domingo, 31 de mayo de 2009

De Soñar/ Ensayo






Soñar es vivir al revés… una insolente atmósfera que desafía a la razón, un dejarse ir hacia la ingravidez y la intemporalidad o la seductora sensación de recrear y transfigurar lo inimaginable. En los sueños, la verdad y la insolencia se presentan sin adjetivos; luego deambulan disfrazadas de nuestros deseos profundos. Soñar nos permite  reconocer las alas de la libertad y de manera natural decidimos que nuestra conciencia viaje a través de los universos oníricos… es un acto de poder que transforma el sueño en una ensoñación. 


LAS MANOS


Soñar es una actividad exclusiva de los seres vivos de sangre caliente que evolucionaron a partir de las aves. La calidad y tiempo de sueño varía de una especie a otra, dependiendo del tamaño del individuo y de la seguridad que le ofrece su condición. Al caer la noche, los pollitos sueñan durante 25 minutos, el chimpancé se acerca a los 60  y los grandes  felinos alcanzan los 200 minutos. De entre todos los mamíferos, sólo el delfín no sueña, ya que debe emerger constantemente a la superficie para respirar.     


En los seres humanos adultos el sueño se compone de 4 fases: la primera es la duermevela, la segunda un sueño lento y ligero, la tercera un sueño lento y profundo y, la cuarta “la ensoñación”,  llamada también sueño paradójico o REM (Rapid Eyes Movement). 


El asunto comienza cuando un grupo de unos cuantos millones de neuronas ubicadas en la zona del cerebro llamada locus caeruleus deciden frenar todo movimiento muscular; entonces sucede algo fuera de toda lógica: las neuronas, que en estado consciente muestran un ritmo de actividad de 20 ciclos por segundo, de pronto, durante el sueño paradójico, se aceleran hasta alcanzar los 100 ciclos por segundo. ¡En el ensueño estamos más vivos que nunca! La euforia de la experiencia onírica es tan excitante que pareciera que nuestros ojos se desorbitan, luego se producen unas horribles pausas respiratorias y sufrimos constantes arritmias cardiacas acompañadas por una impresionante elevación de nuestra presión arterial. El hecho es claro, tangible y comprobable pero los motivos de tanto desgaste energético y su consecuente riesgo para la salud son todo un misterio… por lo pronto, cada noche tenemos de 4 a 5 sueños paradójicos con una duración de unos 20 minutos cada uno –dependiendo, claro está,  de cuán glotones hayamos sido al cenar, de la calidad así como la  cantidad de los “aditivos” que consumimos y también del stress--. 


Escribir nuestros sueños al amanecer, según nos los informan nuestro cuerpo y nuestros recuerdos, nos permite registrar lo que sucede del otro lado de la vida, donde la fiesta es mucho más interesante que en el lado consciente.


Los científicos Michel Mühlethaler de Ginebra (Suiza) y Parice Fort de Lyon (Francia), deseaban conocer el origen, desarrollo y consecuencias del sueño en sus diferentes versiones, por ello experimentaron con ratones y murciélagos utilizando un sistema de microscopia al infrarrojo que les permitió observar la actividad de las neuronas que se localizan en el núcleo

preóptico ventrolateral. Así descubrieron que en aquella zona la mayoría de las neuronas (68%) son de forma triangular, están conectadas con el reloj biológico (“ritmo circadiano” que controla las secreciones hormonales, las horas de sueño y de consciencia) y que, con sus sinapsis, participan en la creación de los sueños… Por lo pronto, ya encontraron a las neuronas que fabrican los sueños; ahora están buscando al neurotransmisor que indica a las neuronas el momento de entrar en acción.

 

Durante la segunda fase de nuestro sueño (el lento y ligero), la actividad cerebral se desacelera; entonces nuestro cerebro aprovecha para abastecer sus reservas energéticas de glucógeno, sustancia indispensable para el buen funcionamiento de las neuronas. El cerebro no reposa cuando nos acostamos; los sueños y las ensoñaciones son grandes eventos energéticos durante los cuales el cerebro realiza una limpieza eliminando los radicales libres y el monóxido de carbono. 



LOS OJOS



Los hombres de conocimiento “ven” en el ensueño un universo voraz en donde la razón no está invitada: su lugar lo ocupa la voluntad. Es un espacio-tiempo peligroso, seductor  e incomprensible. Dice el nagual Juan Matus: “Los sueños  son una calle de dos sentidos. Nuestra conciencia pasa a otros reinos, y esos reinos envían exploradores a nuestros sueños”. En esa calle se efectúa un intercambio energético entre conciencias, apta sólo para seres con un espíritu templado;  los aventureros de carácter tibio pueden despertar en un mundo ajeno y no tener la menor idea de cómo regresar. 


Carlos Castaneda menciona que la técnica del ensueño consiste sustancialmente en percatarse de que estamos soñando; inmediatamente después,  intentamos ubicar nuestras manos justo enfrente de los ojos, las mantenemos fijas hasta reconocerlas, luego las bajamos lentamente hasta la altura del pecho y observamos el entorno, es preciso no perderse ni dejarse ir;  a falta de concentración y pérdida de consciencia de ensueño, se colocan nuevamente las manos frente a los ojos. Poco a poco se vuelve tangible ese otro mundo en el que todas las noches navegamos y participamos como testigos --sin voz ni voto- del otro yo. Esta fascinante disciplina de origen tolteca forma parte del conocimiento silencioso que no precisa de un gurú, sino de la observación y la recapitulación permanente de nuestros actos, deseos e intenciones. La ensoñación es un conocimiento universal que podemos volverlo propio sin necesidad de recurrir a ningún aditivo, agrupación, dogma o fanatismo.



ESPEJOS



Fijando la atención del sueño paradójico, REM o ensoñación, se obtiene la energía necesaria para mover el punto de referencia de nuestra realidad consciente y fusionar el cuerpo de vigilia con el cuerpo energético del ensueño; así,  podemos  reconocernos en “una totalidad”.












sábado, 23 de mayo de 2009

viernes, 22 de mayo de 2009

Cuerda de Humo / Cuento





Para las niñas mayas de Xocen, Yucatán.



