jueves, 14 de mayo de 2009

El Pasado Prospectivo / Ensayo



El Futuro ya pasó…

Los mayas históricos poblaron la Península de Yucatán dos mil años antes de Cristo, cultivaron una tierra poco generosa y vivieron observando y registrando a los elementos naturales que de pronto se tornaban violentos, En un marco de condiciones adversas, nuestros mayores desarrollaron una de las culturas primigenias de la humanidad, Escogieron un estilo de vida austero, reconocieron los ciclos planetarios, agrícolas y humanos; entendieron la unidad de las cosas y de los seres.

Los mayas históricos intuyeron que el tiempo es redondo y lo consideraron un Dios, fueron uno con él, entendieron la dinámica de la naturaleza y sus ciclos, Edificaron “a mano” cada una de sus estructuras piramidales y expresaron con ellas su sentido estético, sus obsesiones, sus necesidades y su religiosidad, pero también, por mantenerlas radiantes, atentaron contra su existencia al deforestar la selva y provocar enormes sequías. 

Hacia la mitad del siglo IX de C. los cambios climatológicos provocaron el derrumbe económico de las Ciudades Estado del periodo Clásico Maya, En aquellos soles, perdieron vigencia las creencias religiosas que daban sentido a las sociedades mayas; una prolongada sequía y el muy probable desgaste de las tierras de cultivo provocaron que los campesinos mayas perdieran la fe en sus gobernantes, quienes a su vez, habían ya extraviado la sintonía con sus dioses y sus calendarios. 

En la curva crítica del declive del Clásico Maya --tal y como sucede en nuestro tiempo--, los integrantes de la clase dirigente crecieron de manera exponencial, concentraron el poder en pocas manos, se tornaron exigentes, reclamaron mayores tributos y consecuentemente aparecieron las carencias e inmediatamente después surgieron las revueltas sociales y el consecuente abandono de la mayoría de sus centros ceremoniales, más tarde, se desató una Guerra Mundial Maya.  

El silencio de la voz humana acompañó al canto de las aves, Tiempo después, algunos grupos de nobles y militares provenientes de Teotihuacan --quienes al ver su ciudad en llamas y su imperio derruido--, iniciaron una migraron hacia Chiapas y el Norte de la Península de Yucatán; descendientes de esas migraciones son los pueblos Itzá, Cocom y Tutul Xiu; es a partir de esta fusión migratoria que inicia el Periodo Posclásico Maya y nace una nueva sociedad maya con una filosofía de vida que permaneció vigente en el Petén Guatemalteco hasta 1670 y algunas de sus expresiones culturales se observan entre los pueblos mayas contemporáneos. 

Nuestros ancestros mesoamericanos ritualizaron los eventos de la naturaleza, nosotros les colocamos adjetivos, Ellos tuvieron un milenario desarrollo cultural en armonía y unicidad con la naturaleza hasta que sus actividades agrícolas y el mantenimiento de sus pirámides coincidieron con severos cambios climatológicos, el investigador Richardson Gill, en su libro “Las Grandes Sequías Mayas” reconoce cuatro periodos de prolongadas sequías que generaron decadencia urbana y agrícola, en el año 300 a de C., en 550, en 850 y en 1460.

Cierto es que aquellas sociedades teológicas y totalitarias se encuentran diametralmente distanciadas de nuestra realidad cancunense del siglo XXI; que nuestros mayores conformaron sociedades agrícolas y totalitarias, en tanto nosotros una capitalista de servicios; sin embargo, a la distancia y reconociendo el tiempo circular maya -así como los cada vez más violentos reclamos de la naturaleza--, nos enfrentamos a la severa advertencia de que el futuro ya pasó. 


La Party

En el siglo pasado, las sociedades podían ser abiertas o cerradas, la experiencia económica y la condición humana, nos indican que en nuestros soles, las sociedades abiertas predominan, subsisten y evolucionan; nuestra joven sociedad cancunense es un claro ejemplo de una sociedad abierta, tan abierta… que se está  desgarrando.

Desde sus orígenes, en Cancún, la libre empresa ha sido sinónimo de libre albedrío, Nuestro desarrollo provoca desequilibrios ecológicos, Cotidianamente nos tropezamos con nuestras voluntades, simulamos progreso y cuando rompemos un  ecosistema,  se nos olvida que la naturaleza no tiene reversa.



En realidad, ningún ser humano ni tampoco ninguna sociedad cambia: evoluciona, que es distinto, En ese sentido, viendo en perspectiva y observando nuestro Pasado Prospectivo, podemos concluir que aún y cuando hemos realizado un daño irreversible en algunos sectores del medio ambiente, aún nos queda la posibilidad de orientar nuestro desarrollo en armonía con la naturaleza.  

Es preciso recapitular y constatar que en el rubro de la subsistencia humana no siempre es prudente ir más rápido, Comprendamos de una vez por todas que René Descartes se equivocó al proponer que somos “los gerentes de la naturaleza”…

Tengo para mí que seremos acaso, vacilantes suspiros evolutivos que adquirimos conciencia y transitamos presuntuosamente por el engranaje cósmico de la vida que se desarrolla cíclicamente en el vacío, ahí, donde los adjetivos y los ritos se desvanecen delante a la inconmensurable fuerza del movimiento.

