martes, 28 de octubre de 2014

La Sabias Serpientes





Me encontraba estudiando Budismo Vipassana en el monasterio Wat Ram Poeng de Chiang Mai, al Norte de Tailandia y coincidió que el maestro Marco Antonio Karam, director de la Casa Tibet en México, realizaba una visita de cortesía al monasterio ya que deseaba conocer al maestro Ajahn Tong, pero en esos días, el venerable maestro no se encontraba en Chiang Mai. Fui invitado a salir de mi retiro meditativo para acompañar a Marco Antonio y visitar al Ajahn Tong en otro monasterio.

La visita al maestro Ajahn Tong fue una experiencia energética realmente extraordinaria y, en el camino de regreso, pasamos por algunos pueblitos de las montañas tailandesas que cuentan con decenas de pequeños templos; al dar la vuelta en una curva, de pronto aparecieron dos serpientes que descendían por la balaustrada de la escalinata que daba acceso a un templo.

En el monasterio Wat Ram Poeng me habían ya llamado la atención las serpientes que coronan los techos de los templos que se conocen como Nagas y pertenecen tanto a la tradición hinduista como a la budista. En la India se cree que viven en el fondo de los océanos y representan a la sabiduría pero tienen un carácter irascible y pueden provocar grandes desgracias a lo seres humanos, es por ello que se les ofrenda y venera.

Las Nagas están emparentadas en la India con la diosa Prajnaparamita que apareció en tiempos de Carlo Magno y más tarde sufrió los embates fundamentalistas de los musulmanes y casi desapareció del imaginario colectivo pero aún subsiste en el torbellino religioso de la India. En la historia budista, Nagarjuna se acercó a la orilla de un lago y recibió las enseñanzas de la Sabiduría Perfecta entregadas por una princesa en forma de Naga.

Desde tiempos sin memoria pétrea ubicamos la relación entre las aguas, la sabiduría y las serpientes. En las culturas boreales que nos heredaron hace 10 mil años los mitos comunes de las religiones y creencias agrícolas, la Diosa Sedna está emparentada con las aguas primigenias y, al descender del glaciar al trópico, el mito femenino de las aguas a Sedna se transformó en el culto a la diosa Isis en Egipto, en el Culto Mariano con todas sus vírgenes ligadas a ríos y cántaros de agua, así como los rituales a Yemayá en la santería niger-caribeña y el universo acuático-femenino de la creación que contiene el Xibalbá de los mayas históricos. Hasta la Sirenita de Walt Disney reproduce ese esquema ancestral que heredamos de las culturas boreales y es por ello que existen tantas coincidencias mitológicas en regiones equidistantes del mundo.

Hay serpientes de tierra, de agua y de luz, en el caso de la Serpiente de Luz de la Civilización Maya que desciende en Chichén Itzá, postulo en mi tesis sobre las culturas boreales que deriva de la Aurora Boreal.

En el caso de las Nagas de los templos de Tailandia, me informaron mis maestros tailandeses que tienen la función protectora de los recintos a través de la fuerza del conocimiento y la sabiduría. La imagen sagrada se solidifica, el imaginario colectivo realiza un sublime acto de comunión entre la creencia y la realidad tangible. Han transcurrido muchos años para que finalmente pudiera entender todo lo anterior, he tenido que viajar al gélido Norte para entender a las Nagas tailandesas y comprender su relación con las serpientes mayas y la relación que guardan las aguas primigenias con los cultos femeninos.

Aquel día, cuando salimos de la curva y vimos a las serpientes que descendían del templo budista --que acompañan el artículo--, se me revolvieron los conceptos y solicité amablemente a los maestros tailandeses que detuvieran un momento su vehículo para fotografiarlas. Marco Antonio Karam y yo nos miramos con complicidad interpretativa, sabíamos que delante a nosotros se reproducía un icono de las Culturas Autóctonas de México, en aquellos soles que meditaba intensamente, las palabras eran justas y medidas, me comunicaba más con la expresión corporal y con los ojos. Karam y yo nos quedamos pasmados por un momento y guardamos silencio. En el camino de regreso al monasterio Wat Ram Poeng, reflexionaba sobre los cinco personajes que surgen de entre las fauces de las serpientes y al intuir que pudieran estar emparentados con los 5 puntos cardinales de nuestras culturas autóctonas (el centro es el quinto punto cardinal) pregunté al maestro Tannata sobre el significado de los cinco personajes, me dio la respuesta clásica del monasterio: “acknowledge” (reconócelo o confírmalo) y siguió manejando sonriente. Con su respuesta, el maestro Tannata sembró en mi inconsciente una noble verdad que años después germinó en una tesis interpretativa sobre el origen de lo primero.


A causa de la desertificación del Este africano hace 8 millones de años, surgió el bipedismo que dio paso a la hominización y, por el congelamiento del casquete polar, las culturas boreales compartieron un imaginario mitológico que dio pauta a las creencias y a las religiones de las sociedades agrícolas tributarias, por ello, desde el punto de vista fisiológico, somos hijos del calor, pero culturalmente somos hijos del frío.

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