martes, 15 de febrero de 2011

Espejos de Obsidiana y Mercurio



Una cultura depende de la calidad de sus dioses, de la configuración que lo divino haya tomado frente al hombre, de la relación declarada y de la encubierta, de todo lo que permite se haga en su nombre y, aún más, de la contienda posible entre el hombre, su adorador, y esa realidad; de la exigencia y de la gracia que el alma humana a través de la imagen divina se otorga a sí misma.

Maria Zambrano.





Los mexicanos poseemos un bagaje cultural confrontado en un penosa incomprensión que interpreta con culpa la derrota de nuestros ancestros precolombinos delante a los peninsulares del s. XVI, este absurdo limita nuestro desarrollo como nación y guía nuestra psique hacia el fatalismo, en consecuencia, añoramos lo inexistente, traicionamos la totalidad de nuestra identidad y olvidamos que somos los frutos de varias semillas, que nos comunicamos en lengua castellana, que los peninsulares arribaron pletóricos de conductas y costumbres árabes que aún circulan en nuestra sangre y en nuestro idioma, que las tradiciones precolombinas palpitan en nuestra gastronomía y en nuestro universo festivo y, finalmente, que ninguno de nosotros hubiera nacido si los aragoneses y castellanos no hubieran contado con la ayuda de los pueblos enemigos de los mexica (aztecas) quienes decidieron apoyar a Hernán Cortés en la guerra contra los sanguinarios mexica porque durante siglos fueron sojuzgados por un imperio tan violento como cualquier otro.

Octavio Paz, desde su pedestal, utilizó la mentira como recurso dialéctico y en “su laberinto” afirmó sin sustento que en la conquista los dioses mexica abandonaron a su pueblo, cuando en realidad, el territorio que actualmente ocupa la República Mexicana, estuvo configurado por infinidad de divinidades y los dioses no pueden traicionar a sus pueblos porque precisan de ellos para su existencia.

Cuando los mexica conquistaban territorios lejanos, tomaban prisioneros a los “dioses extranjeros” y los conducían a una cárcel-templo situada delante al Templo Mayor con la finalidad de que los pueblos sojuzgados observaran que su sometimiento era también divino y, en lo subsecuente, al ofrendar tributo a sus dioses, tendrían que hacer lo propio con los dioses mexica.

En aquellos soles y durante las batallas en Tenochtitlan y Otumba, los peninsulares se encomendaron a Santiago y a la Virgen en tanto que los mexica invocaron a Huitzilopochtli y Tezcatlipoca, la balanza se inclinó hacia los barbudos porque contaron con armas de fuego, caballería, metales, ruedas, la preciada ayuda de pueblos enemigos de los mexica y, sobre todo, con la fragilidad del tlatoani (rey mexica) Moctecuhzoma Xocoyotzin quien dubitativo, en vez de organizar una revuelta en contra de los invasores, decidió recibirlos con oro e inmediatamente fue hecho prisionero padeciendo un final deshonroso, más tarde, la furia de los pueblos oprimidos por los mexica --como una gigantesca ola de rencor y odio--, se volcó contra el imperio, la impopularidad de los mexica era tal, que los pueblos que nunca dominaron, como los michoacanos, rechazaron ayudarlos en su desgracia a pesar de que ello significaba que en un futuro cercano, ellos mismos confrontaran a los peninsulares.

Como un estigma y una imposición premeditada, hemos sido educados por los gobiernos posrevolucionarios en la incongruencia y el mal entendido que presupone el fatalismo de haber “sido conquistados”, tal estupidez es el origen de muchas de nuestras desgracias y aunque la respuesta se localiza en nuestras narices, los pueblos mestizos mexicanos seguimos preguntando el por qué de nuestro infortunio, comulgamos con fantasmas y espectros que nunca existieron, atendemos como verdades los dictados existencialistas y cargamos con orgullo el estigma de un sometimiento que sucedió hace 33 generaciones como si hubiera sido la noche pasada o la noche triste, ese es nuestro ingrávido delirio, pero si lo observamos con criterio histórico, desaparece delante a nuestros ojos y encontramos nuestro reflejo entre espejos de obsidiana y mercurio.

