lunes, 31 de octubre de 2016

Emiliano y la Cumbia de la Incertidumbre




Hace unos días llovía al amanecer y entre sueños recordé que había dejado la ventana de mi vehículo ligeramente abierta, me vestí rápidamente y bajé a cerrarla. 

Observé que en el parabrisas había una cosa rara, como una bola con una pinza y cuando me acerqué, descubrí que era mi maestro de astronomía, el Cangrejo Emiliano. ¡Hola Emiliano, qué gusto verte! ¿Qué haces en el parabrisas? –Y contestó--: Pues a mi no me da gusto verte… qué crees que estoy haciendo ¿acaso no ves?¡Me estoy mojando! Ah cómo eres tarugo… Emiliano, te veo poco y siempre me tratas con desprecio… ¡Te lo mereces…! --Me dijo y continuó— no evolucionas ¿y sabes por qué? Porque quieres cambiar… mira milagro de la vida estacionado en un Ego, si tomaras otra actitud, te podría llamar por tu nombre… --entonces no supe si responderle, cerrar la ventana o regresarme a mi cama… me quedé pensando qué hacer y Emiliano exigió--: ¡Qué estás esperando para abrir el carro y protegernos de la lluvia! Si, si, ya voy –le dije—. Entramos al vehículo, Emiliano se acomodó en el tablero, tomó un pañuelo y secando sus lentes me dijo: tú eres de esos tipos que quieren cambiar y terminan dando vueltas sobre sí mismos… ¡cierra la ventana, no seas menso, se está mojando el interior de tu carro…! --Al cerrar la ventana continúo,--: eso es todo, acción, el universo es de acción y tú te la pasas buscando significados, significantes y conclusiones, ahí te pierdes, crees que con un argumento o sensación se puede cambiar, eres de esos tipos que buscan sin buscar; ningún ser cambia, puede evolucionar que es distinto, pero depende de sus acciones y de su impecabilidad mas no de la alegre suma de datos vertidos en un discurso, además, te haces tarugo tú mismo y te complaces después conmiserándote… 

Ah caray, Emiliano, eso está muy fuerte –respondí y me dijo--: pues es la verdad. Mira a esos pájaros negros que están posados arriba en los cables ¿sabes cómo se llaman? Zanates --le dije--, pues bien, son unos oportunistas de lo peor, se desplazan en grupo, los machos son negros y van por un lado, las hembras son cafés y van por el otro, no anidan; las hembras después de copular, colocan sus huevos en los nidos de otras aves; su gestación es rapidísima y nacen antes que los otros, luego tiran los huevos del nido o a los polluelos; son alimentados por los padres de los infortunados y, cuando crecen, emprenden el vuelo, se juntan con los de su especie y género, luego se dirigen a los restaurantes de los hoteles y roban el pan de las mesas, los llevan a la alberca, los mojan y ya suaves, se los comen. Los he visto devorar carne de los huesos tirados en los basureros, al atardecer, en parvada regresan a dormir a los parques, nunca los verás en la selva, acompañan a los seres humanos. 

Cuando encuentres a un zanate, significa entonces que el ecosistema se quebró, son como cucarachas con alas, siguen a los seres humanos y proliferan… si quieres darles una razón, motivo o escribir un ensayo sobre sus conductas, adelante, pierde tu tiempo, eso no va a cambiar su condición; con o sin tus observaciones, ellos continuarán… en pocas palabras: te la pasas retratando sin darte cuenta de la esencia de lo que enfocas… Guardé silencio y descifraba el mensaje de sus palabras cuando Emiliano me dijo: eres un vicioso, volviste a darle un sentido a lo evidente, tienes que aprender a bailar la Cumbia de la Incertidumbre, con el cuerpo, no con la mente, si piensas, pierdes el ritmo. 

Déjate llevar por la intuición que es tu fuerza oculta, no trates de cambiar que no vas a cambiar nunca, eres lo que eres en esencia y ya está, puedes evolucionar, pero tu caso lo veo complicado. Paró de llover y había amanecido, entonces Emiliano sin mirarme, comentó: el otro día escribiste en tu perfil de facebook un atisbo de luz, decías que más que un curso de superación personal, deberían existir cursos de aceptación personal… --recordé que lo había escrito y me pregunté cómo lo sabía si no lo tenía agregado—Ahí vas de nuevo --me dijo--, eres insaciablemente goloso con la reflexión de los orígenes… lo sé y ya está, qué importa cómo lo supe, lo que con arduo esfuerzo intento hacerte comprender, se ubica en el ámbito de la acción. Aceptando, dejas de confrontar y así te pones más abusado antes de regar el tepache, sino, mira a todos tus cuates que han tomado diez años de psicoanálisis, cursos con el mítico Miguel Ángel Cornejo o pagado las onerosas conferencias del señor Ruiz que se fusiló sin silenciador la obra de Castaneda y publicó los acuerdos que dice son 4… ¿por qué crees que después de la fugaz sensación de certeza cometen los mismos errores y siguen tomando cursos y asistiendo a más conferencias? Simplemente porque reflexionan y ahí se quedan… Observa al campesino maya ¿Piensas que reflexiona antes de empezar a trabajar en el campo? No, simplemente, se levanta, trabaja y ya está, porque sino, no come, además, ¿qué necedad de querer comprender todo? De saberse poseedor de las certezas de luz ¡puro regocijo al Ego en un insondable universo! Y cuando hay que meter gol, le das un pase al árbitro… ¡evoluciona menso…! Entiende de una vez por todas que el asunto es de estrategia que el “sí y el no son dioses falsos” y que lo único que cuenta es la acción que crea conciencia. 

La vida es una estrategia –continúo vapuleándome Emiliano-- desconfía de entrada, sin reservas y de tus fuentes, de los acuerdos, de todos, así no te entregarás a la intención oculta de las palabras, si actuaras de esta manera, evitarás perder el tiempo con quienes dicen y no hacen, dales el avión ya que carecen de alas, además, tienes dos grandes prioridades por delante… Emiliano guardó silencio y después de un rato le pregunté ¿cuáles son? La primera –dijo—es abrirme la puerta porque ya no llueve --así lo hice y al bajar dijo: sígueme— cerré el carro y me llevó junto a un árbol caníbal, de esos que se llaman matapalos— ¿crees tú que el árbol huésped pudo evitar ser estrangulado por el mata palo? Pues no –contesté-- ahí está el detalle mi estimado tarugo, no creas y acepta que si el árbol tuviera el suficiente Poder personal lo hubiera evitado, pero no fue así; ¿a ver, por qué no está estrangulando al de a lado? –Porque tiene suficiente Poder personal, contesté--- Eso es todo, ahora vas a repetir en voz alta, con los ojos cerrados y tres veces tres “No creo, actúo, entonces mi Poder personal crece” las últimas tres veces lo vas a hacer gritando… cerré los ojos, seguí sus instrucciones, con furia grité las últimas tres veces y sentí una fuerza vital en mi pecho, abrí los ojos y en lugar de Emiliano, encontré delante de mi a la hermosa vecina que sale a correr todas las mañanas, me vio como desaforado y me preguntó: ¿es necesario que todos nos enteremos…?

Coc.

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