martes, 29 de enero de 2013

La Gruta de Xibalbá / Máscaras y Chamanes




El explorador maya, Carlos Poot,  recientemente dio a conocer la existencia del majestuoso legado histórico de la Gruta de Xibalbá, ubicada en el municipio de Lázaro Cárdenas. Gracias a Carlos, hoy, cientos, miles de individuos, conocemos algunas imágenes secretas del universo religioso de los papás de los mayas… queda aún mucho camino por recorrer en la interpretación del Relato de la Gruta de Xibalbá, los cierto es que estamos delante a “uno de los grandes descubrimientos de los orígenes de la Civilización Maya”. 
 
A 30 metros de profundidad y en el muro continuo a un ojo de agua, los ancestros de los mayas plasmaron un Relato Mitológico Chamánico en la Gruta de Xibalbá. En sus grafías encontré máscaras, petroglifos, individuos, símbolos de entidades divinas, hachas y seres mágicos.

Una de las aportaciones históricas que en primera instancia nos ofrece el Relato de la Gruta de Xibalbá, es la enigmática diversidad étnica de los individuos ahí representados. Encontré rostros olmecas-zoques y teotihuacanos, pero hasta el momento no he ubicado rostros mayas ni tampoco escritura jeroglífica lo cual nos indica que fueron creados por los ancestros de los mayas ¿pero quienes fueron? He ahí el asunto nodal de ésta historia, estamos descubriendo a individuos provenientes del Altiplano y del Golfo de México quienes habitaron el Mundo Maya… antes que los mayas.

Los ancestros de los mayas nos dejaron el testimonio gráfico de sus inquietudes mitológicas así como de sus ceremonias chamánicas, justo en un periodo en el que la economía mesoamericana aún no se fundamentaba en el cultivo del maíz, todavía no se consolidaba el Poder de los “ ahauob’ ” (Señores de la Palabra) quienes precisamente son hijos de la divinidad del maíz y, en éste lejano periodo histórico, los chamanes poseían un lugar predominante ya que fueron los intermediarios con las entidades divinas; intercedían para el bienestar físico, mental y económico de la comunidad dedicada tanto a la incipiente agricultura como a la milenaria recolección.

Al igual que las sociedades paleolíticas, los ancestros de los mayas tuvieron un estilo de vida regido por tabúes y cuando algún integrante de la comunidad rompía el orden establecido, las entidades divinas castigaban a toda la comunidad, provocando mal clima, escasez de presas y una magra pesca; los chamanes entonces, a través de sus viajes estáticos, ceremonias y rituales que escenificaban en el interior de las cuevas, viajaban hacia el ámbito divino para entrar en comunión con las divinidades y negociar el restablecimiento del orden. 

El chamán debía pasar penurias, ser azotado por las fuerzas del más acá, sufrir en su cuerpo la divina furia, discurrir por desafiantes mundos paralelos para finalmente regresar al plano consciente e informar del designio de las divinidades y de los sacrificios que debían realizar para congratularse con las fuerzas sagradas.

El dibujo que presento ahora, se ubica en el centro del Relato de la Gruta de Xibalbá y, aunque en algunos fragmentos los personajes y relieves se confunden con la roca, después de un largo trabajo de observación, he descubierto que se trata de un mascarón en el que aparece un personaje con la lengua bífida, los rasgos son olmecas, tiene orejas de murciélago y de entre ellas surge una probóscide similar a la de Chaac --entidad de la lluvia—una misteriosa "cuerda energética" primero une al mascarón con una gigante hacha y luego se extiende  hasta llegar al cuello de un individuo que cuenta con dos rostros, uno en blanco y el otro en negro: parece que está danzando o que se encuentra sentado en una columna. 



El relieve sugiere que sus manos estuvieran en su pecho y es posible que algunas fisuras en la roca indiquen que sostiene una máscara. 

Es el único rostro que pudiera tener rasgos ligeramente mayas; el relieve insinúa también que la "cuerda energética"  o su brazo izquierdo extendido sujeta la mitad de una máscara tipo olmeca.

Delante al personaje, encontré dos rostros teotihuacanos en paralelo, el primero tiene los brazos alzados y el segundo es aún más enigmático porque su rostro, en realidad es una máscara incrustada sobre el perfil de un ser de origen olmeca que ve a los pies del danzante; claramente se observa que sus manos están juntas como si estuvieran sosteniendo o aprisionando “algo”. Debajo de los seres teotihuacanos una “T” invertida nos recuerda el símbolo del viento maya pero invertido.

Las grafías del Relato de la Gruta de Xibalbá fueron esculpidas en relieve y bajo relieve, el fondo y la forma son unidad; se lee tanto lo que sobresale en relieve como los pasajes más oscuros en el fondo oscuro que originalmente formaban parte de relieves en la roca que estuvieron pintados. Estamos constatando un lenguaje plástico que unía a la escultura con la pintura pero sin buscar una finalidad estética sino como un vehículo para hacer visible el ámbito sagrado.

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