martes, 7 de julio de 2009

Federico García Lorca en Cancún / Homenaje




La semana pasada, en la Casa de la Cultura de Cancún y en el marco del XV Festival de Danza Española y Flamenco, vivimos un momento mágico de la creación artística. Los Bailarines--Bailaores Marisol Moreno y Raúl Salcedo dirigieron un espectáculo de ensueño, asistimos a una "galería viviente" en la que los creadores cancunenses --e invitados internacionales-- dibujaron con maestría diversos cuadros escénicos relativos a la vida y a la obra del dramaturgo y poeta mayor, Federico García Lorca. 


De la mano de bailarines, músicos, actores, técnicos y el espectro de Lorca, transitamos por una ambientación donde el tiempo se suspendió en la magia de la palabra y nuestras emociones vitales se materializaron en la danza.


Ingrato para el arte y la vocación de muchos, sería decir que se presentaron los mejores bailarines, actores, músicos y cantaores de Cancún, pero esa noche, observamos con respeto y admiración a quienes a contra marea han entregado sus dotes creadoras a la comunidad cancunense desde hace más de una década. 




Al ser un espectáculo donde participaron 63 bailarines y bailaores, 7 músicos, 13 actores y 3 técnicos, me resulta imposible en este espacio periodístico hacer mención de las cualidades y destrezas de cada uno de ellos. Todos, desde los niños hasta los artistas consumados, por su entrega y sus artes escénicas, merecen un comentario aunque no los mencione a todos.


El actor Iván Gordillo, representó a Federico García Lorca, su voz en off al lado de la guitarra flamenca del director musical, el maestro Antonio Serrano, nos introdujeron en los versos del poema de Cante Jondo "La Baladilla de los Tres Ríos" que Lorca dedicó a Salvador Quntero: "¡Ay amor que se fue por el aire! / ¡Quien diría que el agua lleva un fuego fatuo de gritos! / ¡Ay amor que se fue y no vino! / Lleva azahar, lleva olivas, Andalucía, a tus mares. 


En una mecedora y con un niño en brazos, Eva Silva interpretó con voz firme y dulzura materna, la canción de cuna "Nana del Caballo Grande", la letra recreó la primera infancia del poeta y de manera natural nos condujo al espacio onírico en el que Lorca jugaba bailando y construía los pilares de su obra poética. Los actores de "La Bambalina" Hirán Sánchez y Marilú Delgadillo recrearon con pulcritud la obra para títeres de Lorca "Don Pirrimplín con Belisa en su jardín" cerrando con ella, la primera etapa de la vida de Lorca interpretada con seguridad por el niño Ismael Salcedo quien fue acompañado de cinco pequeñas estrellas transformadas en princesas. 




Con imágenes proyectadas en un fondo blanco, descubrimos la ambientación de Sevilla de principios del siglo XX cuando Federico llegó a la Residencia de Estudiantes y conoció a su entrañable amigo José "Pepin" Bello, Rafael Alberti y a Salvador Dalí. Los actores fueron un acento en el espectáculo, tuvieron la solidez que requiere un puente y el espacio que precisa la voz para transmitir con el cuerpo las sensaciones y los espejos de un tiempo sagrado, el de la actuación. 


El tiempo de Lorca, fue una época en la que el arte tuvo momentos de grandeza y, al mismo tiempo, sufrió la persecución culminando con la muerte del dramaturgo español y la de miles de republicanos que deseaban vivir en equidad y con respeto, sus sobrevivientes, fueron acogidos como hermanos por el gobierno y el pueblo mexicano a la llegada del dictador Franco.


Cuando Lorca llegó a la madurez como escritor, lo acompañó también la fiesta y esa época fue recuperada por un cuadro escénico que recreaba "los cafés cantantes", así pudimos observar los frutos del trabajo docente de Marisol y Raúl quienes dirigen la Academia Solera Flamenco en la que participan los bailarines y bailaores que recrearon "El Zorongo Gitano", "el Café de Chinitas", "Anda Jaleo Jaleo" y el tanguillo "Romance de la Luna"; la música en vivo y las firmes palmas de Marisol Moreno envolvieron nuestras sensaciones y acompañaron los bailes que aunque profanos, parecieran sagrados por vigentes. Las manos de las bailarinas de Flamenco no solamente envuelven el aire para luego soltarlo delante al infinito, sus manos son abanicos que ventilan hacia el espectador el maná que nuestros cuerpos reconocen y comulgan con su ancestral mensaje, los pasos femeninos del flamenco coinciden con los de la fuerza de un danzante precolombino que despierta a la fuerza vital de la Madre Tierra, los cuerpos de las bailarinas son, además de esculturas en movimiento, vasos comunincantes entre el cielo y la tierra. 


