viernes, 25 de enero de 2013

La Gruta de Xibalbá III




Los relieves y petroglifos de la Gruta de Xibalbá son todo un suceso en la arqueología contemporánea, resguardados durante dos décadas por su descubridor, Carlos Poot, hoy nos revelan un conjunto de sorprendentes informaciones culturales y mitológicas.

En las dos entregas anteriores ubicamos la influencia olmeca-zoque en la iconografía del los relieves, afirmé que su factura y estilo los sitúa en un periodo anterior al desarrollo de la escritura por lo que deben de tener entre 2 500 y 3 000 años de antigüedad.

Sabemos que en aquellos lejanos soles, los pueblos olmecas y zoques dominaban el desarrollo cultural de Mesoamérica, su presencia e influencia cultural está presente en todos sus rincones y podríamos decir que fueron ellos quienes dejaron los cimientos culturales y religiosos para que los pueblos que los secundaron, como los mayas, lograran una cohesión agrícola y política.

Lo que se revela novedoso en éste periodo histórico es la presencia de elementos culturales provenientes de los pueblos teotihuacanos que normalmente se ubican en un periodo contemporáneo a los mayas y no en uno anterior. Es por ello que cuando descubrí dos máscaras --con rasgos teotihuacanos-- empotradas en los relieves de la Gruta de Xibalbá, quedé atónito y mi mente no lograba decodificar su presencia. 

La evidencia de una presencia teotihuacana entre antiguos rostros olmecas, históricamente resulta incongruente ya que la historia oficial nos indica que los teotihuacanos y los mayas tuvieron un desarrollo cultural paralelo pero éstas máscaras teotihuacanas ubicadas en el Norte de Yucatán --varios siglos antes de la fundación de la misma Teotihuacan--, significa meter reversa en los procesos históricos y en la comprensión de los orígenes de nuestros ancestros. Ese es uno de los grandes descubrimientos y uno de los enigmas por resolver que nos regalan los petroglifos y los relieves de la Gruta de Xibalbá.


Teotihuacan

LA CIUDAD DE LOS DIOSES

Entre 1998 y 2004, los arqueólogos Saburo Sugiyama y Rubén Cabrera realizaron excavaciones en el interior de la Pirámide de la Luna en Teotihuacan. Localizaron algunas ofrendas rituales, un entierro de felinos, aves y coyotes junto a seres humanos (presumiblemente todos vivos, los animales enjaulados y los seres humanos sometidos); como colofón, en el primer basamento de la Pirámide de la Luna, es decir, en sus orígenes, ubicaron tres personajes mirando en dirección hacia las selvas mayas cubiertos de jade y con ofrendas tradicionalmente mayas.

La Estela 31 de Tikal nos informa en su corpus jeroglífico que el general teotihuacano Siyak K’ak’ fue enviado por un dignatario de la Ciudad de los Dioses a conquistar Tikal e imponer una nueva dinastía de origen teotihuacano, el evento está registrado hacia el 14 de Enero del año 378.

Fragmento de una escena ubicada en una pieza de cerámica encontrada en Tikal que muestra "la llegada" (conquista) de un grupo de militares teotihuacanos en Tikal

Estos dos eventos nos señalan que desde los orígenes de Teotihuacan hubo una influencia maya en el Altiplano, de igual manera, observamos los intereses imperiales de Teotihuacan que ambicionaban el control de las minas de obsidiana y la gestión de la Ruta Comercial del Corredor de El Mirador que regía Tikal y por ello decidieron conquistar la ciudad maya.

Los hechos nos revelan una importante relación entre Teotihuacan y las Ciudades Estado Mayas entre los siglos I o II antes de Nuestra Era hasta el siglo IV. Ahora bien, la presencia de dos máscaras de origen teotihuacano en los relieves de la Gruta de Xibalbá elaborados siglos antes de Nuestra  Era, se torna en todo un enigma y nos dan una motivación extra para conservarlos y procurar su desciframiento.

Los petrogliflos de la Gruta de Xibalbá carecen de elementos sintácticos, no forman un discurso epigráfico, tampoco hay jeroglíficos mayas, contienen elementos arcaicos de la escritura maya pero ningún morfema, sílaba, ideograma o pictograma, se trata de voluntariosos glifos que revelan el interés de comunicar un conjunto de sensaciones o sonidos, percepciones, abstracciones mitogónicas, pero no hay un discurso ni frases.

Petroglifos de la Gruta de Xibalbá

Lo anterior nos conduce a ubicar su creación varios siglos antes de la incipiente escritura olmeca o maya, en aquellos referidos tiempos, los teotihuacanos no figuraban en el plano existencial mesoamericano, esa es la situación que desequilibra cuando uno observa los elementos iconográficos chamánicos de origen olmeca junto a las mascaras teotihuacanas.

Ciertamente los teotihuacanos no desarrollaron una escritura formal, prescindieron de la escritura porque se configuraron con individuos de diferentes etnias, idiomas y tradiciones, de tal suerte que encontraron en los pictogramas el medio idóneo para comunicarse.

Cuando los mayas sublimaban la sintaxis en discursos inscritos con intrincados jeroglíficos, los generales teotihuacanos discutían delante a elementales pictogramas las estrategias para conquistar a las ciudades mayas.

Los teotihuacanos prescindieron de la escritura pero los olmecas y los zoques, la crearon. Una de las inscripciones más antiguas (500 a.C) se ubica en San José Mogote en Oaxaca y pertenece precisamente a un pueblo zoque-olmeca; los relieves de la Gruta de Xibalbá fueron elaborados por pueblos olmecas y zoques en un periodo en el que no habían desarrollado la escritura y en principio aún no figuraban los teotihuacanos en el concierto mesoamericano de pueblos fundadores.

Una de las máscaras de estilo Teotihuacano de la Gruta de Xibalbá

Ese es el punto nodal, se testimonia la presencia de máscaras teotihuacanas en el área maya, mucho antes de que los mismos mayas comenzaran a construir sus primeras ciudades.

Estas evidencias nos conducen a reconsiderar los procesos formativos de nuestros mayores. Es obvio que si los relieves de la Gruta de Xibalbá hubieran sido ejecutados durante el apogeo del Clásico (300-700 d.C) cuando los teotihuacanos dominaban Mesoamérica, entonces deberían haber inscripciones jeroglíficas porque los mayas dieron a la escritura el estatus divino durante ese periodo histórico.

Si como vemos hubo presencia olmeca en los elementos iconográficos de los relieves, entonces deberían existir anotaciones calendáricas en la Cuenta Larga o algún ideograma olmeca como los que encontramos en piezas de jade o en algunas tallas de piedra, ahora bien, al no encontrar ningún rastro de escritura jeroglífica en la Gruta de Xibalbá, concluyo --siguiendo la calidad de los petroglifos y su factura--, que fueron diseñados antes del boom jeroglífico y del omnipresente culto al Dios Maíz, es decir, hace 2 500 o 3 000 años pero en aquellos soles, los teotihuacanos no configuraban un imperio, es más, aún no fundaban Teotihuacan, ese es el meollo del asunto y la importancia que observamos en la riqueza iconográfica de este extraordinario descubrimiento.

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