En su reciente
participación durante la VIII Mesa Redonda de Palenque 2017, los doctores Pedro
Francisco Sánchez Nava e Ivan Šprajc, pusieron en duda que el fenómeno de luz y
sombra en el Templo de Kukulcán de Chichén Itzá, hubiese sido provocado
“conscientemente” por los mayas históricos. Al concluir su ponencia, la Dra.
María Teresa Uriarte Castañeda inauguró la sesión de preguntas y respuestas
comentando: “Después de esta destrucción de mitos –en los cuales me incluyo, en
la destrucción de mitos--…”. A raíz de este comentario, algunos medios de
comunicación publicaron como un hecho que los doctores Sánchez y[ Šprajc,
habían destruido “el mito de la serpiente de luz y sombra”, lo cual, es
inexacto.
El Dr. Ivan Šprajc informó
que después de fotografiar el Templo de Kukulcán durante dos semanas previas al
equinoccio, observaron que la serpiente de luz y sombra se forma en la escalera
norte antes y después de los equinoccios, lo cual, no es novedoso, los
custodios, vendedores mayas y guías de turistas, nos habíamos percatado de ello
desde hace más de una década. Šprajc continúo: “no tenemos ningún dato, ni
siquiera una analogía que nos sugiera que estos 7 triángulos (de luz)
observables en Chichén, fueran, realmente logrados a propósito… parecería que
casi los únicos momentos importantes para los mesoamericanos y para los mayas
eran los equinoccios y los solsticios… la conclusión es que no tenemos ninguna
evidencia de que el fenómeno de luz y sombra en Chichén fuera logrado a
propósito ni mucho menos para marcar los equinoccios… hasta donde yo sé, en la
epigrafía, en las inscripciones, no tenemos ninguna indicación de que fueran
importantes los equinoccios y aquí hay epigrafistas que me pueden corregir…”
Cuando los especialistas
generalizan, pierden objetividad. La ponencia de los doctores confundió al gran
público. Ambos son extraordinarios arqueólogos, han realizado fantásticos
descubrimientos, pero no por ello, todo lo que afirmen o postulen, debe ser
considerado como verdad absoluta.
El estudio, la deconstrucción
y la difusión de nuestra riqueza cultural, no son ejercicios intelectuales exclusivos
de los investigadores oficiales, por ello me permito responderles que al
contrario de lo que afirman, no se trata de un mito: es una hierofanía, también
una realidad arqueoastronómica “conscientemente desarrollada por nuestros
mayores” con implicaciones políticas y religiosas. Notas periodísticas mal
informaron que la serpiente de luz y sombra no desciende y vuelve a ascender
sobre la balaustrada Norte del Templo de Kukulcán, la fotografía que acompaña
esta nota, fue tomada al concluir el equinoccio de marzo y se comprueba el
fenómeno ascendente de la serpiente de luz y sombra después de haber descendido
ritualmente en dirección al Cenote Sagrado para “visitar” la morada subterránea
de la entidad de la lluvia Chak Xib Chaac y, de esta manera, “intencionalmente”
los mayas históricos unificaban los tres niveles de su realidad, Cielo, Tierra
e Inframundo.
Ivan Šprajc planteó que
no hay datos ni analogías, pero se contradijo al mostrar unas fotografías de
Mayapán en las que durante el solsticio de invierno y, sobre la alfarda del
monumento conocido como El Castillo, “aparece otra serpiente de luz y sombra”.
