lunes, 22 de mayo de 2017

Mitos Panamericanos / Conferencia



Vaso Ceremonial Mochica
Las culturas autóctonas del Continente Americano se desarrollaron desde el glaciar hasta la selva ecuatorial y compartieron un bagaje mitológico común. Ignorando o negando las dataciones de C14 de Pedra Furada en Brasil (35 000 a. C) o Monte Verde en Chile (17 000 a.C), los portavoces de la Historia Oficial Mexicana, determinaron por decreto burocrático institucional (de la actual dirección del INAH y refiriéndose a la joven Naia del Hoyo Negro de Tulum) que el poblamiento americano fue unidireccional y desde Beringia (12 000 a. C) lo cual, científicamente es falso.

¿Cuándo hemos visto un sendero o carretera que se recorra únicamente de ida? Abstrayéndonos del determinismo oficialista, es evidente que las poblaciones originales de América recorrieron el continente de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba. Es por ello que tanto los Inuit o Haida en el glaciar boreal como los mayas en el Trópico de Cáncer o los Incas y Mochicas en la zona ecuatorial, compartieron mitos fundadores que ubicamos en las crónicas de los dos hermanos que se transfiguraron en el Sol y en la Luna. Veneraron igualmente a un árbol mitológico con un ave posada en su cima, consideraron al inframundo como creador de la vida y los soberanos sustentaron sus gobiernos en el chamanismo, por mencionar tan sólo algunos mitos y estructuras del Poder que les son comunes. Estas presuntas coincidencias en realidad son huellas de migraciones y de intercambios culturales que se originaron desde el lejano Paleolítico.



Esferas pétreas de Costa Rica 

Recientemente realicé dos viajes de investigación a Costa Rica y a Montreal, Canadá, visité museos, zonas  arqueológicas  e  intercambié  criterios  con amigos investigadores de ambos países. Me intrigaba conocer el origen de las enormes esferas pétreas de los diquís, en Costa Rica, así como la cerámica y la lapidaria de la Gran Nicoya (en el Templo de las Pinturas de Tulum aparece la imagen de un metate proveniente de esa región centroamericana) y quería estudiar las piezas olmecas encontradas en Costa Rica.   



  
Una semana más tarde intercambié criterios con amigos investigadores de Quebec y visité nuevamente la sala mesoamericana del Museo de Bellas Artes de Montreal, en la que además de piezas mayas, olmecas y totonacas, se exhiben obras de los Mochicas y Nazca del Perú.   


Después de un análisis iconográfico, leyendo los reportes arqueológicos y ubicando la temporalidad de cada cultura, concluyo que aún y cuando las culturas autóctonas de América se desarrollaron en el arco de 3000 años --y en regiones equidistantes como el glaciar, el desierto y la selva--, compartieron un imaginario mitológico común, lo cual resulta fascinante y es prudente investigar científicamente sobre este tópico para reconsiderar nuestros orígenes mitológicos panamericanos. A la luz de la evidencia arqueológica, iconográfica y cultural, propongo dejar de interpretar a las culturas autóctonas de América de manera unidireccional, aislada e inconexa. En futuras entregas compartiremos más información en la Sección Cultural de Por Esto!

El próximo miércoles 24 de mayo, los invito a participar en la conferencia “Mitos Panamericanos” que dictaré a las 8 pm en el Centro Luz Azul, Cancún. Durante la exposición, presentaré algunas conclusiones interpretativas sobre el origen y desarrollo de los mitos panamericanos, sustentadas en extraordinarias fotografías de artefactos, ajuares de oro y jade, cerámica ritual y representaciones de rituales chamánicos de los mochicas, san agustinos, mayas, olmecas, inuit, incas, valdivianos, nazquenses, haidas y otros enigmáticos pueblos autóctonos americanos que son poco conocidos, como los diquís. 

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