La
exposición “Chagall: color y música” se presenta hasta el 5 de junio en el Museo
de Bellas Artes de Montreal, Canadá, reúne 340 obras de la fructífera carrera
de Marc Chagall (1887-1985). La musicalidad es la temática principal de la obra plástica exhibida y es remarcable la iluminación. Son igualmente presentadas esculturas, maquetas y vestuarios para óperas que registran el luminoso paso de Chagall por los escenarios.
La retrospectiva plástica
goza de una impecable museografía y en 6 salas se distribuyen las obras de
Chagall que reflejan sus orígenes religiosos, aislados y soviéticos; tiempos en
los que el violín era la voz que unificaba los sentimientos comunitarios en
torno a valores como la identidad o la pertenencia.
Algunos cuadros muestran
los recursos de las formas cubistas que experimentó durante el periodo en el
que vivió en París, más tarde llegó su penoso exilió a Nueva York y la obra de
aquella época denota exasperación y urgencia. Años después celebró su festiva
estancia en México en la que se regodeó con el carácter, colores, aromas,
sabores y costumbres de los pueblos mexicanos; una sala de la exhibición está dedicada
al vestuario y a las maquetas de la escenografía que Chagall creó para la ópera
Aleko y que se presentó en 1942 en el Palacio de Bellas Artes.
En 1964, Chagall pintó el
plafón de l´Ópera de Paris y en la exhibición del Museo de Bellas Artes de Montreal,
se presenta la proyección de un video realizado por Google Art Project que nos
permite descubrir con lujo de detalle los 220 metros cuadrados de la obra
maestra del creador bielorruso.
En la sala fueron dispuestos cómodos cojines,
pufs y tapetes para que, recostados en el suelo y acompañados de música
clásica, los espectadores aprecien la proyección de la pintura en una pantalla
circular y perciban los detalles que en el original pasan desapercibidos por la
altura en la que se encuentra y, también, porque el maestro se divertía
pintando diminutos personajes o rostros, como códigos secretos para que
espectadores de un futuro lejano pudieran verlos… llegó ese tiempo.
Chagall apreciaba las
lúdicas imágenes que le provocaba la Literatura, por ello, Bella, su esposa, le
leía en voz alta mientras pintaba o diseñaba alguna escenografía. La exposición
nos muestra precisamente un lenguaje plástico en el que Chagall transgredió al
espacio y aunque no fue su intención primigenia, pero aceptó como guerrero que
fue, también a los valores y por ello un sistema totalitario primero lo amó y
luego lo persiguió. Su palabra y sus acciones fueron congruentes con la
integridad y esa coherencia le permitió transgredir la formalidad de los
espacios y colocar en un mosaico a un ángel con sus alas extendidas que
asciende por una escalera al cielo.
Exploró la doble
identidad de los seres mágicos y en fantásticos vestuarios los volvió
visualmente tangibles, agrupó como acentos a peces y a gallos para salpicarlos
en atmósferas de ensoñaciones que emitían los ecos de sus discursos no
verbalizados… dibujando delicadas curvas recreó al cuerpo femenino y nos
evidenció su cercanía con el mar y sus secretos.
Claudio Obregón Clairin.
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