Ciertamente, los conquistadores e invasores (los mayas nunca fueron conquistados sino invadidos) se comportaron de fea manera con los pueblos que sometieron, pero en la Historia de la Humanidad ¿qué ejército se ha mostrado benevolente con los conquistados? ¿Qué quedó de Cartago? En nuestros soles ¿Cómo le fue a Afganistán o Irak? La condición humana determina aniquilar a los contrincantes y someter las leyes invasoras sobre las viejas costumbres ¿por qué deberían de actuar de manera diferente los peninsulares? ¿Qué ganamos con victimizar a los mexica cuando ellos fueron brutalmente sanguinarios con sus semejantes? Es absurdo y contraproducente dignificar a un pueblo que ciertamente poseyó un conocimiento metafísico de la existencia, que dignificó a la poesía y al poder de la palabra pero también extirpaba corazones humanos para sustentar su vínculo con los dioses.

Herederos de una tradición milenaria y de lenguas, cosmogonías y tradiciones equidistantes, a los mexicanos nos resulta urgente dejar de concebir a los mexica como víctimas o como nuestra madre doliente que fue sorprendida por los “violentos aragoneses y castellanos” y su recalcitrante machismo, el Conquistador Anónimo, comentó en su crónica que después de haber viajado por el mundo, concluyó que los mexica eran los hombres que más mal trataban a sus mujeres ( y conocía a la perfección el mundo árabe…) es, precisamente en las tradiciones mesoamericanas donde se originaron el sojuzgamiento a la mujer, nuestro machismo, la constante descalificación de los actos femeninos así como la justificación matrilineal de los desvaríos masculinos… que ahora las mujeres tomaron revancha asidas del garrote, del martillo y de la tarjeta de crédito, es otro discurso, sin duda, ellas se arropan con las carencias masculinas, pero viendo el lado amable, esta fricción en la pareja puede conducirnos hacia el desafío de la equidad y en ese sinuoso sendero nos encontramos con moretones, soledades, berrinches e incongruencias pero ese es el “sino” o “tonal” de nuestro tiempo y, finalmente, para vernos a los ojos con dignidad, es preciso recapitular nuestros orígenes, por ello la Historia es importante en nuestras vidas, ya que la cabal comprensión de nuestros orígenes conlleva la certeza de nutrirse con aire puro…

Aclarados estos puntos básicos de la identidad mexicana, situémonos en un contexto más amplio que nos permita reconocer tanto la riqueza cultural mesoamericana como la colonial ya que ambas, configuran una unidad.

Propongo entonces ver el reflejo de nuestra existencia tanto en un espejo de obsidiana como en otro templado por el fuego y detrás de nuestros rostros, aparecerán las divinidades y las hierofanias (toma de conciencia de las expresiones sagradas que se manifiestan en los objetos).

Los mexicanos, poseemos en nuestro cotidiano infinitos vínculos con las sustancias del mundo precolombino mezcladas con el cristianismo, el paganismo y el capitalismo.

Hace unos días visité el corazón de la República Mexicana, un espacio sagrado-político desde los tiempos mexica, lo llamamos Zócalo Capitalino ( el zócalo es la base del pedestal ubicada en el centro de la Plaza de la Constitución en la que ondea nuestra bandera), originalmente el edificio que alberga el Palacio Nacional, fue el Palacio de Moctecuhzoma y de todos los tlatoanis desde Acamapichtli (s. XIII), junto a este palacio, el 21 de febrero de 1978, un grupo de trabajadores de la cuadrilla 303 de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro perforaban la tierra para introducir unos cables y encontraron una escultura mexica que representa a la diosa Coyolchauqui, este descubrimiento dio pie al magno encuentro con los restos del famoso Templo Mayor (adoratorio mexica dedicado al dios de la guerra Huitzilopchtli y al dios del agua Tlaloc en cuya cima extirpaban corazones humanos), recientemente se encontró en esa zona una majestuosa representación de la diosa Tlaltecuhtli (en una próxima entrega hablaremos de su importancia religiosa) y existe un sensacional museo que ofrece un elenco de ofrendas recuperadas entre las diferentes etapas constructivas del Templo Mayor.