Si atendemos a la veracidad de lo transmitido por las fuentes históricas de
Diego de Landa, la Crónica Matichu y los dobleces de los Katunes en el Chilam
Balam, reconoceremos que en el Katun 8 ahau (1184-1205) Hunal Ceel Cahuich,
soberano de Mayapán, invadió la Ciudad de los Brujos del Agua y edificó la
tercera superposición de El Castillo de Chichén Itzá, en la que, como en su
ciudad de origen, decidió intencionalmente proyectar a la serpiente de luz y
sombra. Šprajc perdió objetividad al solicitar algún dato epigráfico sobre los
equinoccios ya que, como los especialistas conocen, durante el llamado periodo
Posclásico, en Chichén Itzá, no hubo escritura. Durante ese lapso de tiempo,
los mayas históricos tuvieron un gobierno corporativo llamado “multepal” en el
que se privilegió al grupo sobre el individuo, así que, evidentemente, si
buscamos un texto sobre los equinoccios en ese espacio ritual, no lo encontraremos.
Durante la “ahaucracia” (gobierno de ahauob o reyes) la escritura fue el
vínculo de los soberanos con sus entidades divinas a través de la exacta
medición del tiempo; existen importantes referencias epigráficas mayas sobre
los equinoccios como las dos fechas de series iniciales en el Juego de Pelota
cercano al Nohoch Mul, en la ciudad de Cobá, que corresponden al 20 de marzo de
505 y al 21 de septiembre de 574, ambas relacionadas a la inauguración y
reinauguración de ese espacio ceremonial.
El complejo E de Uaxactún
fue presentado por Šprajc y comentó que se había comprobado que
sus extremos estaban orientados hacia los solsticios pero que se dudaba que
también se midieran los equinoccios, por lógica elemental, si se miden los
extremos, igualmente se ubica al centro y la variable en los equinoccios es que
cambia de posición porque el tránsito solar de ida y vuelta sobre el horizonte
es de 365 días y 6 horas, 9 minutos y 9.76 segundos. Además, para medir el
centro, es preciso partir del principio de que el sol es un disco, mas no un
punto. Aceptó que los solsticios fueran medidos por los mesoamericanos, pero
dudó sobre los equinoccios, sin embargo, la Estela 18 y el costado norte del
Monumento J en Monte Albán, se alinean a los equinoccios al igual que los
aposentos de Moctezuma en Chapultepec hacia el Cerro Tlaloc, donde desde su
cima y en los equinoccios, surge el sol, por mencionar algunos ejemplos.
Ciertamente los
mesoamericanos y los mayas compartieron un “núcleo duro” de información
celeste, pero dependiendo de su localización geográfica y de sus intereses
dinásticos, algunos de sus monumentos se orientaron hacia los solsticios, los
equinoccios o fechas relacionadas con el interés particular de cada centro
religioso. Es improcedente comparar a raja tabla a los mayas históricos en un
arco de tiempo de dos mil quinientos años, uniformar los criterios de su
diversidad arquitectónica, olvidar la evolución de sus creencias y la
especificidad de cada una de sus necesidades político-religiosas.
A través de los
movimientos celestes, los mayas históricos percibieron el transcurrir del
tiempo, su registro configuró las bases de su sociedad agrícola y sus
calendarios circulares no son coincidentes en su forma y en el día de inicio de
nuestro calendario lineal. El pensamiento occidental se descubre insatisfecho
cuando quiere medir con precisión científica lo que nuestros mayores mensuraban
a simple vista. No porque la serpiente de luz y sombra de Chichén Itzá se forme
días antes y días después, significa que no conmemoraran los equinoccios, sino
que ese día era la culminación de un proceso de traslación solar sobre la
Eclíptica, con su consecuente desvanecimiento. Ningún proceso celeste aparece
de repente y luego se esfuma, precisa de un ciclo, ese es el detalle que no han
tenido en cuenta los expositores.
Los especialistas
oficiales publican muy poco para el gran público y suelen descalificar desde el
rigor de la academia a quienes lo hacemos por la libre. Nadie es poseedor de una
percepción histórica absoluta y los doctores han iniciado un debate, valgan
estas palabras para alentarlo en el marco del respeto a la pluralidad con el
noble objetivo de compartir con el gran público, la riqueza histórica que nos
pertenece a todos por igual.
Claudio Obregón Clairin.