viernes, 17 de agosto de 2012

¿Fueron o Vinieron--Vinieron o Fueron? / Mayas--Toltecas



La Historia se reescribe conforme los avances tecnológicos, las investigaciones y las excavaciones nos aportan elementos de juicio para reconsiderar lo que hemos acordado como correcto.

Hace apenas 70 años, Eric Thompson, afirmaba que la escritura jeroglífica maya nunca podría ser traducida ya que no era un lenguaje con componentes fonéticos. Durante varias décadas, la errónea interpretación de la escritura jeroglífica maya de Thompson, frenó el desarrollo de las investigaciones; su propia discípula, Tatiana Proskuriakov, dudó en varias ocasiones contradecirlo a pesar de que sus investigaciones develaban lo contrario. Cuando Thompson partió de nuestro plano existencial, se desencadenó un proceso de desciframiento jeroglífico maya que hoy nos permite afirmar con certeza que las inscripciones jeroglíficas mayas narran eventos humanos: guerras, traiciones, matrimonios reales o ascensiones al trono y, nos indican también, la íntima relación que mantenían los ahauob’ (reyes) con sus entidades divinas y con sus wayob’ (nahuales).

La escritura maya narra lo que realmente pensaban, hacían y  reflexionaban los mayas desde el 200 a.C hasta el 15 de enero de 909,  cuando se inscribió el último texto con datación calendárica de la Cuenta Larga en la ciudad de Toniná, a partir de esa fecha, los mayas dejaron de esculpir estelas, narrar y fechar sus eventos humanos y religiosos ¿por qué? ¿Qué sucedió? ¿Por qué los mayas dejaron de escribir en el siglo X? Pareciera que metieron reversa en su evolución cultural, social y ritual.

Aquí la respuesta: la escritura maya nació como resultado de la imperiosa necesidad de los ahauob’ por dejar testimonio de sus vidas y obras, con ella justificaron su carácter divino delante de sus súbditos. Los ahauob’ desaparecieron a causa de una tremenda sequía, los almanaques indicaban que debía llover y no sucedía, entonces, el hambre, las enfermedades y las sequías, derivaron en la desaparición de un tipo de gobierno concentrado en un soberano. Después de la sequía, surgieron los Halach Uinicob’ que significa los Hombres Verdaderos, ahora bien, si se consideraban a los nuevos dirigentes como verdaderos significaba que los ahauob’ eran falsos --o vistos como tales—ya que perdieron el contacto divino y sufrieron una devastadora sequía.

Los Halach Uinicob’ gobernaron en una especie de oligarquía, existió un gobierno de acuerdos entre varios dirigentes, se esfumó el culto a la personalidad y, en consecuencia, la escritura sagrada no tuvo más sentido. En la Chichén Itzá de los Halach Uinicob’ existen contados registros de algunos nombres de dirigentes y de sus madres pero al igual que la gran Teotihuacan, no hay textos que nos hablen de su vida ritual, comunitaria y agrícola.

La historia oficial indica que los Toltecas invadieron y conquistaron a los mayas, se presupone también que habitantes de Tula, comandados por el mítico Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl llegaron a Chichén Itzá por el siglo X y conquistaron a los mayas importando nuevos dioses como Quetzalcóatl-Kukulkán aunque esto último es falso ya que Kukulkán se reconoce en los jeroglíficos como Waxaklahu’n Ubah Chan (Las 18 Imágenes de la Serpiente).

Los monumentos de Tula y Chichén Itzá son semejantes, sin embargo, cuando vemos la calidad arquitectónica del templo de Tlahuizcalpantecuhtli --célebre por los famosos “Atlantes”— en Tula y, lo comparamos con el Templo de los Guerreros en Chichén Itzá, notamos que en realidad el templo de Tula es una construcción menor con relación al de Chichén Itzá, es por ello que algunos estudiosos indican que la migración fue de Chichén Itzá a Tula. Es importante señalar que no hay Atlantes en Chichén Itzá y no porque se parezcan los monumentos tendrían que ser construidos por el mismo pueblo, así, el templo circular consagrado a Ehécatl en Tenochtitlán es similar al observatorio de Chichén pero fueron edificados por dos pueblos, en tiempos diferentes.

Templo de Tlahuizcalpantecuhtli


Templo de los Guerreros

Desde hace algunas décadas, Laurette Sejournée propuso que en realidad  fueron teotihuacanos quienes llegaron al Mundo  Maya y no toltecas. Enrique Flores Cano retomó esa tesis y la desarrolló con maestría. La Historia se tiene que reinscribir ya que ni los mayas fueron conquistados por los Toltecas, ni tampoco fueron ni vinieron, simplemente… es otro el desarrollo histórico.

Si como la historia oficial indica, los Toltecas conquistaron a los Mayas y fundaron su capital en Chichén Itzá, la pregunta lógica sería ¿por qué no se habla náhuatl en Chichén Itzá? Es más, existen muy pocos nahuatlismos en el maya yucateco, mucho menos que en el mismo castellano por lo que no hay prueba lingüística de una conquista Tolteca en Chichén Itzá.