Enfrente de las ruinas del Templo Mayor y junto a la Catedral Metropolitana, es decir, entre las representaciones de los dos universos religiosos que configuraron nuestros orígenes, palpitan y respiran victoriosas las hierofanías y las grafías invisibles --pero tangibles-- de nuestro pasado, Danzantes vestidos a la usanza mexica realizan ceremonias y danzas que recuerdan aquellos tiempos en los que las energías de los puntos cardinales eran invocadas con el sonoro timbre de un caracol, en tanto, otros mexica-nos coloridos y emplumados, realizaban “limpias energéticas” con copal que según se lee en sus carteles, “curan la ignorancia”, a unos metros de los chamanes posmodernos, un grupo de tambores invocaban los espíritus mexica que durante 5 siglos permanecieron en un largo sueño para que procuraran armonía entre los mexica-nos católicos quienes sin renunciar a su credo, gustosos aceptaban el baño de humo blanco porque respondían a un atávico señalamiento que dirige su intención profunda entre el humo blanco vestido de tambores divinos.



Algunos compatriotas asistieron al recinto sagrado comulgando con la comida, abasteciéndose de tamales, tacos con lechuga y crema de a 3 por 10 pesos y hubo quienes tentados por la oferta globalizadora, fueron seducidos al llamado de 3 hot-dogs por 15 pesos, De reojo se podía adquirir artesanía de los indígenas de Oaxaca o Puebla y los caracoles continuaban invocando a los espíritus de los cuatro vientos en tanto la tarde bañaba con rojiza luz a los enamorados que intercambiaban besos con acento a cebolla y chile serrano, intempestivamente los mercaderes recogieron sus ofertas culinarias porque una camioneta blanca se aproximó con los malos de la película que hacen cumplir la ley, aquella ley que prohíbe vender productos alimenticios en la vía pública pero que los mexica-nos olímpicamente fracturamos porque el precio de descuento --y sin impuestos-- manda y porque la tradición estará siempre por encima de las legislaciones que aprueban aquellos "representantes populares" que personalmente conocemos durante las campañas políticas pero una vez ungidos en el fuero constitucional, misteriosamente desaparecen de nuestras vidas para de vez en vez saber de sus andanzas por las incongruencias que verbalizan en el recinto legislativo, por los insultantes sueldos que mal-devengan y por las leyes que puntualmente aprueban en beneficio de los intereses que realmente gobiernan este país lleno de misticismo e improntas milenarias que reconocemos, negamos y con estupor descubrimos en nuestro cotidiano, en nuestra gastronomía, en nuestros rituales y en nuestras hierofanías.






Percatarnos de estas riquezas significa entender-nos mejor para sacudirnos las culpas impuestas por los gobiernos posrevolucionarios que nos han educado venerando héroes perdedores, rindiendo homenaje a la mentira histórica, mediatizando nuestras consciencias y nuestras raíces… pasado el desencanto, regresaron los mercaderes para seguir satisfaciendo a la ávida clientela de la cocina mestiza.



México es un país megadiverso, con una historia milenaria que no está constituida de laberintos sino de certezas, de un pasado precolombino que lo tornamos propio en la gastronomía, en los rituales, en las miradas a los ojos de nuestros semejantes y en nuestro pasado que a los historiadores contemporáneos nos corresponde explicar con dignidad, franqueza y en lengua castellana con la finalidad de observar la riqueza de nuestro pasado sin prejuicios y culpas, construyendo la opción de un presente digno y de un futuro promisorio.

