitaciones, plataformas y pirámides, observamos la tendencia por reproducir el movimiento que se muestra presente en la naturaleza y al igual que los árboles que crecen unos sobre los otros, los mayas construyeron sus pirámides sobre otras pirámides y en ocasiones, con sus muros, se permitieron jugar con las leyes de la gravedad y desafiaron al tiempo, como en Tulum, donde algunos muros fueron construidos partiendo de una base angosta y conforme alzaban el muro, iban haciéndolo más ancho hasta llegar al nivel preciso donde colocaban unos pesadísimas vigas del árbol del chicle o chicozapote (Manikara zapota) que tenían la función de sostener el techo y para completar la osadía, los muros de carga se construyeron “en línea cóncava”, obligando a las columnas que cargan en paralelo a seguir esa “chuequez arquitectónica” complicando la carga del techo que para colmo era un ultrapesadísimo techo de mortero.
Las construcciones mayas pueden ser ubicadas en el ámbito de la “Arquitectura Orgánica”: estilo arquitectónico que privilegia la homogeneidad sobre la simetría. Las construcciones de Tulum muestran una elemental mampostería recubierta con estuco, sin embargo, resulta fantástico constatar que han resistido con dignidad el paso de varias decenas de mega-huracanes a pesar de estar completamente chuecas.
El Templo de Xux-Ek (Estrella-Avispa) fue consagrado al culto del planeta Venus que como cuenta con una órbita más cercana al Sol respecto a la nuestra, lo podemos ver tanto al alba como en el crepúsculo y ese desplazamiento del amanecer al atardecer, con sus periodos en los que desaparecía, para los mayas, significaba una expresión visual y por lo tanto tangible, de la dualidad.
El transito del Sol, de Venus y de la Luna por la bóveda celeste asciende por el Este y desciende por el Oeste, pero todos los días se recorre un poco de Norte al Sur y luego mete reversa y va del Sur al Norte, provocando las estaciones y, para una sociedad agrícola y marina como la que construyó Tulum, ese movimiento era un asunto de Estado y como reflejo de esa circunstancia celeste, climatológica y política, los mayas de Tulum decidieron erigir sus construcciones alineadas a ese vertiginoso transito celeste. Se tomó la decisión de que ningún monumento se quedara fuera de la fiesta y hasta el Templo de los Frescos --que se encuentra en la parte más baja de Tulum-- cuenta con dos elegantes agujeros en la pared que fueron orientados hacia el amanecer; cada uno de los templos de Tulum contó con un torcido pero precisísimo alineamiento con el circular de los planetas, el Sol y la Luna.
Mi amigo, el ex-custodio de Tulum, Don Milo, observó durante décadas los amaneceres de Tulum y se percató que los monumentos están alineados al nacimiento del sol, Don Milo es el "descubridor" de este fenómeno en Tulum, es importante que así quede registrado. Don Milo, gentilmente me compartió la fotografía que acompaña el artículo y que él mismo tomó cuando el astro rey pasó exactamente por detrás del agujero del Templo de Xux-Ek, Don Milo me mostró otras fotografías en las que se aprecia el mismo fenómeno de alineamiento del templo maya con la Luna y Venus. Son eventos que unen la voluntad humana con el paso de los astros y fundamentan la tesis de una arquitectura orgánica que sin necesidad de ángulos rectos, logró alinear los monumentos con los movimientos celestes, creando así las condiciones para que los dioses participaran en la trama humana y las fuerzas económicas fluyeran al ritmo de un progreso condicionado a la capacidad física de los seres humanos.
Los mayas de Tulum construyeron a mano sus monumentos; navegaron a remo hasta Centroamérica y a consecuencia de la poderosa fuerza de la corriente del Canal de Yucatán, nunca llegaron a las Islas del Caribe; caminaron cargando sobre sus espaldas a los comerciantes y a sus mercancías recorriendo kilométricos caminos blancos de mampostería que cruzaban la selva; cultivaron a mano y entre las piedras; carecieron del uso práctico de los metales; consideraron al oro como los excrementos del Sol; a pesar de que mantuvieron un milenario contacto con las culturas del Altiplano que utilizaban el hilo de plomo, los mayas prescindieron de su uso; vieron energía vital en el Jade y cuando alzaron la vista al cielo estrellado, diferenciaron a simple vista el paso de Júpiter, Saturno, Marte, Mercurio y Venus, los registros epigráficos revelan que los mayas ritualizaron y midieron con precisión el complicado transito celeste. Los templos que construyeron en Tulum, funcionaron como vasos comunicantes con las fuerzas divinas y continuarán desafiando al tiempo porque fueron erigidos respetando los esquemas y ciclos de la naturaleza.