sábado, 28 de diciembre de 2013

Olmecas / Los Orígenes


 El luchador de Uxpanapa


En 1927, Hermann Beyer fue el primer arqueólogo que publicó el término olmeca en una reseña sobre “un ídolo” fotografiado y dibujado en el volcán San Martín Pajapan por el explorador Franz Blom. En 1942, arqueólogos norteamericanos y mexicanos se reunieron en Tuxtla Gutiérrez para intentar ponerse de acuerdo sobre la interpretación de los pueblos y expresiones culturales que ahora nombramos olmecas… no hubo consenso.

Desde entonces han surgido diversas hipótesis sobre el origen de los olmecas: Matthew Stirling y Alfonso Caso lo situaron en el sur de la costa del Golfo México e Ignacio Bernal y Richard Diehl coinciden con esa visión. John Graham lo identificó en el Pacífico guatemalteco, Miguel Cobarruvias propuso que los olmecas inicialmente se establecieron en Guerrero y luego se extendieron hacia Morelos, Puebla y Veracruz. Román Piña Chan sugirió un origen suramericano (Ecuador y Colombia). Charles Wicke lo ubicó en Oaxaca, John Clark y Michael Blake han sugerido la costa del Pacífico chiapaneco, Christian Duverger recientemente crispó a la comunidad arqueológica al proponer un origen “nahua”, finalmente, María del Carmen Rodríguez y Ponciano Ortiz plantean un proceso de desarrollo gradual entre los años 1700 y 1500 a. C. en todas las regiones antes mencionadas.

La ciencia y sus respuestas

Los estudios mitocondriales y la arqueología evidencian que desde la época Paleolítica la región que nombramos Mesoamérica fue habitada por individuos provenientes de diferentes regiones del mundo, algunos de ellos arribaron navegando a remo. La Dra. Silvia González de la Universidad John Moores de Liverpool, realizó un estudio mitocondrial a los restos óseos de individuos Pericúes quienes hasta hace 200 años habitaban en Baja California Sur, los resultados indicaron que están emparentados con los aborígenes australianos.

¿Cómo fue que los ancestros de los Pericúes lograron navegar el océano Pacífico y cuándo lo hicieron? Lo desconocemos. Por otra parte, la arqueología reconoce dos oleadas migratorias provenientes de Asia durante los periodos glaciares, una efectuada hace 40 o 35 mil años y la otra hace 10 mil.

En aquellos soles, los océanos se encontraban al menos 200 metros por debajo de su nivel actual, el agua faltante estaba congelada en las regiones boreales y los glaciares se alzaban hasta 4 kilómetros de altura. Cuando descendió el nivel de los océanos, las cimas de los volcanes oceánicos emergieron y formaron islas.

Visto que en el Continente Americano no evolucionaron los Homínidos, una milenaria migración proveniente de África es la única respuesta que podemos dar a la presencia de individuos con características negroides mezcladas con asiáticas tanto en San Agustín, Colombia, como en Mesoamérica. Al estar acostumbrados a vivir en regiones tropicales y por la anchura de sus fosas nasales, resulta difícil suponer que grupos negroides hubieran venido caminando por las nieves del gélido Norte.

El océano Atlántico es atravesado por la Dorsal Mesoatlántica, se trata de una gigantesca cadena volcánica que cuando los océanos descendieron sus niveles, formó una serie de islas entre África y Brasil que hicieron posible el viaje de África al Continente Americano, saltando de isla en isla.

Pero ¿es factible que hace miles de años los seres humanos pudieran navegar los océanos o sus costas? En el vestíbulo del Museo Nazionale Preistorico Etnografico Luigi Pigorini, de Roma, Italia, se exhibe una barca con 7 750 años de antigüedad, mide10 y medio metros de largo; fue encontrada sumergida en las aguas del lago Bracciano a 12 metros de profundidad, en un arcaico astillero del pueblo prehistórico de la Marmotta.

En el Neolítico europeo ya existía la tradición marítima y en algún lejano tiempo y remando a contracorriente, temerarios individuos de Oceanía atravesaron o bordearon el Pacífico hasta llegar directamente a Baja California Sur.  Con estos antecedentes, es probable que durante el periodo del descongelamiento glaciar, algunos grupos de exploradores neolíticos africanos, navegaran a remo desde África hasta Suramérica, posiblemente partieron de la región que hoy ocupan Guinea y Sierra Leona con dirección a las decenas de islas que emergieron en las cordilleras volcánicas de la Dorsal Mesoatlántica; es importante observar que las cadenas montañosas y volcánicas sumergidas son más anchas en el Atlántico ecuatorial, por lo que las distancias entre las islas, aunque oceánicas, fueron practicables y menores a las que navegaron los ancestros de los Pericúes.

Para confirmar los lejanos orígenes africanos en algunos pueblos olmecas se precisa contar con pruebas, pongo a consideración una de ellas: el fruto Lagenaria siceraria  conocido en el Continente Americano como guaje, bule  o porongo, es una de las plantas más antiguas que fue cultivada por los seres humanos.

