Vaso Ceremonial Mochica
Las culturas autóctonas del Continente Americano se
desarrollaron desde el glaciar hasta la selva ecuatorial y compartieron un
bagaje mitológico común. Ignorando o negando las dataciones de C14 de Pedra
Furada en Brasil (35 000 a. C) o Monte Verde en Chile (17 000 a.C), los
portavoces de la Historia Oficial Mexicana, determinaron por decreto
burocrático institucional (de la actual dirección del INAH y refiriéndose a la
joven Naia del Hoyo Negro de Tulum) que el poblamiento americano fue
unidireccional y desde Beringia (12 000 a. C) lo cual, científicamente es
falso.
¿Cuándo hemos visto un sendero o carretera que se
recorra únicamente de ida? Abstrayéndonos del determinismo oficialista, es
evidente que las poblaciones originales de América recorrieron el continente de
arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba. Es por ello que tanto los Inuit o
Haida en el glaciar boreal como los mayas en el Trópico de Cáncer o los Incas y
Mochicas en la zona ecuatorial, compartieron mitos fundadores que ubicamos en
las crónicas de los dos hermanos que se transfiguraron en el Sol y en la Luna.
Veneraron igualmente a un árbol mitológico con un ave posada en su cima,
consideraron al inframundo como creador de la vida y los soberanos sustentaron
sus gobiernos en el chamanismo, por mencionar tan sólo algunos mitos y
estructuras del Poder que les son comunes. Estas presuntas coincidencias en
realidad son huellas de migraciones y de intercambios culturales que se
originaron desde el lejano Paleolítico.
Esferas pétreas de Costa Rica
Recientemente realicé dos viajes de investigación a
Costa Rica y a Montreal, Canadá, visité museos, zonas arqueológicas e
intercambié criterios con amigos investigadores de ambos países. Me intrigaba
conocer el origen de las enormes esferas pétreas de los diquís, en Costa Rica,
así como la cerámica y la lapidaria de la Gran Nicoya (en el Templo de las
Pinturas de Tulum aparece la imagen de un metate proveniente de esa región centroamericana)
y quería estudiar las piezas olmecas encontradas en Costa Rica.
Una semana más
tarde intercambié criterios con amigos investigadores de Quebec y visité
nuevamente la sala mesoamericana del Museo de Bellas Artes de Montreal, en la
que además de piezas mayas, olmecas y totonacas, se exhiben obras de los
Mochicas y Nazca del Perú.
Después de un análisis iconográfico, leyendo los
reportes arqueológicos y ubicando la temporalidad de cada cultura, concluyo que
aún y cuando las culturas autóctonas de América se desarrollaron en el arco de
3000 años --y en regiones equidistantes como el glaciar, el desierto y la selva--,
compartieron un imaginario mitológico común, lo cual resulta fascinante y es
prudente investigar científicamente sobre este tópico para reconsiderar
nuestros orígenes mitológicos panamericanos. A la luz de la evidencia
arqueológica, iconográfica y cultural, propongo dejar de interpretar a las
culturas autóctonas de América de manera unidireccional, aislada e inconexa.
En futuras entregas compartiremos más información en la Sección Cultural de Por
Esto!
El próximo miércoles 24 de mayo, los invito a participar en
la conferencia “Mitos Panamericanos” que dictaré a las 8 pm en el Centro Luz
Azul, Cancún. Durante la exposición, presentaré algunas conclusiones
interpretativas sobre el origen y desarrollo de los mitos panamericanos,
sustentadas en extraordinarias fotografías de artefactos, ajuares de oro y
jade, cerámica ritual y representaciones de rituales chamánicos de los
mochicas, san agustinos, mayas, olmecas, inuit, incas, valdivianos, nazquenses,
haidas y otros enigmáticos pueblos autóctonos americanos que son poco conocidos,
como los diquís.
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