martes, 12 de noviembre de 2013

El aprendiz sin maestro



El maestro entrecerró sus ojos para ver y preguntó a su discípulo...

--¿Por qué sonríes si ni siquiera resolviste la parte inicial del enigma?

El aprendiz miró a su maestro con gratitud, se levantó y junto a la puerta le contestó:

--No es preciso conocer las respuestas de los enigmas, sino vivirlos...

Caminó por un erial con fondo rojo reflexionando:

El presente es inasible y se ubica entre mis palabras y mi lectura, entre mi aliento y mi cuerpo, entre mi deseo y mi sueño...

Dice que la vida es lo evidente,
lo palpable, lo presente,
pasa, se gasta...

la vida como el agua fría es la sorpresa del invidente,
la vida es detenerte en la caricia, en lo ausente...

En aquellas arenas donde nada es cierto,
pasean los mitos con el corazón extirpado al Templo
y la realidad es la ensoñación de un Yo que no existe...

Los maestros me han dicho que con enunciados y reflexiones, presurosos dibujamos el contorno de nuestra circunstancia; sin embargo, la circunstancia es circunstancial y se apropia del fuego que ilumina; cobija a las necesidades propias del individuo que lo enciende…

...el aprendiz se descubrió caminando en la selva, reconoció que su búsqueda espiritual lo había aislado del mundo que hemos creado dentro del mundo, un venado cola blanca rumiaba con la mirada fija en sus manos; el aire se hizo ligero y volvió asible lo intangible; un breve silencio desfiguró las fronteras y el aprendiz dejó de cuestionarse. 

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