Claudio Obregón Clairin.



























6 comentarios:

  1. Maaaaa! senti que me transporte con tu relato, Maestro! La verdad prefiero los tacos con lechuga a los hot-dogs... Gracias a tu articulo estare googleando un rato para saber mas del templo mayor... Tenks!

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  2. Curiosamente, estimado Lalo, googleando encontré por ahí que el Hot-Dog es ya un mexicanismo... la trasculturación transgrede y anexa... próximamente publicaré artículos sobre Tlaltecuhtli (diosa mexica de la tierra y la fertilidad) y su reciente descubrimiento a los pies del Templo Mayor, pronto será poseedora de un museo, saludos estimado amigo que transita por los senderos del Mayab. Claudio.

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  4. No he leido mucho acerca de las culturas mesoamericanas, o mejor dicho; no he leido tanto como me gustaría, pero me intriga mucho tu afirmación: "precisamente en las tradiciones mesoamericanas donde se originaron el sojuzgamiento a la mujer".
    ¿Donde leiste eso?, hasta los arqueologos más cerrados afirman que en derechos humanos los mexicas estaban cuatro siglos adelantados y yo diria que muchos siglos más, hay lecturas basicas antes de hablar de estos temas y pretender "Aclarar puntos básicos de la identidad mexicana", un panorama mas amplio lo puedes tener en "La civilización azteca" de George C. Vaillant, Fondo de Cultura Económica.

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  5. Con el animo de aportar a tu publicación: de bajo del palacio nacional, no se encuentra enterrado el templo mayor, Leon Portilla publico un libro muy bonito y con imagenes de Mexico Tenochtitlan que podria servir para corregir tus publicaciones, en lo personal son muy buenos todos los comentarios que se puedan hacer de nuestras raices, pero cuidando no reproducir las mentiras que los salvajes han inventado, oscureciendo nuestra historia, un ejemplo muy claro es la actitud de Moctezuma, aunque nos duela aceptarlo es tradición es cultura y es nuestra forma de ser recivir al viajero en nuestra casa, en nuestra cama y con nuestra comida, eso se practica y así sera por que así somos, la historia se recuerda para no repetirla, no para culparnos.

    Cem Anahuac Tenoch Tlalpan.

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  6. Hola Curado, la cita sobre el trato denigrante a las mujeres por parte de los mexica es del "Conquistador Anónimo", quien leía las cartas y predijo su muerte durante la batalla de la llamada Noche Triste. Por otra parte, las culturas agrícolas primigenias fueron sustancialmente machistas, desde el Código de Hammurabi, pasando por la estructura social de la dinastía Hang, en China, las sociedades clasistas de la India, la Falocracia Egipcia que colocaba penes a las diosas para igualarse a los dioses, desde que los seres humanos se concentraron en la agricultura predominó el machismo y además, la sociedad mexica era militarista, observa a las comunidades indígenas actuales, salvo algunas excepciones como los zapotecos y los mayas peninsulares, en la mayoría de las etnias mesoamericanas actuales la mujer está siempre sometida y relegada por el yugo de "Usos y Costumbres". Los mexica no tenían un imaginario de "Derechos Humanos", eran guerreros. Agradezco tu corrección aunque no aplica porque escribí "junto al Palacio" nunca especifiqué que el Templo Mayor estuviera "debajo" de Palacio Nacional. Aunque me he especializado en la Civilización Maya, soy originario del D.F, de niño iba de mirón a entrever por los andamios las excavaciones del Templo Mayor, durante más de una década guié a infinidad de turistas por el Museo de Antropología, conozco mi cultura, a fondo, por ello me resulta necesario develar íntegramente su riqueza y precisamente procura desmantelarnos de los mitos postrevolucionarios que veneran héroes perdedores, se compadecen de los victimarios y nos ubica como pueblos derrotados y centralizados en "lo mexica" cuando nuestra Historia es milenaria... saludos

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