El Hombre de Conocimiento habló claro y fuerte.

--Esta noche, la Luna será propicia para que vayan solos, por vez primera, al encuentro con el jaguar. Su vida estará en peligro. Quizá sólo uno de ustedes será lo suficientemente fuerte como para soportar la fuerza del oscuro vacío del miedo. Los demás... serán siempre los demás.

Trece jóvenes escuchaban atentamente cada una de las instrucciones del chamán y procuraban no detenerse en sus pensamientos.

--Ahora, abramos un largo silencio --dijo el Hombre de Conocimiento.

Cerraron sus ojos y entraron rápidamente en el mundo del ensueño, visualizaron al ave verde turquesa y volaron detrás de él. En los húmedos bosques tropicales detuvieron su vuelo para compartir un momento con los reptiles. El perfume de las delicadas flores amarillas del árbol del distanciamiento les provocó estupor y luego se perdieron en un tubo de gusano. Ninguno de ellos recordó que el encuentro con el jaguar era de noche.

El Hombre de Conocimiento vio que los jóvenes no buscaban la salida en el tubo de gusano, dio dos palmadas, se levantó y se retiró a sus aposentos. Los nobles mayas sintieron entrar en ellos al oscuro vacío del miedo. Se levantaron tropezándose con sus enormes peñachos de plumas de quetzal y se retiraron pensativos. Esa noche probarían su intento.

Cuerda de Humo, una niña de ojos húmedos y vivaces, observaba de soslayo cada uno de los movimientos de su hermano mayor. El joven guerrero alistó su vestimenta, respiró profundamente para controlar sus emociones, salió al encuentro de sus compañeros y juntos partieron hacia el encuentro con el jaguar. 

Cuerda de Humo había visto 137 lunas en su vida, la que iluminó sus ojos aquella noche, le habló con ternura y le aconsejó que siguiera a su hermano para descubrir los silencios que de noche transitan por la selva.

Los trece jóvenes --y una niña que corría detrás de ellos-- se adentraron en la selva por el camino que conduce a la montaña azul. Al llegar a la orilla del lago "Cocodrilo Siete Guacamayo" siguieron por los laberintos que forma las raíces de los árboles que crecen sobre otros árboles. Cuerda de Humo seguía sus pasos y la luz de la Luna se hizo cada vez más brillante, de pronto se encontraron con un enorme espacio y los jóvenes mayas decidieron que ese claro en la selva era el lugar propicio par iniciar el rito.

--Formemos un círculo, cantemos y celebremos aquí el inicio de un nuevo ciclo --dijo uno de ellos.

Entonaron himnos de guerra y su espíritu manifestó la voluntad del triunfo. Estaban dispuesto a perderlo todo para lograr su intento. 

Cuerda de Humo había permanecido escondida detrás del árbol que pierde la piel cuando se torna roja, de pronto sintió el impulso de descubrirse ante el grupo. Corrió y saltó al centro del círculo: sus manos dieron fuerza al viento y solamente hojas verdes giraron en derredor de su cuerpo, concentró en su vuelo la luz circundante y bailó de tal manera que logró la fascinación de su entorno. Recordó una canción que venía más allá del tiempo, salió de su garganta como lamento y flecha, estremeció la noche y saludó a la Luna.

Los bramidos del jaguar se presentaron de manera violenta. Apareció centelleante lanzando miradas de furia, descubrió a los jóvenes y les dijo: "El que no se sienta dispuesto a entregar su espíritu a mi conciencia, aquí morirá". Los muchachos no pudieron enfrentarlo, perdieron en un instante todo el valor que habían pregonado; se llevaron las manos a sus cabezas, gritaron y huyeron presurosos entre las raíces de los árboles que crecen sobre otros árboles. Mientras tanto, cuerda de Humo, transfigurada, era la imagen danzante de una estrella.

El jaguar vio en ella los pensamientos más limpios que jamás había encontrado. Dirigió la mirada firme y dominante sobre su rostro y ella a su vez, clavó sus ojos sobre la intención primaria del felino, súbitamente, el jaguar se transformó en el Hombre de Conocimiento. Cuerda de Humo observó con expectante serenidad su metamorfosis, sintió en su ser el dictado profundo de sus ancestros, juntó tres piedras, formó con ellas un triángulo y depositó encima una olla ritual traída de su imaginación.

El Hombre de Conocimiento vertió copal y carbón en la olla ritual, pronunció palabras sagradas e invitó al fuego para que procurara el nacimiento del humo, una estela grisácea ascendió rápidamente y superó las copas de los árboles. EL chamán mostró a Cuerda de Humo siete nidos; de entre ellos --le dijo--, tendrás que escoger aquel donde duerme la serpiente de fuego, cuando lo busques, la llamarás por su nombre y si decide salir, tocarás su lengua con la tuya. 

Cuerda de Humo hizo una mueca, observó al Hombre de Conocimiento con desenfado, se percató de que no tenía porqué seguir los designios del sabio, miró hacia arriba y trepó rápidamente por el humo que serpenteaba alegre entre los árboles. El hombre que se volvía jaguar la perdió de vista, la Luna sonrió discretamente y la niña subió y subió hasta que llegó al techo del cielo.

Hacía un poco de frío allá arriba, pero a ella no le importaba; contemplaba con asombro, que tal y como se lo habían contado sus abuelos, ahí estaban las tres luces que formaban el caparazón de la tortuga de donde habían nacido los dioses. En el fondo, ejerciendo una gran atracción, la inmensidad llena de sombras, le mandaba señales en forma de guiños.

Quién sabe de dónde apareció una canoa que era al mismo tiempo un cocodrilo, dos remeros la conducían con elegancia y dentro de ella platicaban amenamente un chango, una iguana, un perro moteado y un loro. El Dios del Maíz pasaba por ahí y, como no tenía nada que hacer, decidió dar por terminada la noche. Cuerda de Humo cerró sus ojos para mantenerse en la oscuridad, quería todavía visitar el horizonte; esa zona extraña de la que todo mundo hablaba y nadie conocía. Entonces, las palabras violetas le advirtieron que no contaba con el tiempo suficiente para llegar a la entrada de lo desconocido y que lo más conveniente para ella, ene ese momento, sería regresar a su casa. Cuerda de Humo observó que era casi transparente, tan sólo una delgada línea de humo tenuemente brillante.