Teotihuacan, fue una ciudad cosmopolita sin rival, una interpretación sobre su implosión postula que sucumbió entre sus inmundicias y la sequía: la sobrepoblación de la ciudad la volvió insalubre amén de que el grupo zapoteca --ubicado en la parte posterior de la Pirámide de la Luna-- inició una gran revuelta que culminó en la quema de la ciudad y su abandono. Recientes descubrimientos en Teotihuacan evidencian que pudo haber sido abandonada y matada ritualmente. Los sobrevivientes emigraron hacia el sur, agrupados en familias que las crónicas del Altiplano nombran Pipiltzin (nobles).  Fueron diversas las migraciones que llegaron tanto por el Este como por el Oeste a Yucatán, esos grupos de nobles teotihuacanos son los que se fusionaron con los mayas de Yucatán y el Chilam Balam los nombra Xiuh, Cocom e Itzá. Sugiero entonces que entre aquellos nobles teotihuacanos había también mayas radicados en Teotihuacan quienes regresaron a sus tierras acompañados de sus aliados ya que las relaciones entre el Mundo Maya y Teotihuacan, se remontan al origen mismo de la fundación de Teotihuacan; los arqueólogos Saburo Sugiyama y Rubén Cabrera, excavaron el interior de la Pirámide de la Luna y localizaron en el corazón de la pirámide un entierro ritual en el que aparecieron 3 personajes de origen maya.

El 31 de Enero de 378, Teotihuacan conquistó Tikal e impuso una nueva dinastía de origen teotihuacano, desde el siglo IV Teotihuacan tenía grandes intereses en las minas de obsidiana que controlaba Tikal y en la rutas comerciales por las que transitaban mercancías provenientes de Centroamérica. Los ahauob’ de Yaxchilán, muestran en sus estelas y dinteles penachos con representaciones de Tlaloc y, en Copán, el fundador de la dinastía de aquella ciudad K’inich Yax K’uk’ Mo’ estuvo ligado con Teotihuacan y algunos ahuob’ iban a Teotihuacan para recibir la venia del imperio y gobernar rindiéndole tributo (En el complejo arquitectónico Nuevo Mundo, en Tikal, se localizó un estandarte de piedra conocido como El Marcador en el que se narra que el dirigente teotihuacanao Búho Arrojalanzas, mandó al general Siyak K'ak' a Tikal, a "su llegada" a la ciudad, liquidó la dinastía local comandada por Chak Tok Ich'aak I, y una año después, colocó en el poder a Yax Nuun Ayiin I quien al parecer era hijo de Búho Arrojalanzas).

Teotihuacan, al igual que Chichén Itzá, prescindió de la escritura jeroglífica y aparecen en los muros pictogramas y pinturas murales pero no hay textos jeroglíficos. Las excavaciones realizadas por Linda Manzanilla en un complejo habitacional próximo a la Pirámide del Sol, llamado Xala, indican que en Teotihuacan hubo un gobierno comandado por un grupo de dirigentes y no por un rey, por su parte, las crónicas del Chilam Balam, narran un gobierno de varios Halach Uinicob’ en Chichén Itzá y no existe el registro de ningún ahau (rey), en tanto que en Tula, se reconocen los nombres de varios reyes: Mixcóatl, Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl (éste último es un mito formado de varios mitos), Matlacóatl, Tilicóatl, Nouyoti y Huemac, así que si hubieran llegado los Toltecas a Chichén Itzá, hubiesen tenido un rey y no un grupo de dignatarios dirigentes tal y como ocurría en Teotihuacan, que poseía un gobierno de varios dirigentes por la diversidad étnica que la fundó después de la explosión del volcán Xictle que sepultó en lava volcánica a Cuicuilco y, a partir de entonces, Teotihuacan nunca tuvo rival hasta que sucumbió por la misma sequía que destruyó el gobierno de los ahauob’, los sobrevivientes llegaron a Yucatán en varias migraciones y se fusionaron con los mayas que habían sobrevivido a la sequía.

Los descubrimientos de Linda Manzanilla, Saburo Sugiyama, Rubén Cabrera y el análisis pormenorizado del Chilam Balam nos permiten afirmar que “los Toltecas no conquistaron a los mayas”, más bien, los Teotihuacanos tuvieron grandes intereses en el Mundo Maya desde su fundación y, al desaparecer, quienes estaban emparentados con el Mundo Maya, emigraron hacia el Sur.

Reescribir la Historia de Chichén Itzá significa desmitificar el hecho de que los mayas fueron conquistados por los toltecas y comprender de manera más amplia las dramáticas relaciones, diplomáticas, políticas, bélicas, culturales y económicas entre Teotihuacan y los mayas. Tangencialmente, nos permite encontrar un espacio de tregua en el inconsciente y absurdo malestar propiciado por una supuesta conquista de “los mexicanos” sobre los mayas.

Todos somos mexicanos, nacidos de múltiples semillas y, reconciliarnos con nuestro pasado a partir de las certezas históricas, nos permite reconocer una de nuestras grandes riquezas: la diversidad.

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