lunes, 27 de febrero de 2012

Jazz-Tun







Al amanecer, el mar deposita sobre la playa el sargazo que en el mar se observa verde y al entrar en contacto con la atmósfera adquiere un color verduzco para más tarde tornarse en café oscuro, el sol lo blanquea y después el viento lo rompe en minúsculos trozos que se transforman en los granos de arena de nuestras playas caribeñas.
Si tomamos con un puño un poco de arena, podremos contar alrededor de 20 mil granos, imaginando cuántos granos de arena pudieran encontrarse en las playas de Cancún, la cifra sería realmente descomunal, más aún, si intentáramos contar los granos de arena de todas las playas del mundo la cifra nos resultaría apabullante, pues bien, mi maestro de astronomía, el Cangrejo Emiliano, me confió que existen más estrellas en el cielo nocturno que granos de arena en todas las playas del mundo.

Mirar al cielo es saludable, en éstos días y después del atardecer, Venus y Júpiter se encontrarán alineados sobre la eclíptica, para los mayas la eclíptica era una serpiente bicéfala; se trata de una banda imaginaria que en la bóveda celeste va del Este al Oeste, por ella transitan el Sol, la Luna y los planetas visibles a simple vista: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Para los mayas los planetas visibles, el Sol y la Luna eran entidades divinas que participaban en los eventos humanos, fueron constantemente evocados con incienso y plegarias.

Durante algunas semanas más y después de las 10 de la noche, la Constelación de Orión estará en el Cenit --un poco hacia el Sur--, en ella, las estrellas Alnitak Saïf y Rigel forman un triángulo equilátero, Ox Xib’ Tun las nombran los jeroglíficos mayas y se pueden traducir como “las tres piedras del hogar” o “las tres piedras hacedoras”, según se lee en la Estela C de Quiriguá y en el códice Dresde. En ese lugar celeste, el Dios del Maíz tomó el fuego y lo envió a los seres humanos y es por ello que los mayas colocan tres piedras para hacer un fuego y cocinar o hervir el maíz.

Así que en el Mundo Maya el cielo y la tierra tienen lazos en común, quizá por ello en maya yucateco verde y una tonalidad de azul se pronuncian casi igual, ya que metafóricamente no se diferencia entre el cielo y la selva o entre el mar y el manglar. Nombrar significa identificar y corporeizar, pero los mayas con la Palabra lograron imbuir de alma a sus objetos tornándolos sujetos, entidades que además representaban fuerzas divinas.

Hace algunos millones de años la Península de Yucatán se encontraba sumergida en el fondo marino, cuando emergió, la vida marina se petrificó y si observamos con cuidado, encontraremos conchas marinas, restos de corales y crustáceos en casi cualquier pedazo calcáreo que hurguemos en Yucatán, así entonces, las piedras que los mayas utilizaron para construir sus Montañas Mágicas (se nombran Wits en jeroglíficos y pirámides las llamamos nosotros), tuvieron vida hace millones de años; los mayas quebraron las piedras con otras piedras y luego de hacerlas pequeñas, las transportaron en cestos o sacos para amalgamarlas con Sascab (tierra blanca) que servía como aglutinante, luego las piedras de las superficie eran talladas en forma cónica y empotradas entre la montaña de piedras pequeñas, más tarde el Wits se recubría con estuco (que obtenían al quemar otras piedras) y lo pintaban de color rojo, representando con ese color al “Ch’ulel” o energía sagrada, así entonces los mayas imbuían de alma a sus monumentos y dotados de esa virtud, se convertían en vasos comunicantes con sus dioses…

Piedra en Maya se dice Tun y las piedras de los Witsob’ tuvieron vida en dos ocasiones…

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