Las
primeras civilizaciones del Continente Americano se desarrollaron en
Suramérica: Valdivia en Ecuador, Caral en Perú y San Agustín en Colombia. Mil
seiscientos años antes que los pueblos olmecas se establecieran a lo largo del
actual territorio mexicano y Centroamérica, en las montañas colombianas que
abrigan el nacimiento del Río Magdalena, se desarrolló la enigmática cultura de
San Agustín.
Fundamentados
en pruebas de C14, los investigadores Luis Duque y Julio C. Cabillos sugieren
un desarrollo cultural configurado por diversos pueblos desde el 3300 a. C
hasta la llegada de los españoles. San Agustín es reconocido mundialmente por
la calidad y majestuosidad de sus esculturas relativas al universo chamánico y
a los rituales funerarios.
La
clasificación del investigador Gerardo Reichel-Dolmatoff establece cuatro
estilos fundamentales en la estatuaria de San Agustín: Naturalista, Arcaico,
Expresionista y Abstracto. La diversidad de estilos es producto de la longevidad
del sitio y por los distintos pueblos que ahí residieron durante 4 700 años.
Existe
un bagaje cultural Panamericano que contiene códigos e iconografías relativas a
la simbiosis chamánica con animales totémicos, los manantiales, cuevas y las
montañas sagradas. Tanto en Chavin, Perú, como en el basto territorio Olmeca y
en San Agustín Colombia, ubicamos a individuos con rasgos asiáticos y
negroides, así como esculturas, grabados y petroglifos relativos al transe
chamánico y a los viajes estáticos en ceremonias y rituales con plantas
psicotrópicas.
Las
coincidencias iconográficas, mitológicas y étnicas nos indican que las culturas
primigenias del Continente Americano tuvieron un pasado común y
arqueológicamente fue en Suramérica donde se sitúan los primeros centros
ceremoniales y las primeras sociedades urbanas.
Hace
unos años tuve el privilegio de ser invitado a dictar unas conferencias sobre
la Civilización Maya en la Universidad Surcolombiana de Neiva, Colombia y,
gentilmente, el rector dispuso una camioneta para que un grupo de estudiantes
me llevara a conocer el Parque Arqueológico de San Agustín. Fue una experiencia
extraordinaria percatarme que los colombianos y los mexicanos somos hermanos
desde antes de hablar español.
Las
tumbas olmecas y las de San Agustín son similares, los dignatarios esculpidos
en esculturas monumentales cuentan con los mismos atributos, rostros que
recuperan los colmillos y la actitud
de los jaguares, labios gruesos, narices anchas y ojos rasgados. Las
tumbas de dignatarios tienen sarcófagos en forma de reptiles y “dragones”; los
búhos son mensajeros del inframundo pero lo que más me sorprendió fue encontrar
a una águila que devoraba a una serpiente como lo vemos en la siguiente fotografía.
Durante
muchos tiempo se ha visto que los chamanes olmecas toman atributos de animales
y sus rostros denotan la fusión con el jaguar en sus trances. Hoy sabemos que
los jaguares de todo el continente americano pertenecen a una misma familia y
que fue el animal totémico por excelencia de las culturas primigenias desde el
actual territorio mexicano hasta la pampa argentina.
Una
de las situaciones que ha cautivado la atención y los enigmas de los buscadores
es que tanto en las esculturas de San Agustín como entre los esculpidas por los
pueblos olmecas encontramos rasgos negroides. En anteriores artículos he
presentado una propuesta que sugiere el cruce desde el continente africano a
las costas suramericanas a través de las islas que durante el Neolítico
emergieron entre Brasil y Mauritania (hoy están sumergidas), además de
constatar que algunas plantas como el Calabazo se ha comprobado que es de
origen africano y que desde el punto de vista lingüístico es sorprendente que los
idiomas bosquimano hablado en Sudáfrica y el Maya Ta’an que se habla en la
Península de Yucatán, son de los últimos idiomas que utilizan glotaciones. El
hecho de que los primeros centros urbanos de América se establecieran en
Suramérica y que sus habitantes cuenten con características negroides,
fortalece mi propuesta.
Son
aún un misterio el tipo de organización social de los sanagustinos y los
olmecas, pero podemos indagar en sus semejanzas iconográficas y sus expresiones
mitológicas esculpidas en las piedras para develar los secretos que aún quedan
impregnados en las piedras que esculpieron.