Los mayas históricos vivieron integrados a los ciclos de la naturaleza y estuvieron vinculados con tres mundos: Ka’an (cielo) Kab (tierra) y Xibalbá (inframundo). En los albores de su gestación, heredaron de los pueblos olmecas y zoques una estructura política encabezada por los Ahauob’ (Señores de la Palabra), el conocimiento calendárico que nosotros llamamos Tzolk’in y una matemática basada en el número 20, entre otros valores culturales.
Los mayas históricos observaron que en el cielo hay una banda imaginaria ubicada del Este al Oeste, la Ciencia la ha nombrado Eclíptica y para los mayas era una serpiente bicéfala. Dicha banda, también posee tres niveles: en el primer nivel transitan la Luna y el Sol; en el segundo los 5 planetas observables a simple vista: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno; en el tercer nivel transitan las 13 constelaciones que configuraban el zodiaco maya.
El Tzolk’ in es un calendario de 260 días dividido en 13 números y 20 días, inspirado en las 13 constelaciones que circulan en la Eclíptica y en los 20 dedos que poseemos en manos y pies, así entonces, los mayas, con éste calendario ritual, se emparentaban con el cielo.
El cero era un número básico para los mayas y se escribe “mih”, pero el cero para ellos, no representaba la nada sino el inicio; luego sigue el 3 que como decíamos está relacionado con los Tres Mundos Mayas y con las las Ox Xik’ub o tres Piedras del Hogar, que son las estrellas Alnitak, Saïf y Rigel situadas en la Constelación de Orión; se trata no de las tres estrellas que forman una línea recta (el cinturón), sino de las que están dispuestas en un triángulo equilátero situado abajo del cinturón; en ese lugar sagrado del cielo, un día pasaba en su barca el Dios del Maíz, se detuvo para tomar un poco de fuego y lo lanzó a los seres humanos quienes colocaron 3 piedras para contenerlo en el suelo. Las Ox Xik’ub o Tres piedras del hogar que leemos en los jeroglíficos están aún vivas en el famoso “cobén” de las cocinas mayas contemporáneas, así, desde tiempos sin memoria, los mayas cuando cocinan, se unen con el cielo.
El número 4 se relaciona con los 4 puntos cardinales: Xaman, Norte que era de color blanco, el sur Kan K’in de color amarillo, El K’in el Este, que era rojo y negro Och K’in, el Oeste. El centro para los mayas fue muy importante por ello el 5 era la suma de los puntos cardinales y el centro, su color verde. El 7 fue un número venerado también por otras civilizaciones, de hecho existen 7 tonos musicales, 7 colores que se difractan de la luz y cada 7 años se renuevan todas las células de nuestro organismo; podríamos suponer que el número 7 fue utilizado de manera constante por los mayas, sin embargo, no fue así, en pocos sitios se localizan estructuras arquitectónicas, espacios rituales o recuentos epigráficos que mencionen al 7, destacan la serpiente que se forma con los “7 triángulos de luz y sombra” dibujados al atardecer de los equinoccios en la balaustrada Norte de la Pirámide de Kukulkan, Chichén Itzá.
En esa misma ciudad y en el Juego de Pelota, aparecen 7 jugadores ataviados ritualmente, uno de ellos fue decapitado y desde su cuello brotan 7 serpientes, una de ellas se transfigura en un árbol con flores de diferentes Plantas de Poder.
El número 9 está íntimamente relacionado con el Xibalbá (inframundo) que por cierto contaba con 9 niveles, en él, las aguas generadoras de vida tienen su morada por lo tanto también los dioses relacionados con la fertilidad y la germinación. El 9 entre los mayas se representaba como un número sagrado que explica otra realidad suspendida en una gigantesca medida del tiempo e igualmente se refiere a las nueve lunas en las que las mujeres detienen su menstruación para procurar la gestación de un bebé. El 9 daba idea de espacios inconmensurables donde habita la totalidad.
Vimos que el número 13 se relaciona con las 13 constelaciones que los mayas veían en el cielo y que transitan del Este al Oeste por la Eclíptica, recordemos que para los mayas, esa banda imaginaria era una serpiente de dos cabezas (quizá representadas por el Sol y la Luna).
El 18, al ser el doble del 9, representa el roce con la eternidad, las incontables veces sería su traducción y quizá por ello, el Dios Serpiente de Luz que durante el último periodo histórico maya se nombró Kukulkán, en los jeroglíficos mayas leemos que su nombre se pronuncia Wuaxaklahun Uba’ Chan y significa “las innumerables imágenes de la serpiente”.
"el número 13 se relaciona con las 13 constelaciones", cómo lo supiste?
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