Las bailarinas formaron un cuadro unitario, desde la más pequeña hasta la consagrada; en cada una de sus actuaciones se observa la voz y la mano amiga de Marisol que transmiten con seguridad lo que ella reconoce como vital, me resulta complicado hablar de una en particular, todas merecen un comentario, valga un saludo y reconocimiento a sus años de dedicación y entrega, a la pasión que nos transmitieron esa noche donde sutiles luces bruñeron el escenario. 



Hirán Sánchez es un actor de posibilidades infinitas, por ello pasa de un titiritero a un narrador para luego vestirse con el alma de José "Pipin" Bello o recrear con una voz en off un color de apertura; Hirán posee un cuerpo escénico que al colocarse con seguridad en el escenario, su presencia es ya un verso. Sorprendente resulta el parecido físico de Iván Gordillo con Lorca cuando era joven, pero no solamente esa referencia nos vuelve verdadero a Federico, en su caminar por los escenarios de México y Sudamérica, Iván a adquirido seguridad en su palabra y, si sus manos eran pinceles que dibujaban sustancias, ahora, sus desplazamientos en el escenario crean un campo visual que contagia de certezas a la luz que lo ilumina; ha reconocido la profundidad del silencio previo a la palabra y esa pausa, atrapa la atención de quien observa su arte escénico.




Ulises Velasco recreó a Salvador Dalí y aunque contó con pocos parlamentos, con sus gestos y miradas nos transmitió la locura de los grandes maestros y en un pequeño diálogo que sostuvo con Lorca sobre el Arte y la República, presagió el derrotero que cada uno de ellos recorrieron. 




Tres acentos deben ser mencionados por la calidad de su expresión corporal y la profundidad de sus voces: los Cantaores Marco Salcedo y Jósé Miguel Moreno nos hicieron tangible la cadencia del Flamenco y lo ancestral de sus orígenes, pareciera que ambos, han sido designados por el tiempo para que con sus voces se mantenga viva la profundidad del amoroso lamento de quienes logran con su canto, acariciar las fibras del entendimiento y poseer la completa visión de la condición humana. El tercer acento, corresponde a Iván Cano, quien con el dominio total de sus movimientos corporales, recreó a un ser que escapó de las descripciones formales, se transformó en un cuerpo energético que de pronto volaba cuando caminaba y saludó a lo que carece de nombre.




Llegó la muerte de Lorca a manos del fascismo, Marisol Moreno en severo negro, interpretó "Canción de la madre del Amargo", su cuerpo flotaba en torno al dolor que procura lo inevitable, cada uno de sus movimientos figuraba una pintura, una nota y una palabra de Federico. Parecía el final pero fue en realidad otro principio seguido de una pausa que vigorosamente interrumpió una flecha transfigurada en el cuerpo del Raúl Salcedo quien en riguroso negro y zapatos color sangre violentada, invocó con sus magistrales pasos al espectro de Lorca y nos ofreció "Romance del Emplazado" una Solea por Bulería que llenó de fascinación a los espectadores.




Lorca ya en espectro, nos introdujo a los cuadros escénicos de su trilogía "Bodas de Sangre", "La Casa de Bernarda Alba" y "Yerma" ésta última obra fue interpretada con firmeza y plasticidad por Normanda Encalada, la única bailarina que no se dedica a la Danza Española pero que integró los valores de la Danza Contemporánea a una ambientación unitaria donde con el único recurso escenográfico de una mecedora, fue capaz de recrear la pasión y la angustia de una mujer campesina que no pudo procrear un hijo porque su esposo, Juan, no quiso y ella, desde la amargura de su vientre, terminó por asesinarlo porque en aquellos tiempos, infortunadamente las relaciones hombre-mujer estaban limitadas y condicionadas a un machismo recalcitrante y el homicidio del macho era la única liberación.


La despedida constó de cuatro bailes que interpretaron casi todos los integrantes de la Academia Solera Flamenca, fue un final festivo donde no pudieron colocarse juntos todos los integrantes del elenco por superar en número las posibilidades del espacio escénico. Casi nunca se menciona a los técnicos y es preciso hacerlo una costumbre, sin ellos, los actores carecen del complemento. Un reconocimiento a José Rolando Pisté quien además contribuyó con su equipo de audio e iluminación, a Rudy Pisté y al maestro Polanco quienes hicieron y hacen posible magnos eventos con presupuestos de 17 centavos y carencias inenarrables. 


Gracias a todos los artistas y técnicos por permitirnos apreciar el Arte que trasciende nacionalidades, eventos históricos e infortunios. Raúl y Marisol son artistas comprometidos y agradecidos con su comunidad, por ello, siempre regresan a La Casa de la Cultura de Cancún, porque quien es grande, reconoce sus orígenes. 














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