martes, 25 de agosto de 2009

Escribano de lo insondable

Ayer Lunes 24 por la noche, se inauguró la exposición fotográfica "Los Japoneses Toltecas y Los Rincones de Cancún". Durante el evento, el concertista Ricardo Corona y yo, presentamos una primicia de  "Armónicos del Mar" Música y Prosa Poética del Caribe, atmósferas sonoras que dibujan la vida de quienes vivimos en Cancún y procuramos un desarrollo cultural sembrando estrellas en la arena. Textos y acordes que consideran Al Mar, a Las Islas, a la Palabra y al Amor como verdades primeras.
A continuación transcribo el primer texto de la presentación de anoche que felizmente estuvo arropada de amigas, amigos, buscadoras y buscadores.
                               
Soy escritor y escribir, quizá sea una de las pocas actividades que no me propuse realizar, la escritura llegó a mi existencia como un mandato de la otredad; gustoso acepté que mi destino era ser un escribano de lo insondable, del espíritu del hombre--pájaro ancestral. Con las palabras construyo atmósferas e invito a  reconocer que somos seres mágicos; que existimos entre un espacio infinito y miles de millones de valiosos detalles; tal circunstancia es la que nos hace seres universales. 
Observo que nuestros pensamientos se encuentran enfocados principalmente en la productividad, el mercantilismo, los servicios, la violencia y la simulación; pensamos que generamos riquezas pero en realidad producimos escasez porque la plusvalía y la imposición de las inversiones por encima de nuestra sobrevivencia, nos han conducido a un vacío escenográfico donde el sentido estético se reduce a las necesidades de la mercadotecnia.
Mis palabras provocan graves silencios y nocturnos acuerdos. Mi escritura no es complaciente, desea, lucha y procura trascender a su autor; esta noche, una luzazul me ha indicado que me corresponde invocar al espíritu del chamán que cada uno de nosotros llevamos dentro e inmediatamente después, sugerir que ubiquemos nuestras miradas en el espacio pequeño, ahí, donde habitan seres y eventos que al igual que el movimiento estelar, determinan nuestras emociones y nuestros criterios.
Mi desafío visual se centra en traducir los símbolos y el lenguaje cifrado, palabras de la antigüedad que en piedra o cerámica trasmiten un significado que se torna significativo cuando despierta en nuestras mentes; lo propio acontece con la música, una nota aislada será siempre Do o Fa, sostenido o breve; sin embargo, ésta nota colocada en una partitura que a la vez constituye una obra, jamás podrá aislarse del conjunto que forman las otras notas musicales y cuando leemos--descifrando la partitura, aquella nota tiene un significado individual pero junto a las otras, crean un espacio significante suspendido en el tiempo.
Así los seres humanos, como notas, podemos formar una partitura y una obra significante. Es por esta fraternal verdad que invité a mi amigo Ricardo Corona para que juntos, con su música y mis palabras, construyamos una atmósfera en la que nos veamos e identifiquemos todos los aquí presentes. Una atmósfera donde los pensamientos, las visiones y las resonancias auditivas vibran como armónicos tocados por el halo de las certezas en el jardín de los detalles, por nuestro entorno inadvertido y el vuelo de las abejas, por la armonía multicolor de los pistilos, de los charcos y sus reflejos, por las formas de las hojas rotas, las flores y sus visitantes. En suma, la magia de lo real, de las verdades que trasmiten el piano, la palabra, la imagen y sus significantes

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