jueves, 10 de marzo de 2011

El Semáforo




El Semáforo


Loco de amor en un mundo donde el sueño no es profundo, Magdaleno salió de la recaudería de don Fede con veinte centavos de cilantro, pensaba lavarlo y meterlo en el último hervor de su sopa de estrellitas, al cruzar la banqueta un grupo de incrédulos Premodernos le cortaron el paso y uno de ellos exclamó: 

--¡Oye tú…! ¡Amoroso suicida, ingenuo libertino! ¿Qué aprendiste hoy de tu dios…?

Magdaleno siguió de largo pero una vez más fue acosado y detenido, se sintió indispuesto porque no acostumbraba confrontar a los violentos, sigilosamente se escabulló y se colocó junto a un semáforo, Los Premodernos le gritaron infinidad de insultos y desgarradores adjetivos calificativos, Magdaleno los atrapaba y algunos los pudo colocar debajo de su brazo pero a los pocos minutos fueron demasiados y decidió apilarlos en torno a él, La multitud se congregó y Magdaleno tuvo que meter el manojo de cilantro en la bolsa izquierda de su pantalón para darse a la tarea de capturar con su manos todas las majaderías que le enviaban sin parar.

El muro de insultos que ávidamente construyó a su alrededor supero la luz roja del semáforo y sucedieron muchos accidentes, por fortuna había un cenote no muy lejos de sus pies y machacó las hojas de un henequén, trenzó tres cuerdas, luego las sumergió con cuidado en las aguas cristalinas del cenote, las recogió y las exprimió para saciar su sed, al atardecer tuvo hambre, extendió la palma de su mano y pacientemente comió de sus frutos.

Así sobrevivió algunos soles, La multitud siguió insultándolo día y noche, los reproches rebotaban en el muro de insultos, la gente se enardeció aún más y más hasta que la ciudad entera quedó envuelta por el muro de insultos, sus habitantes fueron empujados por sus maldiciones y se descubrieron caminando en el desierto, Cuando las voces fueron tenues, Magdaleno, escaló las groserías, al llegar a la cima del muro, caminó sobre él y no vio a nadie, se sentó y recordó los versos de un poeta a quien admiraba, guardó silencio y pronunció la palabra amor… entonces el muro se desvaneció y la ciudad se descubrió abandonada por la ira de sus habitantes.

Magdaleno quiso llorar, pero recordó que en realidad deseaba su sopa de estrellitas, así que corriendo se dirigió a su casa para prepararla… quizá los habitantes de la ciudad regresarían con hambre.

Claudio Obregón Clairin.

3 comentarios:

  1. No manches Maestro... Excelente, Excelente... Tienes algun libro editado que yo pueda comprar en la libreria??? (Of course!)

    ResponderEliminar
  2. He publicado en Argentina porque en México las condiciones editoriales no han sido equitativas, exploro la posibilidad de publicar en el ámbito digital democratizando la lectura ya que los precios de los libros son un asalto, en fin que estoy explorando, te mantengo al tanto estimado Lalo, Saludos. Claudio.

    ResponderEliminar
  3. Gracias Maestro... Sip, algo que me ha detenido a leer mas es el alto costo de los libros... (Ahora me las paso Wikipeando pero pues hay cosas que no me fio de la fuente)... Estas tus historias cortas me fascinaron pues simplemente te transportan y no dejan alguna duda (Al menos a mi) como cuando pasa en las peliculas con una mal traduccion y te quedas pensando -A que se habrá referido a esto? Y más que son del corte tipo futurista pero que pueden llegar a suceder, como si fuera una vision adelantada... Viste la pelicula "Inteligencia Artificial"??? Saludos y dejame decirte que cada día me dejas asombrado y gusto más del contenido de tu buen blog! Gracias!

    ResponderEliminar