lunes, 12 de octubre de 2009

El Cuau










El Cuau


El Fútbol es un fenómeno cultural que escenifica la antigua necesidad de confrontar y vencer "al otro". Los seres humanos poseemos un arsenal de ritos sociales que datan de la época de las cavernas y de más allá del tiempo. Un ejemplo relacionado con la antigua cacería es la manera en la que nombramos a los equipos de fútbol: Los Pumas, Los Tigres, Los Jaguares, Los Tiburones, Los Potros y cuando no son feroces animales entonces se buscan ejemplificaciones de Poder como La Máquina, Los Diablos etc. 


Actualmente, el Fútbol es un catalizador mundial de millones de inquietudes mediatizadas y juega un rol sustancial en la vida emocional de la mayoría de los habitantes del planeta,. 


En el reciente partido eliminatorio contra El Salvador, el Perro Bermúdez comentó al iniciar "su ladración televisiva" que era únicamente un partido de fútbol y que no estaba en juego el honor de los países. Coincido con Aguirre en que ese partido era una guerra sin muertos, es más, cada partido eliminatorio y los que se juegan durante el mundial, son guerras. Basta considerar que antes de iniciar las hostilidades, se cantan los himnos nacionales ¿cómo no va estar en juego el honor nacional?


En este momento, en el que nuestra identidad como mexicanos se encuentra tan deprimida, causa una enorme felicidad que estemos entre las 32 naciones futboleras más chilpocludas del planeta y lo hemos logrado "a pesar de nosotros mismos".


El fútbol es un clarísimo ejemplo de la calidad de vida y del espíritu de cada nación, un equipo de fútbol es un ejército que se entrena con la única misión de vencer a su enemigo (contrincante), valiéndose exclusivamente de sus cuerpos. Nuestro fútbol como toda "expresión cultural", es un espejo de la realidad económica, política y cultural del nuestro país. En su estructura se reproduce el laberíntico esquema que configura el espíritu de nuestro tiempo donde los vicios se volvieron hábitos en el quehacer y en la productividad, generamos lo que el maestro Gabriel Zaid llamó "Progreso Involutivo", ahora bien, lo sensacional del asunto es que todos, absolutamente todos, somos cómplices del caos. 


Los seleccionados nacionales son un claro ejemplo de lo que aspiramos a llegar a ser la mayoría de los mexicanos: "ganar mucho dinero" aún y cuando en algunos momentos debamos someter nuestra dignidad para mantener el empleo y ser cómplices de la venta de nuestro trabajo al mejor postor, callar delante a la simulación y la injusticia, entre otras bajezas que en otros tiempos provocaban revueltas sociales y hoy, son una costumbre neoliberal. Ese es un buen tema para los sociólogos, a mi me interesa el asunto humano y Cuahutémoc Blanco, es un personaje ya mitológico que representa al espíritu guerrero de millones de mexicanos y su trayectoria en la Selección es un claro ejemplo de cómo hemos decidido ser los mexicanos con nosotros mismos. 


Cuahutémoc posee una extraordinaria trayectoria profesional, jugó en España pero un trinitario casi le rompió una pierna y estuvo meses sin actividad. En el Mundial de Francia, El Cuau se presentó como mariscal de campo, uno de lo momentos más emotivos de su carrera, fue el gol que anotó contra Bélgica: Ramírez recibió un largo y preciso pase del Cabrito, mandó un centro al área, El Cuau llegó volando con los pies por delante, empalmó la pelota en el aire y la colocó en la red; en ese mundial dio a conocer al mundo la Cuahutemiña y también formó parte del equipo que barrió a la Selección Brasileña en el Azteca para campeonarse en la Copa Confedereaciones. Ha marcado los goles necesarios en dos eliminatorias que han clasificado a México a sendos Mundiales, hoy tiene 36 años y es el mejor jugador de la Selección, también el mexicano más amado, pero hace cuatro años, La Volpe dijo que estaba ya viejo para ir al Mundial y lo marginó, después llegó Hugo, pero en la Seleción aún comandaban los La Volpe Boy´s (Osvaldo, Márquez, Pavel y Borguetti) le hicieron la vida imposible en el Tri, cuando Ericksson no lo metía a jugar, determinó que era tiempo de retirarse y en una de nuestras fronteras, en un partido infame, parecía que se acaba el ciclo de una estrella del fútbol mexicano, pero no, el destino y Cuauhtémoc sabían que era otra historia la que se tenía que escribir. 