--¿Dónde habré dejado mi cuerpo? --se preguntaba. Al fin, recordó que aquel chango que iba platicando amenamente con la iguana, el loro y el perro moteado, se había bajado de la canoa tan sólo para darle un ligero golpe abajo del omóplato derecho.

--¡Ahí! --dijo Cuerda de Humo-- ¡Ahí se quedó mi cuerpo!

Tomó un pensamiento fugaz y en menos de un instante llegó a la canoa donde los pasajeros seguían conversando.

¡Devuélvemelo! --exigió gritando--

El chango se sintió realmente avergonzado ya que los distinguidos pasajeros eran semidioses y el perro moteado estaba precisamente regañando al chango porque abusaba del poder que le habían otorgado a prueba los señores del Xibalbá.

El ladrón se rascó la cabeza al sentirse descubierto. Cuerda de Humo se impacientó y le arrebató una bolsa de piel de venado que colgaba de su cintura, buscó y buscó hasta que buscó su cuerpo, lo sacó de la bolsa y rápidamente se lo incorporó. La iguana le extendió su pata para saludarla y le preguntó su nombre, la niña no la miró y sin decir palabra, saltó al vació, ahí donde dicen los Hombres de Conocimiento que habita el miedo.

Abrió sus ojos, sonrió y se descubrió sentada junto al chamán. La luz del amanecer había cambiado su rostro, ahora era más viejo. Habló a la niña pausadamente y con enorme respeto; veía en ella el renacimiento espiritual de su pueblo caminando hacia la conjunción de otros soles. Con extrema gentileza le preguntó sobre el color del futuro. Cuerda de Humo lo miró fijamente a los ojos y no le contestó, luego se levantó y caminó hacia las escaleras que comunicaban a los espacios rituales con la cocina y encontró a su madre preparando la comida para los sacerdotes. La dulce y serena mujer cantaba una canción de color anaranjado y al mismo tiempo vertía una deliciosa bebida de cacao y maíz en una cazuela de barro colocada sobre un viejo comal sostenido por tres piedras calizas.

--Mamá --dijo Cuerda de Humo-- te quiero mucho.















martes, 19 de mayo de 2009

Lo bello es de todos / Fotos de Norma G. Ordieres





















































Gracias Norma por regalarnos serenidad, luz, centro y amor con estas improntas de algunos rincones de Quintana Roo.

Puedes consultar la obra de Norma en:


www.vitrofoto.com.mx

domingo, 17 de mayo de 2009

Cozumel / Fotos / Daniela Palacios




Daniela Palacios andaba paseando por Cozumel,  se encontró con estos distinguidos personajes. Arriba, aunque parece un águila, en realidad es un Gavilán Pescador de la familia Accipitridae conocido científicamente como Pandion haliaetus, utiliza sus patas para atrapar al vuelo a los peces que nadan cerca de la superficie del agua. Abajo un clásico Pájaro Carpintero de la familia Remphasitidae su nombre científico es Melanerper aurifrons.





Las iguanas pertenecen a la familia Iguanidae, su nombre científico es Iguana iguana son omnívoros, es decir, comen de todo, también son caníbales, territoriales, se organizan en Haremes con un macho dominante, lacayos y hembras, al ser reptiles deben calentar su sangre con la luz del Sol para iniciar sus actividades. Los machos se diferencian de las hembras por tener una "larga cresta" en la espalda.







Gracias Dani por presentarnos a estos habitantes de Cozumel.

sábado, 16 de mayo de 2009

Frijolitos / Cuento


Para Siam

Aquella tarde, el niño perdió el sentido del tiempo, mordió un trozo de chocolate y con sus delicadas manitas moldeó una máscara de barro que no quiso ponerse; más tarde, tomó entre sus manos dos caracoles e ignoró al silencio. Cuando se aburrió de jugar con el sonido de los caracoles, se fue a su casa cansado y sediento; la encontró vacía, se recostó en un rincón polvoriento deseando que su abuela regresara pronto del mercado, tenía hambre. Durmió una siesta y al despertar, encontró a dos aluxes que lo miraban con curiosidad, se levantó con parsimonia y cuando terminó un largo bostezo, le informaron que ellos sabían que era un mutante por haber nacido entre lo hediondo y lo divino.

-- ¿Y a mí, qué…? Contestó el niño

Los aluxes alzaron con dificultad su pequeño cuerpo y lo cargaron hasta la orilla de un río donde le mostraron cuatro jardines luminosos y siete cascadas suspendidas en el viento. 

Pasaron por ahí tres dragones, lanzaban llamaradas y anunciaban que querían un alma buena, fijaron su mirada en el niño y siguieron de largo. 

El niño preguntó a los Aluxes: 

--¿Por qué se fueron los dragones? 

Los aluxes cuchichearon y esbozaron una sonrisa, no respondieron. En ese preciso momento, un flamenco voló encima de ellos, los aluxes tomaron al niño de los hilos de su imaginación, lo depositaron en la curvatura del pico del ave y le desearon feliz viaje. El niño se puso muy nervioso, sintió que el flamenco quería comérselo; el ave abrió su pico y colocó al niño debajo de su lengua, el niño comenzó a llorar y sus lágrimas se fundieron con la saliva del flamenco, el pequeño pensó que todo había terminado, que ese era su fin, lloró, lloró y lloró hasta que el flamenco no pudo contener el caudal de lágrimas y tuvo que lanzarlo al vacío. El niño cayó dando vueltas y vueltas sin control hasta que se precipitó dentro de un cenote sin fondo, dos guacamayas comían cal en su interior, al verlo caer, se asustaron y volaron despavoridas; un perico azul lo vio descender pero no le interesó observar su caída. El niño siguió cayendo y cayendo hasta que se aburrió de caer y decidió detenerse, así, nada más, porque así lo quiso. 