Los investigadores Deena S. Decker-Walters, Mary Wilkins-Ellert, Sang Min Chung y Jack E. Staub de la Universidad de Wisconsin y del Vegetable Crops Research Unit, Department of Horticulure publicaron en Economic Botany 58 (4) pp. 501-508. 2004, los resultados de los estudios que realizaron en Zimbabwe a 5 variedades salvajes de Lagenaria siceraria  y concluyeron que la evidencia científica determina que el guaje o bule: es africano.

Aunque el bule o guaje también se difundió por Asia, es una planta tropical y en las épocas glaciares, el guaje o bule no se podía sembrar en el hielo o en la tundra, siendo inoperante cargar sus semillas durante las migraciones árticas por lo que Lagenaria siceraria no llegó a América por el Norte, sino por el Atlántico. 

Cuando se seca el fruto de Lagenaria siceraria, se retiran las semillas y, según su tamaño, en su interior se suele verter agua, mate o pulque; ésta costumbre contemporánea tiene sus orígenes en las culturas precolombinas y su presencia gráfica más antigua se remonta al s. II a. C., en el mural norte de San Bartolo, Guatemala, donde aparece la divinidad del maíz recibiendo un guaje florido como ofrenda por parte de un individuo maya con “el rostro pintado de negro”. En los murales mayas de San Bartolo, la divinidad del maíz posee un rostro olmeca…

Diversidad

Las milenarias migraciones provenientes de diferentes regiones del mundo configuraron a las culturas precolombinas; los pueblos olmecas de todas las latitudes compartieron un bagaje cultural y un estilo propio, pero fueron multilingüísticos, multiculturales y multiétnicos.

Las dataciones en C14 de los pueblos olmecas confirman ocupaciones tempranas en Teopantecuanitlán, Guerrero, hacia el año 1423 a.C + - 112 (Guadalupe Martínez Donjuan,1986; Niederberger, 1986). En Amuco Abelino,  Medio Balsas, ya había presencia olmeca en el 1530 a. C + - 230 (Louise Paradis, 1974,1976). Las majestuosas pinturas de Oxtotilán se ubican hacia el 1000 a. C. (David Grove, 1968). El sagrado sitio de El Manatí, en Veracruz, se ubica hacia el 1730 a. C (María del Carmen Rodríguez, Ponciano Ortiz, 1997). Éstos datos nos ofrecen un extraordinario mapa que revela los inicios de una dispersión cultural olmeca.

Sugiero que más que un origen olmeca suramericano, existieron ancestrales relaciones culturales entre los pueblos pre-urbanos que después formaron a los olmecas y a las ciudades precolombinas suramericanas como San Agustín, Colombia (anterior al desarrollo olmeca, 3 300 a.C). Herederas de un probable y lejano pasado africano, ambas latitudes americanas comparten: un lenguaje iconográfico, una fisonomía asiática y negroide, la práctica del chamanismo-jaguar como estructura de poder, petrograbados en los manantiales y escultura monumental, entre otros paralelismos.

Chamán de San Agustín, Colombia

La estatuaria de San Agustín evidencia semejanzas estilísticas y étnicas con las esculturas de los pueblos olmecas, como el lenguaje corporal, la presencia de wayob’ (nahuales o coesencias), la iconografía belicosa, la calidad y factura de la talla de la piedra, la edificación de tumbas con columnas monolíticas, sarcófagos de monolíticos decorados con diseños de jaguares y reptiles, así como los rostros jaguarizados de chamanes en transe.

Espejos

Decenas de artefactos y esculturas olmecas denotan rasgos negroides como la característica fisonomía de las cabezas olmecas; la escultura de la Cruz del Milagro, Veracruz; el danzante de Tzintzuntzan, Michoacán; el Enano de Jade del Cerro de las Mesas, Veracruz y el rostro de la Serpiente Emplumada y los wayob’ esculpidos en la Escena I de la Gruta de Xibalbá-Cueva Pak Ch’en, Quintana Roo, entre muchas otras expresiones plásticas de distintos pueblos olmecas.

Pero también encontramos una diversidad étnica: en el Monumento 13, en la Estela 3, en el Altar 4 de La Venta y en la Estela D de Tres Zapotes, aparecen individuos barbudos o con narices aguileñas, en contraparte, el lenguaje corporal así como el rostro sereno y sabio de la escultura El Luchador de Uxpanapa, asemejan a un guerrero asiático.

Los orígenes olmecas se remontan a migraciones milenarias provenientes de diferentes latitudes, los pueblos olmecas sintetizaron diversas tradiciones para codificar una cosmovisión que dio sentido al devenir de las subsecuentes civilizaciones mesoamericanas: he ahí el desafío de su compleja interpretación ya que a pesar de que cuentan con un “estilo propio”, hay tantas variantes olmecas como diversos son sus orígenes y fueron sus contemporáneos.


Si algún día se realizaran estudios genéticos a las osamentas del niño olmeca enterrado en el sitio El Pajón y a la del noble del entierro 2 de Tres Zapotes, contaríamos con invaluables datos que nos permitirían avanzar en la búsqueda científica de los orígenes de los pueblos olmecas.     

2 comentarios:

  1. muy interesante la teoria sobre la migracion via las isla en el dorsal atlantico

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  2. Saludos Ron Kuijpers, seguimos deconstruyendo...

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