sábado, 14 de enero de 2012

Emiliano y Los Tres Mundos




El otro día estaba guiando a un grupo de turistas en Tulum y durante el tiempo libre que disponen para nadar en la paradisíaca playa, caminé hacia el sur y me encontré con una enorme iguana macho quien al notar mi presencia, impetuosamente empezó a bajar y alzar su cabeza --como si tuviera un resorte en el cuello--, me hacía ver que no era bienvenido en su territorio, una de las hembras de su harem observaba con recelo la situación, cerca de ella y debajo de un árbol de uva del mar, noté que la hojarasca se movía inusualmente, me acerqué y descubrí que ahí estaba mi maestro de astronomía: el cangrejo Emiliano, quien me vio de reojo y siguió su camino ¡Hola Emiliano! ¿Cómo estás? --Le dije y me respondió sin detenerse--: qué tal, hace tiempo que no te veía, sigues igual, con tu pesada cara de sufrido… no cabe duda que el necio siempre estará torcido… Espérate Emiliano, qué traes, cada vez que nos encontramos me tiras mala onda, a mi me da gusto verte, además ¡No, espera! –me dijo Emiliano deteniéndose al abrigo de una hoja seca de palma Chit— escucha bien: lo que más mal me cae de ti, es que por dónde la veas, siempre te vas a justificar e irremediablemente te colocas en la posición de víctima y la verdad me da flojera perder mi tiempo contigo, déjame en paz y salúdame a Klau a Luisa, a Pau y a Clarita… me quedé congelado y Emiliano siguió su camino tranquilamente entre la hojarasca.

Pasaron unos minutos y lo alcancé: Oye Emiliano, en buen plan, nada más quería saludarte y comentar contigo que en una reciente entrevista, el científico Sethepen Hawkin mencionó que  pasa más tiempo pensando en las mujeres que en los agujeros negros… ¿y qué esperabas? ¡Es humano! Cada quien responde a su condición… escucha con atención pedazo de desperdicio evolutivo, relájate y mira ese horizonte que te regala la vida, ahí, justo enfrente de tus limitados ojos, nota bien que el azul turquesa del mar, de pronto se transforma en azul profundo, oceánico, abismal… pues en realidad lo es, a unas centenas de metros de las arenas blancas, hay abismos. El célebre investigador submarino Jaques Cousteau, descendió con su batiscafo hasta 2 mil metros de profundidad enfrente a la Isla de Cozumel y no tocó fondo.

El mar es como la realidad –continuó Emiliano--, dependiendo de la capacidad que tengas para verla, puedes interpretarla por su superficie o adentrarte en las silenciosas profundidades de sus secretos ¡Pero qué vas a saber tú de lo que estoy hablando si eres un ignorante de las cosas que verdaderamente vale la pena saber! Y lo peor de todo es que pierdo mi tiempo contigo, ya no me sigas… --me dijo en tono furioso y le contesté— Emiliano, creo que estás exagerando, hoy ni siquiera he hablado, lo que sí sé es que además de tener un carácter de la patada, eres un ser de Tres Mundos, como los mayas… a ver ¿cómo  está eso? –Preguntó Emiliano y detuvo su camino—Pues claro, mira, puedes estar en el fondo del mar, salir a la superficie y con tu telescopio reconocer las profundidades cósmicas al igual que los mayas quienes tenían Tres Mundos, el Ka’an-Cielo  Kab-Tierra Xibalbá-Inframundo, pero no es exclusivo de los mayas, las culturas boreales contaron con tremendos chamanes quienes con su Poder Personal viajaban a los Tres Mundos y lograban comunicarse con entidades divinas que ahí moran –Emiliano respondió de inmediato--: la gran diferencia entre los chamanes y yo, es que me tocó comunicarme con seres antipáticos como tú y a todo esto ¿reconoces la diferencia entre el Ego y la Importancia Personal? ¿Pero que tiene que ver esa pregunta con la Navidad? --Le respondí e insistió-- ¿Reconoces la diferencia o no? ¡Claro que la conozco! –Dije y Emiliano inquirió--: ¿Cuál es? Sencillo Emiliano, la diferencia es que el Ego es un pilar de nuestra estructura psicológica y la Importancia Personal es la imagen distorsionada de nosotros mismos… Emiliano se rascó la cabeza con una de sus tenazas y me dijo: más o menos, no estás tan lejos de la realidad a pesar de tus limitaciones, pero mira polvo estelar concentrado en un Ego, el asunto nodal es que ustedes los humanos perciben y traducen la realidad energética del universo en términos absolutos…

Después de un largo silencio, Emiliano continuó: …la mente humana reacciona en función de la información que recibe en su primera infancia, los acuerdos sociales establecen conductas, pero en el Kit se les ha olvidado colocar a la fragilidad de la condición humana y regularmente la contradicción entre “pensamiento y acción” recrea desequilibrios emocionales. El universo es insondable, misterioso y se encuentra permanentemente en transformación, como la vida misma, en ese sentido, los seres orgánicos podemos transfigurar nuestra condición a través de la conciencia, basta un instante de lucidez para comprender que la impecabilidad de nuestros actos es lo que conduce al equilibrio emocional ¿lo apuntaste o como siempre te quedaste pensando en otra cosa? Te escucho con atención –le dije— ¿pero y el Ego y la Importancia Personal? ¿Qué tienen que ver con lo que me acabas de decir?  Tienen que ver porque ambas son interpretaciones sólidas, rígidas, al Ego hay que entretenerlo haciéndole saber que lo es Todo y cuando se regodeé en sí mismo entonces permitirá al cuerpo energético existir libremente, es un Desatino Controlado, se trata de hacerle una finta a la razón. Por otra parte, a la Importancia Personal, definitivamente hay que tirarla a la basura.

Guardamos silencio frente al mar turquesa y después de un rato, Emiliano me dijo: ya va siendo hora de que por fin entiendas que la vida no tiene un sentido en particular sino más bien diversos sentidos en lo general, el amor es sin duda la sublime expresión de la conciencia, procúralo en tu corazón, cultívalo impecablemente, reconoce tus sombras, atiende a las consecuencias de tus actos y a ver si ya se te quita esa cara de sufrido, oye, dile a ese turista que se baje del muro del templo ¿Cuál, no lo veo? –Comenté y Emiliano me dijo--: aquel que está subiendo el muro del templo, échale un grito… me levanté para ver al turista y no encontré a nadie, luego giré y mi maestro de astronomía ya no estaba, empecé a gritar: Emiliano, Emiliano ¿dónde estás? Unos turistas que pasaban por ahí se me quedaron viendo y uno de ellos me preguntó ¿perdió a alguien? Sí, bueno, no, la verdad es que… 



2 comentarios:

  1. Gracias, mi hermano, por estas grafías invisibles. Saludos al bueno de Emiliano.

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  2. Carnaliux, un abrazo a contratiempo pero generoso, Claudio

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