lunes, 17 de enero de 2011

Homenaje a Claudio Obregón / Juan Melía

Claudio Obregón en Saco y Vanzetti
El homenaje a uno de los más grandes actores del teatro mexicano, nos recoge y nos encierra a todos, pero considero que es importante recordar algo fundamental, Claudio Obregón se nos fue en activo, una lección más de su magistral carrera, trabajar hasta el fin y de manera constante. Trabajar y menciono sus palabras al recoger la Medalla de Oro de Bellas Artes en 2005: “Es una profesión riesgosa y que implica mucho sacrificio, paciencia y constancia. A pesar de que a veces uno no tenga trabajo, siempre hay que seguir buscando y aguantar mucho”. Todavía resuenan en este escenario sus palabras de su última obra Endgame en absoluta complicidad de la Compañía Nacional, de la que orgullosamente formaba parte, que tradujo y empujó hasta el fin. Fue una de las figuras de la actuación en México, que se dio a conocer en los años 60, junto con actores hoy consagrados como Gómez Cruz y Luján, Claudio junto a ellos tomó el rumbo al tiempo del teatro, del cine y de la televisión, pero de esa generación, él fue quien siempre siguió en el teatro, en proyectos que siempre implicaron crecimiento y riesgos desde la actoralidad.

Conforme iba creciendo su nombre, encabezaba los proyectos y los cargaba de prestigio y energía, siempre trabajando con jóvenes encabezó proyectos de altísimo riesgo. Tomó la decisión de que el teatro era su espacio de vida, sin dejarse nunca de preguntar sobre la actoralidad y sobre el arte. Fue un gran maestro no desde la academia, sino desde las tablas, como maestro del siglo XIX, cuidando y aconsejando siempre a los jóvenes. Siempre defendió al arte ligado a la sociedad, no como una esfera de lo sublime, siempre desde la sociedad.

Con el permiso del Maestro Germán Castillo, citaré algunas de sus palabras al entregarle en 2005 la Medalla de Oro de Bellas Artes: “Claudio es uno de los primeros actores complejos, cultos, propositivos del cuadro mexicano, no porque los otros carecieran calidad, sino porque estaban formados más en una tradición de obediencia acrítica al director, del respeto sacrosanto al texto y al dramaturgo. Él, junto con otros actores y actrices, son pioneros, los primeros que se plantean ser creadores, en un plano de igual con el director y el dramaturgo, hecho que debe ser reconocido por las generaciones posteriores”, cierro la cita de Germán. Este pasado sábado, cuando estábamos a unas horas de clausurar la XXXI Muestra Nacional de Teatro, recibimos la noticia del fallecimiento. No quiero dejar pasar la oportunidad de aplaudir el profesionalismo mostrado por todos los integrantes de la Compañía Nacional de Teatro quienes, a la misma hora, iban a desarrollar dos presentaciones en estreno: El trueno dorado en el Teatro Julio Castillo y El jardín de los cerezos en el Teatro Degollado en Guadalajara. Ambas funciones fueron dedicadas a la memoria de su compañero.

El temple y el compromiso marcados por Claudio, quedan muy alto, sigamos juntos trabajando, siempre trabajando, ese será siempre la mejor manera de honrar su recuerdo.


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