Cuando Toca Ya

El amor es el nivel supremo de la conciencia y el escenario donde la perdemos, amar es una sublime experiencia que suspende al tiempo y otorga un sentido a nuestras vidas, enamorarse es comprender los secretos de la creación, comulgar con lo divino, entender la fragilidad del alma, detenerse delante al misterio o cabalgar en témpanos de cristal.

Dos miradas que se funden en un primer encuentro abren el escenario a la pasión y a la euforia, nuestros organismos sufren un atentado y energéticamente reaccionamos de manera distinta delante a lo que nos parecía incongruente del mundo. Entregarse con pasión desmedida conlleva el riesgo de perder la conciencia de uno mismo y necesitar del otro para ser, nos desequilibramos, de un intercambio sensual se pasa a un juego de Poder, renacen los atavismos, los secretos y sus sombras, aparecen los recuerdos, se repiten esquemas, se transfigura la personalidad y se desvirtúa el amor.

Cada oportunidad amorosa puede procurarse de nueva cuenta pero es preciso ser impecable y a los amorosos les resulta desafiante contenerse delante a la pasión. Aún así, reconstruir un amor significa comprender los límites del mismo para evitar fundirse con “el otro”, observar que en nuestro tiempo gobierna la individualidad y que todo fuego se extingue por ello se torna vital mantenerlo vivo, con caricias, con actos amorosos, con libertad, reconociendo que su intensidad tiene sus orígenes en la impermanencia.

Para el mar, amarse primero y después amar…