Estuvo pensando cómo salir del cenote, también recordó que le gustaba mucho jugar a los encantados, entonces, el niño tocó una roca y le dijo: 

--¡Hola, estás encantada! 

La roca no le pudo contestar porque quedó encantada al igual que todo lo que rodeaba al niño. Aprovechando la quietud del encantamiento, el niño inhaló con dificultad un poco de aire y subió a la superficie apoyándose con sus dos manitas en los bordes de la nada.

Cuando salió del cenote, encontró a los aluxes que reían y se burlaban de él, el niño se sacudió el polvo de sus rodillas y uno de ellos le preguntó: 

--¿Qué te gusta más, volar en el cielo o en el fondo de la tierra? 

--El niño alzó la cara y contestó muy enojado: ¡Me da lo mismo! 

--¿Cómo? --preguntaron los aluxes y continuaron-- ¡hay una gran diferencia entre el cielo y la tierra! 

Los aluxes le hicieron más preguntas y el niño pronto se aburrió, tenía mucha hambre y estaba harto de tantos cuestionamientos, así que decidió arrebatar a los aluxes las cuentas de jade que portaban en sus pechos e inmediatamente después las aventó dentro del cenote, los aluxes se molestaron y preguntaron: 

--¿Por qué lo hiciste? 

--El niño contestó: ¿Son muy importantes para ustedes? 

--¡Naturalmente! --respondieron— 

El niño tomó de los cabellos a los aluxes, los aventó al interior del cenote y les dijo: 

--“Pues vayan por ellas”. 

Los aluxes cayeron al vacío, el niño aprovechó que estaban lejos y les gritó: 

--“Están encantados” 

Los aluxes quedaron inmóviles pero sus cuentas de jade siguieron cayendo. 

El niño dio media vuelta y caminó hacia su casa, iba pensando en unos frijolitos con mayonesa cuando se topó con los dragones que lo esperaban en la entrada de un templo maya en ruinas, el niño los vio y determinó que desaparecieran de su mente, así sucedió, entonces el niño se percató de que sus pensamientos eran poderosos. 

Después de un rato de caminar y caminar, exclamó: 

--¡Quiero ir a mi casa! 

Rápidamente un viento azul lo llevó hasta la puerta de la cocina de su casa, su abuelita estaba terminando de preparar unos frijolitos refritos y le inquirió: 

--¿Dónde andabas? 

--Afuera, jugando –contestó—

Su abuela le sirvió con mucho amor un plato lleno de frijolitos, el niño les puso mayonesa y se los devoró; después de un silencio, inquirió: 

--¿Agüe, a ti que te gusta más, el techo o el piso? 

La abuela lo miró a los ojos y le contestó: 

--El horizonte, m’hijo, el horizonte…












jueves, 14 de mayo de 2009

El Pasado Prospectivo / Ensayo



El Futuro ya pasó…

Los mayas históricos poblaron la Península de Yucatán dos mil años antes de Cristo, cultivaron una tierra poco generosa y vivieron observando y registrando a los elementos naturales que de pronto se tornaban violentos, En un marco de condiciones adversas, nuestros mayores desarrollaron una de las culturas primigenias de la humanidad, Escogieron un estilo de vida austero, reconocieron los ciclos planetarios, agrícolas y humanos; entendieron la unidad de las cosas y de los seres.

Los mayas históricos intuyeron que el tiempo es redondo y lo consideraron un Dios, fueron uno con él, entendieron la dinámica de la naturaleza y sus ciclos, Edificaron “a mano” cada una de sus estructuras piramidales y expresaron con ellas su sentido estético, sus obsesiones, sus necesidades y su religiosidad, pero también, por mantenerlas radiantes, atentaron contra su existencia al deforestar la selva y provocar enormes sequías. 

Hacia la mitad del siglo IX de C. los cambios climatológicos provocaron el derrumbe económico de las Ciudades Estado del periodo Clásico Maya, En aquellos soles, perdieron vigencia las creencias religiosas que daban sentido a las sociedades mayas; una prolongada sequía y el muy probable desgaste de las tierras de cultivo provocaron que los campesinos mayas perdieran la fe en sus gobernantes, quienes a su vez, habían ya extraviado la sintonía con sus dioses y sus calendarios. 

En la curva crítica del declive del Clásico Maya --tal y como sucede en nuestro tiempo--, los integrantes de la clase dirigente crecieron de manera exponencial, concentraron el poder en pocas manos, se tornaron exigentes, reclamaron mayores tributos y consecuentemente aparecieron las carencias e inmediatamente después surgieron las revueltas sociales y el consecuente abandono de la mayoría de sus centros ceremoniales, más tarde, se desató una Guerra Mundial Maya.  

El silencio de la voz humana acompañó al canto de las aves, Tiempo después, algunos grupos de nobles y militares provenientes de Teotihuacan --quienes al ver su ciudad en llamas y su imperio derruido--, iniciaron una migraron hacia Chiapas y el Norte de la Península de Yucatán; descendientes de esas migraciones son los pueblos Itzá, Cocom y Tutul Xiu; es a partir de esta fusión migratoria que inicia el Periodo Posclásico Maya y nace una nueva sociedad maya con una filosofía de vida que permaneció vigente en el Petén Guatemalteco hasta 1670 y algunas de sus expresiones culturales se observan entre los pueblos mayas contemporáneos. 

Nuestros ancestros mesoamericanos ritualizaron los eventos de la naturaleza, nosotros les colocamos adjetivos, Ellos tuvieron un milenario desarrollo cultural en armonía y unicidad con la naturaleza hasta que sus actividades agrícolas y el mantenimiento de sus pirámides coincidieron con severos cambios climatológicos, el investigador Richardson Gill, en su libro “Las Grandes Sequías Mayas” reconoce cuatro periodos de prolongadas sequías que generaron decadencia urbana y agrícola, en el año 300 a de C., en 550, en 850 y en 1460.