La historia se repitió y una vez más, Javier Aguirre llegó a sacar las papas del fuego, convocó a jugadores de todo pulmón y voluntad y dejó a un lado a los jugadores totémicos, llamó a Cuauhtémoc la rueda dio una vuelta y de los Lavolpe Boy´s nada más quedó Márquez, quien por cierto, en todos los paridos importantes en los que ha participado en la Selección, se ha hecho expulsar o ha cometido penaltis, es grande en el Barcelona pero en la Selección por trayectoria es capitán; sin embargo,  en el juego, es prescindible. 


Hoy, El Cua representa a millones de individuos que triunfan luchando desde abajo, en el barrio, hablando de frente, de preferencia con leperadas para que se recuerden toda la vida. Antes de un partido trascendente, tiene la costumbre de desprestigiar al contrincante, se mete con los entrenadores de las otras selecciones, a un periodista hondureño le contestó: "Mejor me pasas a tu hermana" cuando no le gustó su pregunta y a todos, con los hechos, los vence, El Cuau, es un naco con talento. En la cancha es mañoso, insulta, desespera al rival, lo liquida con la palabra altanera, soez, con gestos de machín, con su juego, con su visión de cancha y con sus goles; es tanta su presión, que enfrentando su insistencia, los contrarios terminan por meter la pelota en su propia meta.










Es el ejemplo de un mexicano pachanguero y triunfador, Aguirre dijo en la conferencia posterior al partido que Cuauhtémoc  es un gran jugador, es El Cuau y siempre será El Cuau, se le quiere "aunque es bien pedote". El Cuau es un tipo que está por encima de su destino y de sus compañeros, que entiende que en la Selección Mexicana se trabaja en equipo pero no existe unidad de criterios porque los jugadores responden a los intereses que los formaron, por ello, piensan en términos de individualidad y son aliados de la disciplina del poder televisivo pero, paradójicamente, esos intereses y el poder televisivo, los hacen coincidir en una causa que trasciende a sus individuales y responde a las necesidades emocionales de una nación que ha hecho suyo este triunfo.


En ese grupo de jugadores se encuentran dos cancunenses: Vela y Sabah, uno de ellos juega en Inglaterra. Distinguidos Ciudadanos Cancunenses que cuando regresen a Cancún deberíamos organizarles un reconocimiento, son guerreros que pelearon junto con El Cuau en un ejército que utiliza el cuerpo y la inteligencia como armas. Pero no lo vamos a hacer, así somos de ingratos los mexicanos con nuestros compatriotas, quizá los paseen durante las próximas elecciones, cuando los necesiten para salir en la foto del recuerdo, ahora falta que ellos quieran y es así como nos la llevamos, en la pura fantasía de los intereses inmediatos que degradan el futuro sin ver lo vital y trascendente que produce arraigo, riqueza social, identidad. El fútbol es un fenómeno cultural y quienes además lo disfrutamos, estamos festejando y seguiremos festejando que calificamos al Mundial de Sudáfrica, porque ciertamente hubo esfuerzo, guerreros, estrategas, errores, afición y contradicciones pero se logró la calificación, a pesar de nosotros mismos. 


Durante la fiesta del sábado, en el cuarto que está junto al baño, de pronto apagaron la luz y quienes se quedaron ahí adentro, perdieron todo en esa oscuridad; nuestra circunstancia puede cambiar si en ese cuarto prenden un cerillo o un encendedor porque precisamente ahí están guardados los fuegos pirotécnicos del Bicentenario.


¿Alguien sabe por qué los jugadores y cuerpo técnico nacional ya no realizan el tradicional saludo a la bandera con la palma de la mano derecha colocada horizontalmente sobre el pecho?



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