sábado, 5 de abril de 2014

La Palabra y El Maíz



Las palabras generan la memoria colectiva, articulando palabras, creamos circunstancias o procuramos anhelos. Es, a través de las palabras, como los seres humanos tomamos control sobre las cosas, los seres y los eventos. La palabra recrea y transfigura al mundo, con ella hacemos un mundo dentro del mundo.

Los mayas históricos suspendieron las palabras en piedras calcáreas, las dotaron de vida y desafiaron al tiempo. Envueltas en la humedad de las selvas, trascendieron la intención de sus creadores revelando los misterios codificados que las vinculan con lo sagrado.

Nuestros mayores se congregaban en torno al discurso del Señor de la Palabra quien conocía los secretos del movimiento celeste y afirmaba estar emparentado con la entidad divina del maíz; portó el  título “ahau”, que se traduce como "el que determina, el que grita, el que habla”.

El maíz precisa de la mano humana para germinar y existir; la palabra invoca a un pensador que la formule y de sentido a lo insondable. En el Mundo Maya Histórico, la palabra y el maíz formaron una unidad.  

El glifo de la palabra maya emerge de la boca y, al encontrarse con el mundo regresa a quien la pronuncia. Este es el motivo por el cual los mayas son reservados y cuidadosos cuando hablan.

Los pueblos mayas contemporáneos siembran maíz con rituales y esmero. Las divinidades evolucionan, se transfiguran… también la palabra y los granos. Los mayas no desaparecieron porque supieron adaptarse a la evolución del criterio humano y, algunos pueblos aún conservan las semillas de sus abuelos.
Coc.

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