Celebrar
el Día de la Raza es un absurdo en todos los sentidos. No existen las razas
humanas ya que no nos subdividimos en especies biológicas. En1492 no se
descubrió América, Colón y sus marinos estaban perdidos. Los latinoamericanos
somos los frutos de milenarias migraciones y de múltiples conquistas, reducir a
un evento a nuestros orígenes limita la comprensión de nuestra Condición
Humana.
Los
mexicanos no somos hijos de la puta del conquistador como decía Carlos Fuentes.
Algunos se identifican con el laberíntico berrinche de la soledad de Octavio
Paz y se consideran hijos de la chingada, muy su gusto. Tengo para mi, que
Octavio nos regaló una mentada de madre en prosa poética y la apropiación de su
laberinto es un fiel reflejo de la incongruencia histórica ya que no nos
atrevemos a vernos en nuestra totalidad y nos lamentamos de nuestra mayor
riqueza: la diversidad.
Los
mexicanos mestizos en un volado nos jugamos la vida pero en un albur nos duele
el corazón. Tenemos la piel finamente susceptible porque desvaloramos a
nuestras riquezas culturales. Se nos desgarran las vestiduras por los
refugiados de Siria pero denigramos a nuestros pueblos autóctonos y a los
migrantes centroamericanos en tránsito a los USA los recibimos en Chiapas a
machetazos, mordidas, extorsiones y violaciones.
Repudiamos
al Impero Español del S. XVI argumentando en castellano nuestro escupitajo al
espejo. Precisamos hacer las pases con la otra parte de nosotros mismos para
dejar de celebrar incongruencias y lamentar la conquista e invasión peninsular.
Marco la diferencia entre conquista e invasión porque los mayas no fueron
conquistados ya que conservan sus valores culturales, lengua e imaginario
colectivo, por otra parte, si no hubiese acontecido esa conquista e invasión,
no hubiéramos existido.
¿Acaso
los mixtecas se lamentan hoy en día de la conquista que les propinó el tlatoani
Ahuizotl y de los tributos y víctimas que debieron otorgarle para los acrificios humanos en el Templo Mayor? ¿Quién
en en Teotihuacan celebra la conquista teotihuacana de Tikal y el asesinato del
ahau Chak Tok Ichaa'ak I en enero de 378? ¿Nadie en Chichén Itzá guarda rencor
por la conquista del cocom Hunac Ceel Cahuich sobre los Itzáes en 1185? Ninguno
de mis amigos tlaxcaltecas se sienten ofendidos porque sus ancestros dejaron de
comer sal durante 20 años por designio de los mexicah quienes además los obligaban
a realizar guerras floridas para sacrificar a los prisioneros ¿Quién llora la
muerte del tepaneca Maztla en 1430 a manos de los mexicah quienes convirtieron
a Atzcapotzalco en un mercado de esclavos?
Las
Condición Humana nos ubica en la violencia, la depredación y el agandalle,
forman parte de nuestra esencia independientemente del idioma o lugar de
nacimiento. Las fronteras son imaginarias y transitorias, frágiles y absurdas,
nos condicionan y lo aceptamos porque nuestra conducta como animales gregarios
nos conduce a la búsqueda de la Identidad Regional, esto ocurre desde e
Cromañón y no dejará de suceder, forma parte de los principios elementales de
la evolución. Hacer el bien y desear lo mejor es una abstracción y un anhelo,
realizar lo contrario es lo normal. Los castellanos, aragoneses, judíos y
árabes que acompañaron a Colón en sus viajes patrocinados por la ambiciosa
reina católica, no fueron lo más granado de la cultura ibérica, pero ningún
ejército se constituye de intelectuales y aquí los recibieron ancestros que
practicaban la antropofagia y realizaban sacrificios humanos.
Castigar
a una parte de nuestra identidad opaca a la otra parte de la que estamos
hechos. Se nos ha inculcado una amañada versión de nosotros mismos, de pronto,
nos encontramos con una percepción de culpa de aquellos eventos históricos en
los que no participamos pero que indudablemente nos configuran y nos presentan
desvalidos y derrotados delante a un vertiginoso presente de posesión y
gerencia del mundo que pregona de manera suicida la sociedad occidental; ese
pasado de culpa y de culpables, se instala en el “presente lineal” de nuestro
entendimiento racional y nos limita nublando a nuestra identidad
latinoamericana.
Abracemos
a nuestras sombras, sin ellas no estamos completos.
Claudio Obregón Clairin