Cierto es que aquellas sociedades teológicas y totalitarias se encuentran diametralmente distanciadas de nuestra realidad cancunense del siglo XXI; que nuestros mayores conformaron sociedades agrícolas y totalitarias, en tanto nosotros una capitalista de servicios; sin embargo, a la distancia y reconociendo el tiempo circular maya -así como los cada vez más violentos reclamos de la naturaleza--, nos enfrentamos a la severa advertencia de que el futuro ya pasó. 


La Party

En el siglo pasado, las sociedades podían ser abiertas o cerradas, la experiencia económica y la condición humana, nos indican que en nuestros soles, las sociedades abiertas predominan, subsisten y evolucionan; nuestra joven sociedad cancunense es un claro ejemplo de una sociedad abierta, tan abierta… que se está  desgarrando.

Desde sus orígenes, en Cancún, la libre empresa ha sido sinónimo de libre albedrío, Nuestro desarrollo provoca desequilibrios ecológicos, Cotidianamente nos tropezamos con nuestras voluntades, simulamos progreso y cuando rompemos un  ecosistema,  se nos olvida que la naturaleza no tiene reversa.



En realidad, ningún ser humano ni tampoco ninguna sociedad cambia: evoluciona, que es distinto, En ese sentido, viendo en perspectiva y observando nuestro Pasado Prospectivo, podemos concluir que aún y cuando hemos realizado un daño irreversible en algunos sectores del medio ambiente, aún nos queda la posibilidad de orientar nuestro desarrollo en armonía con la naturaleza.  

Es preciso recapitular y constatar que en el rubro de la subsistencia humana no siempre es prudente ir más rápido, Comprendamos de una vez por todas que René Descartes se equivocó al proponer que somos “los gerentes de la naturaleza”…

Tengo para mí que seremos acaso, vacilantes suspiros evolutivos que adquirimos conciencia y transitamos presuntuosamente por el engranaje cósmico de la vida que se desarrolla cíclicamente en el vacío, ahí, donde los adjetivos y los ritos se desvanecen delante a la inconmensurable fuerza del movimiento.

El sino de nuestro universo es la impermanencia. Cualquier instante y también el de mañana, se encuentran intrínsicamente relacionados y condicionados a los ciclos de la naturaleza y, en nuestros soles, temerariamente podemos argumentar que las actividades y decisiones humanas igualmente determinan nuestro destino personal y turístico. 


Mecatl

La mentalidad cartesiana acelera los ciclos de la naturaleza y en el ámbito del puritanismo semántico, “conservar”, se torna una utopía que expresa retórica, demagogia y una limitada visión del movimiento. 

Nada es para siempre y esa realidad es una tragedia para Occidente, por ello consume su entorno, simula justicia, impulsa al consumo y le da miedo hablar de la muerte, En nuestros soles, nos situamos en la idea de ser productivos y ubicamos nuestra felicidad condicionándola a la tenencia de los objetos, curiosamente, esos objetos no son para siempre y cuando se degradan un poco… es momento de cambiarlos por otros objetos y en esa necesidad de poseer lo nuevo radica la fuerza que nos conduce a contaminar y atentar contra nuestra propia supervivencia.

Es  a través de nuestras actitudes, conductas y acciones como interactuamos con la impermanencia y con su más bella expresión: la naturaleza, por ello, resulta prioritario reconocer la responsabilidad que nos confiere nuestra capacidad para transformar el medio ambiente y asumir sus consecuencias; En Quintana Roo, se torna urgente diseñar programas ecológicos de interacción de bajo impacto con nuestros ecosistemas a la par de nuestro desarrollo económico; de nada nos sirve examinar el fruto sin acceder a las raíces del árbol que lo sustenta. 

Tendemos a la depredación y a la confrontación; si no nos percatamos de ello, es por nuestra enorme capacidad de vivir en la sofocante atmósfera de la simulación; sin embargo, mantengamos presente que en la esfera de las posibilidades humanas existe siempre la oportunidad de trascender esa condición. 

Todos reconocemos el daño que hemos provocado a nuestros ecosistemas en apenas 30 años: contaminación del manto friático, pérdida de arena en nuestras playas, toneladas de basura que no sabemos dónde colocar, entropía en el tráfico citadino, introducción de flora no endémica y caducifolia que con sus hojas obstruyen el drenaje y provocan tremendas inundaciones en la temporada de lluvias, galopante ausencia de espacios verdes en el proyecto de la mancha urbana, contaminación de nuestras lagunas, atentados irreversibles a la barrera coralina, aguas negras que diariamente desembocan en cenotes cristalinos o en el manto friático y mucho más; pero lo sustancial en este instante, es “analizar y aplicar las propuestas que nos permitan frenar nuestra inconsistencia”.


Espejos





Hacia el año 300 a. de C. los mayas históricos de la ciudad que hoy nombramos “El Mirador” provocaron una enorme sequía que los llevó al abandono de su centro ceremonial, Los mayas históricos consideraban a sus pirámides como antenas parabólicas invertidas, con ellas contactaban a sus entidades divinas y según su criterio, debían ser recubiertas permanentemente con estuco para después pintarlas de rojo y mantenerlas relucientes, esta percepción estética-religiosa requería deforestar las selva para que con leña verde quemaran las piedras y las convirtieran en la cal necesaria para revestir las paredes de sus monumentos, Los mayas llamaron Witz (Montaña Mágica) a la pirámide, y es revelador que esas Montañas Mágicas lograron unificar los criterios y las actividades de nuestros mayores, es verdad que la arquitectura monumental generaba sumisión y control de las voluntades, además de sanguinarios rituales, sin embargo, mantener relucientes aquellas Montañas Mágicas por un lado dio cohesión y sentido social a los habitantes de El Mirador, pero su mantenimiento fue lo que provocó su destrucción.

Al igual que los amanuenses y sacerdotes mayas de la antigüedad que consultaban en sus libros los eventos del pasado para comprender el futuro que les esperaba, nosotros, podemos observar en su historia que por una parte aquello que da sentido a las actividades humanas debe estar en armonía con la naturaleza ya que si su mantenimiento y desarrollo, precisa de la destrucción de ecosistemas y recursos naturales, irremediablemente nos conduce a la desaparición, y esa es la gravedad y urgencia de nuestra circunstancia.

