viernes, 30 de diciembre de 2016

De las Piedras y el Tiempo



En el imaginario religioso maya, el inframundo está relacionado con la fertilidad, la Creación, el origen y es la residencia de la divinidad de las aguas pluviales y las subterráneas. Al descender a cuevas y cenotes, los mayas observaban que las piedras contenían los restos endurecidos de crustáceos, corales y moluscos, desconocemos qué reflexiones les provocaría tal observación, sin embargo, sabemos con certeza que para ellos los objetos podían convertirse en sujetos, es decir, adquirían alma.

Un objeto ritual como un cetro de poder con la imagen de la divinidad Kawil, simbolizaba el Poder mismo de la dinastía reinante pero lo trascendente es que estaba vivo. De igual manera, los basamentos y los templos que erróneamente nombramos pirámides (no terminan en punta y tampoco los construyeron los egipcios), fueron llamados Witzob por los mayas históricos y estaban dotados de alma, se les imbuía existencia al ofrecerles ch’ulel o energía vital, la cual, se encontraba en la sangre. 

Los Witzob fueron entidades y no monumentos, adquirían alma con el ch’ulel y luego las pintaban de rojo, en el Mundo Maya, la mayoría de las pirámides estuvieron pintadas de rojo y, como si fuesen antenas parabólicas invertidas: unían al cielo, a la tierra y al inframundo. Los monumentos mayas, son la suma del Poder religioso y por su majestuosidad, generaban sumisión. Su función fue múltiple, algunos contuvieron sepulcros para los ahauob (reyes), otros estuvieron adosados de habitaciones (como la llamada acrópolis de Ek Balam) y, en la cima de algunos Witzob, se dispuso de plataformas para las danzas e invocaciones a los espíritus o entidades divinas que erróneamente llamamos dioses ya que un dios es omnipotente, invisible, omnisciente, castiga o premia, nos comunicamos con él a través de la oración o con un intermediario y fundamentalmente nos crea un sentimiento de persecución y culpas, en tanto, a las entidades divinas o espíritus –como los que veneraban los mayas— se les invoca y evoca, se les ve de frente, se crean alianzas con ellos y se tornan aliados en las intenciones contra nuestros congéneres, por lo anterior, se genera una deuda que se debe pagar puntualmente. Las mal llamadas pirámides mayas eran el espacio catártico en el que nuestros mayores se comunicaban con sus espíritus. 

Los Witzob fueron construidos con piedras que originalmente formaron la vida submarina y luego se petrificó; millones de años después, los mayas históricos las cubrieron de estuco y sus Witzob fueron bañados de rojo. Las piedras de los mayas históricos tuvieron dos veces vida.

Tun, es el vocablo para nombrar a las piedras mayas y, como la lengua maya es polisemántica, es decir, un vocablo puede tener varias acepciones, Tun, también es un apelativo para nombrar al tiempo. 

Es a través del movimiento como podemos percibir al tiempo. Observando el movimiento de los ciclos de los planetas y del Sol y de la Luna, los mayas estructuraron sus calendarios o fijaron al futuro y al pasado los eventos divinos y los humanos. En función del movimiento de Venus determinaron los periodos para sus guerras y, cuando sucedían conjunciones planetarias, inauguraban sus monumentos. 

Cuando un planeta aparece en el horizonte y luego desaparece, los mayas históricos percibían la sensación del paso del tiempo pero el ciclo de los astros no dejaba rastro físico. Viendo petrificados en las piedras a los crustáceos, a las conchas marinas, a los caracoles y a los peces, ubicaban el testimonio de la vida y de la muerte, contaban con la evidencia física del paso del tiempo y, quizá por ello, pudiera ser, para los mayas el tiempo y las piedras fueron unidad.

Claudio Obregón Clairin

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