viernes, 11 de septiembre de 2009

Como cualquier otra cosa

Naturaleza Humana
Cada año, en nuestro país, 314 mil hectáreas son deforestadas. Hemos perdido 95% de nuestros bosques tropicales húmedos, más de la mitad de los templados y realizamos un tremendo daño en las zonas áridas. 
La investigadora Patricia Koleff, indica "Nos queda 50% de la cubierta verde que teníamos (en 1970) pero esa vegetación ya no está en estado primario. De las selvas del sureste de México lo que nos queda son pequeños remanentes, unos cuantos parches fragmentados, de no revertir la tendencia, seremos la generación que documente la pérdida de capital natural que son las selvas, uno de los ecosistemas más ricos del planeta".
Lo anterior, es un fragmento de un excelente análisis escrito por Evangelina Hernández que leí el 8 del presente en su columna del periódico El Universal. Evangelina nos informa: "los seres humanos afectamos más al planeta que el meteorito que generó la extinción de los dinosaurios que habitaban la Tierra hace 65 millones de años", el Biólogo José Sarukhán Kermez, refiriéndose a las actividades humanas complementa: "El impacto es más sutil, pero el cambio que está generando la actividad humana es de esa magnitud. Es una modificación  de las  condiciones del planeta y la contribución de los mexicanos está en los primeros del mundo".
Recuerdo que hace apenas 25 años, partiendo de Palenque, había que recorrer 170 kilómetros de selva antes de llegar a la zona arqueológica de Bonampak, donde aislados, vivían los lacandones; de pronto, se hicieron presentes los ganaderos y con ellos los michoacanos expertos en desmontar la selva; llegaron también las organizaciones religiosas anglicanas, luego surgieron las esperanzas zapatistas y en respuesta, el ejército sitió la selva, muy pronto, en esas tierras, habrá un desierto. "La deforestación, es un homenaje a la estupidez humana".
Hace 9 años, al final del Otoño, en una curva situada en la carretera que va de Playa Maroma a Playa del Carmen, millones de cangrejos emigraban de los manglares hacia el mar para reproducirse, luego se construyó una autopista sin pensar en los cangrejos quienes desde hace siglos transitaban por ahí. Hoy viajamos veloces por una autopista de cemento con un altísimo índice de accidentes y ya no vemos a ningún cangrejo. 
Cuando hubo la crisis del la Gripe Porcina, el Gobierno Federal evidenció más interés en decir que la gripe no provenía de los puercos que en explicar al mundo que no era tan grave como para que dejaran de visitar México. 
Fuimos y seguimos siendo estigmatizados en el mundo como "los infectados". El Gobierno Federal se ocupó en promover el turismo nacional pero para el exterior nos regaló su silencio, el Gobierno Estatal contrató a Paulina Rubio para ser su promotora y apuntalar nuestra imagen como un destino en el que se pueden pasar alegres vacaciones, después de la foto, yo no supe nada más de la Chica Dorada. 
Delante a la inacción gubernamental, las inversiones españolas tuvieron la brillante idea de transferir su concurso de Señorita España a Cancún.
En Quintana Roo, estamos rodeados de riquezas naturales: la selva, los corales, los cenotes, las islas, los manglares y los ríos subterráneos, somos herederos de un pasado histórico milenario con vestigios arqueológicos de una de las Civilizaciones Originales, sin embargo, hay desempleo, una buena parte de nuestras ciudades carecen de drenaje, contaminamos el manto friático de manera irreversible y no sabemos qué hacer con la basura, por mencionar nada más algunos de nuestros desatinos.
Después de un equilibrado análisis de nuestra circunstancia, considero que "el modelo de desarrollo es el que está en crisis, no nosotros" y que en nuestro universo social, parece que generamos riqueza, pero en realidad producimos escasez. 
Hubo un tiempo en que escuché decir a un presidente petrolero "Los mexicanos tenemos que prepararnos para administrar la abundancia" Ahora escucho a nuestro presidente decir que  los errores del pasado nos obligan a realizar reformas y alzar los impuestos. De entrada, el presidente ha propuesto continuar con la desaparición de los recursos de nuestra nación y "deforesta de un plumazo" a la Secretaría de Turismo, a la de la Reforma Agraria y al organismo que tenemos los ciudadanos para denunciar los actos de corrupción de los políticos corruptos.
No satisfecho con su apatía respecto a la recuperación de las playas de Cancún y a la huracanada destrucción a nuestra economía turística que durante el inicio de la Gripe Porcina provocaron sus palabras, sus omisiones y sus actos, nuestro presidente, ahora determina desaparecer la Secretaría de Estado que representa la tercera fuente de ingreso de divisas para el país.
En el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 se establece que el turismo es una prioridad nacional. El jefe del Ejecutivo se promovió como el Presidente del Trabajo, ahora pretende despedir a una infinidad de compatriotas y volver una anarquía nuestro desarrollo turístico así como su regulación, vigilancia, normatividad, promoción y futuro inmediato. 
Desaparecer a la Secretaría de la Reforma Agraria --"y después al ejido"--, significa desentenderse de la tierra para convertirnos en serviles importador de semillas manipuladas genéticamente y someternos a consumir lo que los Norteamericanos consideran no apto para el consumo de los seres humanos, como sucede con el arroz que actualmente importamos de USA. 
Nuestro presidente propone que si algún ciudadano desea denunciar a funcionarios o políticos corruptos, le avisemos primero a él y ya luego haiga sido como haiga sido... 
El ahorro económico por desaparecer la Secretaría de Turismo sería de 300 millones de pesos, monto equivalente a "la cuarta parte" del valor de la prestación de gas y gasolina que tienen los 21 mil empleados del corporativo de Pemex.
Ese es el tamaño de nuestro absurdo y el impuesto del 2% es para combatir la pobreza, pero lo pagan los pobres.
Lo cierto es que son demasiados hachazos alrededor de los árboles que sostienen nuestra espiritualidad y nuestra economía. 
Los diputados y senadores tendrán que aprobar o no estas propuestas presidenciales. Lo real es que hemos perdido follaje y con él, la capacidad de llamar a las lluvias que provocan la fertilidad en una tierra de piedras calcáreas donde crecen nuestras raíces junto a una selva que se pierde día a día en la razón de un bienestar económico inmediato que piensa en las devaluaciones y en la plusvalía antes que en la sobrevivencia en tiempos de emergencia planetaria. 
Reflexionar es vernos en un espejo. Nuestro entorno es el resultado de nuestras decisiones y en su momento, haber ido o no a votar, haber votado o no por el actual presidente y la novísima cámara de diputados, aunque no lo queramos, determina y condiciona nuestras vidas. 
Somos una generación que está viendo como la naturaleza humana tiende a confrontar y destruir a su entorno natural y a su organización social. Asistimos puntualmente, como si fuera peregrinación, a nuestra tradicional crisis de fin de año y al célebre aumento de impuestos. Ya rescatamos a los bancos y a las carreteras, ahora les toca a los pobres ser rescatados por los pobres. 
No cabe duda que en México la política es el arte de enarbolar principios éticos y morales para después realizar exactamente lo contrario. Pero la culpa no es de los políticos, sino de nosotros, los mexicanos, quienes deseamos hacerlos nuestros compadres.

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