Con las extraordinarias riquezas naturales que nos rodean, los quintanarroenses podríamos ser un ejemplo de desarrollo económico en armonía con la naturaleza; capacidad no nos falta, simplemente carecemos de congruencia y simulamos un Desarrollo Económico pero en realidad estamos construyendo un Progreso Involutivo, donde la comisión mata a la calidad, la plusvalía gana y “el destino pierde”, Recordemos que en la Historia “el pasado es prospectivo”. 

Lo trascendente no es criticar señalando las deficiencias de las que de alguna forma todos somos responsables, sino arribar a un estadio de “urgentes decisiones” que den forma a una sociedad integrada a la naturaleza. 

El daño ecológico generado por nuestras actividades y asentamientos urbanos se encuentra próximo a la cuerva crítica donde ya no hay regreso… hagamos una pausa para ubicar en nuestro presente la dimensión de nuestros actos y sus consecuencias, comprendamos al fin, que en la naturaleza, no hay moral sino eventos que podemos ritualizar, ignorar o interactuar con ellos. 


martes, 12 de mayo de 2009

Jugo de Zanahorias / Cuento-Ensayo


Dibujo de Kellie Hogben




El otro sol, delante a mi casa, pasó corriendo el conejo de Alicia y rápidamente me contó que cuando de contar se trata, no hay tiempo para perder la cuenta y es que ocupamos diez segundos en contar del uno al diez, nos toma 17 minutos llegar a mil y solamente después de contar durante 12 días sin parar, podríamos arribar al millón. Siempre y cuando no nos equivocáramos en el intento o de pronto perdiéramos la cuenta, transcurrirían 32 mil años para contar hasta un billón, necesitaríamos 32 millones de años para arribar a mil billones y quienes se sienten inmortales, ocuparían 32 mil millones de años para contar del uno a un trillón.

Los mayas históricos proyectaron sus cálculos hacia el pasado o hacia el futuro valiéndose de “tres” dígitos: un cero, un punto y una barra. Los números mayas se representaban también con símbolos sagrados como rostros de jaguares, dioses, simios o guacamayos. Contando el paso de los días y formando múltiplos de veinte, es decir: 0, 20, 400, 8 mil, 160 mil etc. los increíbles matemáticos mayas configuraron en su imaginación el número Alau—alau que representaba la cuenta de 4, 096 billones.

Las matemáticas nos permiten concebir situaciones imposibles que nos proyectan más allá del tiempo y del espacio. Joseph Fourier concluyó en 1822 que “las matemáticas parecen constituir una facultad de la mente humana destinada a compensar la brevedad de la vida y la imperfección de los sentidos”. Las matemáticas fueron también las mentoras de la filosofía griega y en el siglo VI a. de C. el maestro Pitágoras percibió que los números son la esencia de todas las cosas. Según la propuesta pitagórica, todo se mide, hasta el absurdo: supongamos --a priori-- que “la verdad” de una afirmación es real y no imaginaria, luego seguimos sus consecuencias y, sin querer queriendo, arribamos a una contradicción, lo que nos permite concluir que hay “una falsedad”… a este embrollo lo llamaron “la reducción al absurdo”. Bajo esta lógica, concluyeron los pitagóricos que existe una perfecta irracionalidad en la raíz cuadrada de 2. Y, hablando del 2, resulta que es el único número primo “par”.

Las ecuaciones suelen ser muy divertidas cuando se aplican a un juego como el ajedrez, cuyo origen es incierto; algunos autores lo ubican en la India y otros en China. En el siglo XIII, ya se jugaba en toda Europa y el ajedrez moderno, data del siglo XV. Otro cuento --made in Persia--, narra que un Visir (consejero del Shah) inventó el juego de los 64 escaques (que en aquel tiempo eran rojos y negros). Muy satisfecho de su invento, se lo regaló a su Shah. Le explicó que el asunto medular era capturar al jefe enemigo y decidieron llamarlo “Shahmat” (shah por rey y “mat” por muerto). El Shah quedó tan satisfecho con el invento de su consejero que para recompensarlo le ofreció tesoros, un palacio, un montón de pistaches, camellos, bailarinas y amantes… pero el Visir era un hombre de negocios, así que le pidió algunos granos de trigo 

--¿Cuántos quieres? Preguntó el Shah

El visir señaló las ocho columnas y las ocho filas de los escaques del tablero y solicitó que le fuera entregado un grano de trigo por el primer escaque, dos por el segundo, cuatro por el tercero, el doble por el cuarto y así sucesivamente hasta que cada escaque tuviera su parte proporcional de granos de trigo. El Shah se sorprendió de la humildad del Visir e inmediatamente mando traer dos sacos de trigo. Cuando iniciaron a contar fue divertido y el número de granos de trigo fue creciendo: 1, 2, 4, 8, 16, 32, 64, 128, 256, 512, 1024… pero cuando andaban por el escaque vigésimo séptimo ¡las cifras fueron inconmensurables y no había más granos en todo el reino! Al proyectar la cantidad del escaque final, rozaban los 18,5 Trillones de granos. Nadie sabe cómo pagó el Shah ya que 18,5 Trillones de granos de trigo equivalen –granos más, granos menos-- a 75 mil millones de toneladas métricas y representan la producción mundial de trigo durante 150 años. Sí el Visir hubiese inventado un ajedrez con 100 escaques en vez de 64, la deuda en trigo habría pesado tanto como nuestro planeta. 

En una ocasión, el matemático norteamericano Edward Kasner le pidió a su sobrino de nueve años que inventara un nombre para un numero muy grande, tan grande como un diez seguido de cien ceros. El niño lo nombró “gugol”. Luego apareció el “gugolple” que se constituye de un número uno seguido por un gugol de ceros. Ahora bien, imaginemos que el universo estuviese compuesto de una masa sólida de purititos neutrones sin que quedara ninguna zona vacía entre ellos, entonces se necesitaría un poco más de un gugol de neutrones para cubrirlo.

