miércoles, 2 de marzo de 2016

Democracia, Desarrollo Sustentable, Esperanza...


 Playa del Carmen, Quintana Roo

La Democracia es otro de los descabellados mitos inventados por los griegos. En la alabada Atenas de Pericles, votaban únicamente 40 mil ciudadanos, mujeres y ancianos carecían del derecho al voto y era una feliz democracia “con esclavos”. El mito llamado Democracia funge como un paliativo para que sea menos pesada la carga que siempre los dominantes ejercen sobre las mayorías. 

En el universo no hay moral sino eventos, nosotros los adjetivamos, los mayas históricos los ritualizaron y la ciencia los mide. Las aspiraciones humanas en ocasiones se descubren inertes delante a la noble verdad que establece que el movimiento no es ni bueno ni malo, tan sólo se mueve y nosotros con él.

El desarrollo, como lo ejercitamos desde el Cromagnon, implica destrucción de los ecosistemas. Si los mexicanos tenemos mala memoria, la humanidad no retiene y siempre se sienta nueva y auténtica. Lo cierto es que todas las culturas sucumben y todo desarrollo destruye. Los Romanos liquidaron la fauna del Norte y centro de África para satisfacer sus 420 Coliseos y en Roma, durante 280 días al año tenían fiesta, funciones y exterminios. Los Teotihuacanos se ahogaron en sus inmundicias por una gran sequía, los mayas de El Mirador hacia el 300a.C deforestaron su entorno provocando otra sequía y así, inexorablemente, también nosotros, con nuestro desarrollo, dibujamos nuestra desaparición.

Actualmente la Industria Turística y los llamados ecocidios forman parte del desarrollo de los capitales no de los individuos, eso ha estado claro desde que llegaron a nuestras tierras las cadenas ibéricas del formato all inclusive que por cierto, en España, no existe… se le considera maligno.

¿Cómo vas a sacar del hotel al turista si está hartándose de comida y bebidas o más aún cómo hacer que Quintana Roo sea siempre un destino a visitar? No hay mucho hilo negro que hilar, Inglaterra y Canadá invierten en la cultura como se hace en un gran negocio. Si reprodujéramos como ellos una serie de Festivales Culturales, en un proceso de varios años que inicialmente privilegiara a los artistas locales ya que no hay necesidad de gastar miles de dólares para traer a un cantante o a un grupo musical famoso para que ofrezca un concierto millonario. Con no más del 20% de lo que se malgasta trayendo artistas de renombre, se puede realizar una muestra del talento local que vaya de gira por el Estado. Hay que sembrar primero y después de unos años, se vitalizan los festivales y atraen a los visitantes a nuestros destinos, como sucede en Montreal, que durante el verano hay una decena de superfestivales con una derrama turística importante, por cierto, hablando de sembrar, en Quintana Roo nombramos a los mayas por aquí, a los mayas por allá, hoteles, playas y desarrollos turísticos se nombran mayas o tienen nombres en idioma maya, miles visitan las zonas arqueológicas mayas y no tenemos un “Festival de la Cultura Maya” que sin duda atraería a miles de participantes pero claro… primero habría que invitar a los mayas.

La Cultura se ha excluido en la dinámica turística porque no es vista como un gran negocio. Las alternativas del “turismo humano” generaría otro tipo de “desarrollo” pero eso es lo deseable, el all inclusive, la eventitis, la foto en sociales y la transfiguración afeminada (todo se nombra con "X") así como la comercialización de la Cultura Maya… es lo normal. 

Mirando al espejo, en Quintana Roo develamos un desarrollo de novísimas urbes sin jardines públicos, con calurosas planchas de concreto y grandes vialidades, calles y colonias que están un grado arriba del anonimato por eso llevan números en lugar de nombres.

Ciudades sin lugares de reunión que no sean los centros comerciales, urbes de interiores donde no hay referentes sociales, salvo la Fuente de El Ceviche cuando gana la Selección de Fútbol.  Somos ciudadanos carentes de arraigo, pertenencia, identidad, somos también el reflejo de una sociedad emergente y en crecimiento. Quienes emigramos, procreamos hijos que luego emigran por falta de oportunidades de desarrollo ya que sustancialmente, venimos a hacer billete, igual que los capitales.

La caca la hacemos todos. Ahora bien, si vemos a la Naturaleza con moral siempre habrá un billete que maquille las inmoralidades y logre amparos contra las leyes o decretos. Delante a la incongruencia perceptiva, sugiero una actitud práctica que empieza por nombrar las cosas por su nombre y no por su figura imaginaria, deseable, democrática o existencialista/ambientalista.

Es un falacia el “desarrollo sustentable” se trata en todo caso de “una degradación paulatina”, seamos objetivos, no hay preservación sino degradación. Otra de las nobles verdades se refiere a la impermanencia, así que preservar la naturaleza es tan irreflexivo como intentar rescatar nuestras raíces... el asunto no está en el postulado, ni en el silogismo que lo acompaña sino en la realidad siempre cambiante y violenta del universo y de la humanidad.

Estamos entrampados mentalmente en un modelo inexistente y la esperanza con sus decorativos enunciados nos hacen perder contacto con nuestra realidad animal, con nuestra Historia y con nuestra existencia en un universo violento, caníbal y siempre cambiante.

Nosotros, apenas si transcurrimos un fragmento de la aparente calma en la que los mayas descubrieron al tiempo y después de medirlo con extrema exactitud, de pronto sus ciclos no coincidieron con los eventos pluviales... si cambiamos los términos y nombramos y atendemos de frente a la “degradación paulatina” tendremos menos conflictos con nuestro actuar…

No hay comentarios:

Publicar un comentario