El sino de nuestro universo es la impermanencia. Cualquier instante y también el de mañana, se encuentran intrínsicamente relacionados y condicionados a los ciclos de la naturaleza y, en nuestros soles, temerariamente podemos argumentar que las actividades y decisiones humanas igualmente determinan nuestro destino personal y turístico. 


Mecatl

La mentalidad cartesiana acelera los ciclos de la naturaleza y en el ámbito del puritanismo semántico, “conservar”, se torna una utopía que expresa retórica, demagogia y una limitada visión del movimiento. 

Nada es para siempre y esa realidad es una tragedia para Occidente, por ello consume su entorno, simula justicia, impulsa al consumo y le da miedo hablar de la muerte, En nuestros soles, nos situamos en la idea de ser productivos y ubicamos nuestra felicidad condicionándola a la tenencia de los objetos, curiosamente, esos objetos no son para siempre y cuando se degradan un poco… es momento de cambiarlos por otros objetos y en esa necesidad de poseer lo nuevo radica la fuerza que nos conduce a contaminar y atentar contra nuestra propia supervivencia.

Es  a través de nuestras actitudes, conductas y acciones como interactuamos con la impermanencia y con su más bella expresión: la naturaleza, por ello, resulta prioritario reconocer la responsabilidad que nos confiere nuestra capacidad para transformar el medio ambiente y asumir sus consecuencias; En Quintana Roo, se torna urgente diseñar programas ecológicos de interacción de bajo impacto con nuestros ecosistemas a la par de nuestro desarrollo económico; de nada nos sirve examinar el fruto sin acceder a las raíces del árbol que lo sustenta. 

Tendemos a la depredación y a la confrontación; si no nos percatamos de ello, es por nuestra enorme capacidad de vivir en la sofocante atmósfera de la simulación; sin embargo, mantengamos presente que en la esfera de las posibilidades humanas existe siempre la oportunidad de trascender esa condición. 

Todos reconocemos el daño que hemos provocado a nuestros ecosistemas en apenas 30 años: contaminación del manto friático, pérdida de arena en nuestras playas, toneladas de basura que no sabemos dónde colocar, entropía en el tráfico citadino, introducción de flora no endémica y caducifolia que con sus hojas obstruyen el drenaje y provocan tremendas inundaciones en la temporada de lluvias, galopante ausencia de espacios verdes en el proyecto de la mancha urbana, contaminación de nuestras lagunas, atentados irreversibles a la barrera coralina, aguas negras que diariamente desembocan en cenotes cristalinos o en el manto friático y mucho más; pero lo sustancial en este instante, es “analizar y aplicar las propuestas que nos permitan frenar nuestra inconsistencia”.


Espejos





Hacia el año 300 a. de C. los mayas históricos de la ciudad que hoy nombramos “El Mirador” provocaron una enorme sequía que los llevó al abandono de su centro ceremonial, Los mayas históricos consideraban a sus pirámides como antenas parabólicas invertidas, con ellas contactaban a sus entidades divinas y según su criterio, debían ser recubiertas permanentemente con estuco para después pintarlas de rojo y mantenerlas relucientes, esta percepción estética-religiosa requería deforestar las selva para que con leña verde quemaran las piedras y las convirtieran en la cal necesaria para revestir las paredes de sus monumentos, Los mayas llamaron Witz (Montaña Mágica) a la pirámide, y es revelador que esas Montañas Mágicas lograron unificar los criterios y las actividades de nuestros mayores, es verdad que la arquitectura monumental generaba sumisión y control de las voluntades, además de sanguinarios rituales, sin embargo, mantener relucientes aquellas Montañas Mágicas por un lado dio cohesión y sentido social a los habitantes de El Mirador, pero su mantenimiento fue lo que provocó su destrucción.

Al igual que los amanuenses y sacerdotes mayas de la antigüedad que consultaban en sus libros los eventos del pasado para comprender el futuro que les esperaba, nosotros, podemos observar en su historia que por una parte aquello que da sentido a las actividades humanas debe estar en armonía con la naturaleza ya que si su mantenimiento y desarrollo, precisa de la destrucción de ecosistemas y recursos naturales, irremediablemente nos conduce a la desaparición, y esa es la gravedad y urgencia de nuestra circunstancia.

Con las extraordinarias riquezas naturales que nos rodean, los quintanarroenses podríamos ser un ejemplo de desarrollo económico en armonía con la naturaleza; capacidad no nos falta, simplemente carecemos de congruencia y simulamos un Desarrollo Económico pero en realidad estamos construyendo un Progreso Involutivo, donde la comisión mata a la calidad, la plusvalía gana y “el destino pierde”, Recordemos que en la Historia “el pasado es prospectivo”. 

Lo trascendente no es criticar señalando las deficiencias de las que de alguna forma todos somos responsables, sino arribar a un estadio de “urgentes decisiones” que den forma a una sociedad integrada a la naturaleza. 

El daño ecológico generado por nuestras actividades y asentamientos urbanos se encuentra próximo a la cuerva crítica donde ya no hay regreso… hagamos una pausa para ubicar en nuestro presente la dimensión de nuestros actos y sus consecuencias, comprendamos al fin, que en la naturaleza, no hay moral sino eventos que podemos ritualizar, ignorar o interactuar con ellos. 


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