Hace unos 10 mil años, la Tierra equilibró sus temperaturas y en el Trópico de Cáncer se presentaron las condiciones ideales para desarrollar la agricultura. Por aquellos soles, los seres humanos serían 10 millones; nuestra especie se ha reproducido de manera exponencial y ahora superamos los 6 mil millones. Existen más seres vivos en este momento, que la suma total de todos nuestros ancestros y algo deberíamos haber aprendido de nuestras experiencias, sin embargo, apenas empezamos a conocer la historia y composición de nuestro universo y presurosos prendemos la mecha del barril de dinamita que hemos colocado debajo del telescopio; nos reconocemos globalizados pero procuramos nuestra individualidad, viajamos cada vez más rápido hasta lugares distantes y al llegar, rápidamente les tomamos una foto porque debemos regresar justo a tiempo para descubrir la cura a nuevas enfermedades creadas por la necesidad de ir más rápido, más rápido y cada vez más rápido, como el conejo de Alicia, quien ya no me siguió contando nada más porque de pronto salió corriendo para tomarse una aspirina con una tasa de té.

domingo, 10 de mayo de 2009

Carlos Castaneda y la Toltequidad / Ensayo



INTENTO

La obra de Carlos Castaneda es un acto de brujería, una luz que no produce sombra y un desafío para el pensamiento racional que se descubre limitado e indefenso ante la evidencia de un universo energético; quizá por ello, para los pensadores cartesianos, Las Enseñanzas de Don Juan se enmarcan en el ámbito de la ciencia ficción o en la superficial búsqueda de las experiencias psicotrópicas. Despojado del culto a la personalidad y con el espíritu de un guerrero, en los libros de Carlos el lector podrá percibir el conocimiento silencioso que existe detrás de su racionalidad; encontrará múltiples realidades que los seres humanos advertimos en nuestra infancia, y quizá recuerde la atmósfera de unicidad que ocasionalmente recuperamos en la experiencia onírica. 

La función primordial del conocimiento es aplicarlo; regodearse con las palabras resulta tan inútil como cobijarse con la ignorancia. Corresponde a cada uno de nosotros ubicar la obra de Castaneda en su propia experiencia individual y no en opiniones subjetivas que --sustentadas en la razón-- sitúan a la filosofía mesoamericana como un elemento folclórico que engalana un pasado digno de ser ofrecido como artesanía a los turistas que visitan México. 

Carlos Castaneda nos ofrece una síntesis vivencial de un conocimiento milenario llamado Toltecayotl o Toltequidad, que fue desarrollado por los naguales toltecas y transmitido a Carlos por el nagual Juan Matus. Las enseñanzas de Don Juan recopilan en doce libros las prácticas de los chamanes toltecas, quienes interpretan al universo y a los seres humanos en un plano energético constituido por tres parámetros de entendimiento: el primero es lo conocido, aquello que con la impecabilidad de nuestros actos podemos diferenciar entre el mundo de razón y el universo energético; el segundo es lo desconocido, sin duda fascinante y peligroso, pero susceptible de llegar a ser conocido; el tercero, es el conocimiento más allá del ámbito humano.

Nuestro tiempo de razón nos obliga a mirar al mundo y a los individuos de forma sólida, los toltecas llamaron a este acto de brujería el “primer anillo de poder”. En este precario nivel de conciencia transitamos la mayoría de los seres humanos. Existe un “segundo anillo de poder” que se encuentra al alcance de todos nosotros y al que se accede a través de lo que Don Juan denomina “voluntad”, es decir, la fuerza con la cual interpretamos el mundo. Para la Toltequidad, “el mundo es un conglomerado de energías que alineamos cuando fijamos nuestra atención en su luminosidad, produciendo así la conciencia de ser. Este fenómeno de conciencia se llama “punto de encaje”.
En su obra Para leer a Carlos Castaneda Guillermo Marín, nos recuerda que La Toltequidad propone una reinterpretación de nuestra cosmovisión sustentada en un plano energético donde los seres humanos y el universo mismo se conciben como un conglomerado de emanaciones o bandas energéticas cuyo número es infinito. Mediante una férrea disciplina mental y con la práctica de la ensoñación consciente, los brujos toltecas descubrieron que podemos ubicar nuestra atención energética en múltiples posiciones de “puntos de encaje” y visualizaron que en nuestro planeta existen 48 bandas: 40 de ellas están organizadas pero no producen conciencia; 7 cuentan con una limitada conciencia de sí mismas, y la octava la formamos los seres humanos. El mundo que nuestro punto de encaje percibe y alinea en la percepción normal, cuenta solamente con dos bandas, una constituida por estructura y la otra por organismos. Las 46 bandas restantes se localizan fuera de nuestro cotidiano racional. Comenta Don Juan que “la fuerza perenne que da origen a las emanaciones o bandas energéticas fue nombrada por los chamanes toltecas como el oscuro mar de la conciencia, aquellos hombres de conocimiento vieron que el oscuro mar de la conciencia no es solamente responsable por la conciencia de los organismos, sino también por la conciencia de aquellas entidades que carecen de organismo”. 

Los naguales toltecas descubrieron que el universo está compuesto por fuerzas gemelas, fuerzas que se oponen y se complementan. Nuestro mundo, por ejemplo, cuenta con un mundo opuesto y complementario a él, poblado por entes que tienen conciencia, pero carecen de un organismo, es decir, seres inorgánicos; nosotros y ellos coexistimos sin interferencia.

Para la Toltequidad, “Los seres inorgánicos son extremadamente sensibles y al igual que los seres humanos, se caracterizan por ser enormes egomaniáticos. Los seres inorgánicos son como nuestros parientes y el nagual Don Juan dijo que entablar amistad con ellos resulta inútil y hasta peligroso porque las exigencias que conllevan tales amistades siempre son exorbitantes, sin embargo, incesantemente se comunican con nosotros, pero su comunicación no ocurre al nivel consciente de nuestra conciencia; sabemos de ellos de manera subliminal, en tanto que ellos saben todo acerca de nosotros de manera deliberada y consciente”.

Don Juan le confió a Carlos en El Lado Activo del Infinito que “existen otras entidades provenientes de los confines del universo que aterrizan sobre nuestro campo de conciencia y también en el de los seres inorgánicos; los naguales toltecas les llamaron voladores. Son como sombras fugaces, energía que fluye por el universo hasta que encuentran a un ser humano y lo acompañan de por vida. Cada uno de nosotros cuenta con un volador que viene de las profundidades del cosmos y toma el control de nuestras vidas. Los seres humanos somos sus prisioneros; nos vuelven dóciles, contradictorios e indefensos; nos otorgan la codicia, la mezquindad y la cobardía, establecen nuestras expectativas, sueños y esperanzas… ¿Cómo lo logran? Con un acto temerario: nos implantan su mente. Toman posesión de nuestra conciencia de ser porque para ellos somos comida”. Los niños humanos –continúa Don Juan-- son bolas luminosas de energía, cubiertas de arriba abajo con una capa brillante, algo así como una cobertura plástica que se ajusta de forma ceñida sobre su capullo de energía; es justamente esa capa de energía el alimento de los predadores. Cuando un ser humano se transforma en un adulto, todo lo que queda de esa capa brillante de conciencia es una angosta franja que se eleva desde el suelo hasta por encima de los dedos de los pies. Esa franja permite al ser humano continuar vivo, pero sólo apenas. Constantemente los voladores provocan llamaradas de conciencia en nuestro campo energético y proceden a consumirlas de manera despiadada y predatoria. Nos otorgan problemas banales que fuerzan a esas llamaradas a crecer, y de esa manera nos mantienen vivos para alimentarse de la energía generada por nuestras preocupaciones. 

Los chamanes toltecas concluyen que lo único que podemos hacer ante el apetito voraz de estos depredadores, es disciplinarnos hasta el punto de que no nos toquen. Disciplinarse para poder enfrentar con serenidad circunstancias que no están incluidas en nuestras expectativas. La disciplina mental deriva en un arte, el arte de enfrentarse al infinito sin vacilar, no porque seamos fuertes o duros, sino porque estamos llenos de asombro. Como resultado, nuestra energía se torna agria para los voladores, que se desconciertan y nos dejan en paz. 






BOOMERANG


Para las mentes de razón, tales afirmaciones son simples fantasías que se pueden refutar con el primer silogismo a su alcance. Ahora bien, aplicando el raciocinio y la claridad de nuestra mente analítica, intentemos explicarnos la contradicción entre la inteligencia de aquellos científicos que evidencian realidades energéticas de nuestro universo y sus sistemas de creencias ético-religiosas acerca del bien y del mal; de igual forma, retornemos al plano de los seres comunes y corrientes e intentemos dilucidar nuestra tendencia natural para hacernos daño (fumando, violentando, traicionando, emborrachándonos, mintiendo, ofendiendo, etcétera), a pesar de ser racionalmente conscientes de que esas conductas no son saludables para nuestro cuerpo ni para nuestro mundo social. 

Las últimas observaciones astronómicas determinan que nuestro universo esta formado en un 73% por una enigmática energía oscura, un 23% por materia oscura y solamente un 4% por átomos, entonces: no todo lo que vemos es realmente todo lo que existe. La ciencia señala que estamos frente a una realidad energética de la cual una mínima parte es tangible y contradictoriamente el axioma que se establece es que el raciocinio y la observación de lo visible son los únicos garantes para interpretar los eventos del universo.


En 1968, el físico italiano Gabriele Veneziano desarrolló unos espectaculares cálculos que fundamentaron La Teoría de la Unificación o La Teoría de las Supercuerdas -que con dificultad intenta dar coherencia a las asimetrías existentes entre la teoría de la relatividad general y la mecánica cuántica-. Veneciano postula que la materia visible y la no visible se constituyen de partículas unidimensionales que vibran, oscilan y bailan como un elástico infinitamente delgado en un espacio subatómico (como una banda energética, diría la Toltequidad). En 1930 el científico inglés Paul Dirac realizó ecuaciones a propósito del electrón, y determinó sus propiedades cuánticas cuando se acelera y se acerca a la velocidad de la luz; así descubrió la antimateria. En 1990 el satélite soviético Granar observó una fuente de antimateria que emite esporádicamente señales a través de la frecuencia de onda de los rayos gamma desde unos cientos de millones de años luz. Si la antimateria puede viajar desde los confines del universo, ¿por qué no la conciencia? Sobre todo, si es inorgánica. Quizá por simple accidente, la Tierra y nosotros mismos estamos constituidos de materia y no de antimateria; de igual forma, es probable que existan galaxias, estrellas, mundos y seres de antimateria. 







ESPEJOS


La filosofía reduccionista recupera las percepciones matemáticas de la física cuántica y luego sostiene que las maravillas del universo y de la vida son simples reflejos de inquietas partículas subatómicas que danzan al ritmo de las leyes de la física cuántica en un escenario compuesto por un vacío subatómico donde la distancia entre dos partículas es comparable a la existente entre la Tierra y la Luna.

La Toltequidad propone una versión energética del universo y del sentido de nuestras vidas. Carlos Castaneda reflexiona sobre “una sintaxis que exige que variedades de intensidad sean tomadas como hechos, una sintaxis donde nada comienza ni termina; por lo tanto, el nacimiento no es un suceso claro y definido sino un tipo de intensidad, de la misma manera la maduración, y asimismo la muerte… el universo mismo es la carroza de la intensidad y uno puede abordarla para viajar a través de cambios sin fin”. 

Para algunos lectores de Carlos Castaneda, la Toltequidad otorga también una sintaxis que prescinde de un objetivo de triunfo donde la claridad se percibe como una experiencia a la cual se arriba con la certeza de que no hay absolutos. Cuando el cuerpo recuerda a un poder ancestral, la mente prescinde del sujeto, y la forma se vuelve un catalizador que desintegra nuestra importancia personal transformando a la experiencia energética en la esencia misma de la vida.