jueves, 24 de febrero de 2011

Winston Morales y La Ciudad de las Piedras que Cantan

Poeta Winston Morales


Comparto búsquedas y certezas con mi hermano de luz, el poeta Winston Morales Chavarro, un ser generoso, gracias a él he publicado en España y he sido invitado a dictar conferencias en su natal Colombia, juntos hemos caminado por los vestigios de las ciudades precolombinas develando las grafías invisibles de nuestros mayores así como la memoria pétrea y sus significantes.

Las visitas de Winston al Mundo Maya, han decantado en un poemario intitulado “La Ciudad de las Piedras que Cantan” que en breve publicará en la colección Caza de Libros – Club de Lectores 2011, se trata de una antología personal que dedicó a Lennis Yelenha y Luis Alfredo, moradores de los otros mundos, a sus hermanos, así como a la lux que ilumina a los poetas y hace tangible la vitalidad de la quietud en la impermanencia.

Winston me ha distinguido invitándome a escribir el prólogo de su más reciente libro y con su venia tengo el placer de compartir la primicia con ustedes, estimados lectores de Por Esto! de Quintana Roo y de Literatura y Mundo Maya. Anexo dos poemas de su mirífica obra-homenaje a la Civilización Maya: "La Ciudad de las Piedras que Cantan" así como algunos links que los conducirá a la poesía de Winston Morales, definido por Michel Moreno como “un poeta con pueblos en las manos…”

Piedra de Canto

Los reyes mayas se nombraban a si mismos ahauob que significa quienes determinan, hablan o dirigen y es que el discernimiento vuelto palabra transfigura nuestro mundo y hace tangibles realidades alternas. La voz que determina ofrece un sentido a la vida y descifra los secretos del caos a través del ritual, los ahauob heredaron de su pasado siberiano algunas prácticas chamánicas, las sublimaron en un corpus de escenificaciones teatrales y sustentaron su poder con la voluntad de las entidades divinas.

En el universo no hay moral sino eventos que en nuestros soles adjetivamos y discernimos racionalmente, quizá por ello la felicidad nos dura apenas dos pensamientos, al tercero, nos asalta la duda; en aquellos tiempos de memoria pétrea, los ahauob ritualizaron los eventos humanos y los del cosmos, incorporaron a sus pensamientos la presencia de consciencias inorgánicas, desvanecieron los misterios y las dubitaciones con la palabra, la danza y el sacrificio, fijaron su atención en el filtro que unifica al más allá con la realidad consciente.

La palabra maya fue un vínculo con lo sagrado, cómplice del tiempo circular, mensaje divino, instrumento sonoro y lítico con el que los ahauob interpretaron las mundanas circunstancias, tornaron presente los tiempos sin memoria, avistaron los secretos del instante y comulgaron con la otredad en el plano consciente.

Las piedras calcáreas de la Península de Yucatán originalmente tuvieron forma de microorganismos, crustáceos y moluscos que sorprendidos por la impermanencia y el derrotero de la vida, inexorablemente sedimentaron sus cuerpos matéricos en un instante acuoso, miles de años después, emergieron violentamente a la atmósfera terrestre y configuraron el sostén de plantas, animales, humanos y consciencias inorgánicas.

Piedras que una vez contuvieron vida fueron agujeradas para sembrar en ellas, más tarde, la fascinación condujo a los seres de maíz a desprenderlas de su aparente quietud y edificar Montañas Sagradas o labrar jeroglíficas hierofanías, la piedra fue manipulada, sacralizada y transfigurada en un destello de la condición humana.

Occidente determina que la comunión divina es el resultado del delirio de persecución pero en el Mundo Maya, es el fruto de la evocación de certezas. Para la Cosmogonía Mesoamericana, en el origen fue el movimiento, la palabra y la piedra de canto, trilogía que vinculó a los seres humanos con lo divino y ubicó a su mortal imagen como un reflejo del cosmos. Delante a la racionalidad cartesiana, los dioses precolombinos juegan a multiplicarse entre la luz y la sombra, sus caprichosas actividades unen al cerca y al junto, zurcen los deseos con el dolor y recrean al silencio como la substancia que otorga las respuestas.

En nuestros soles, los poetas reconocen los rituales que regresan a la vida aquellas piedras sagradas, Winston Morales ha sido tocado por el halo de las palabras suspendidas en la memoria de la selva, en su interior, se ha gestado una realidad que transgrede a las geografías y al tiempo, su voz recrea los ancestrales paradigmas que nos devuelven las líticas mitogonías de los ahuob.

Explorador de grafías invisibles, Winston evoca esculpiendo las palabras de la ciudad donde las piedras cantan, en su obra poética observamos cómo desgarra su identidad para con lux convertirse en un escribano de la otredad, reconocemos en sus cuestionamientos los fenómenos que convierten en polvo o cristal a una misma esencia, los números sagrados mayas danzan junto al hombre pájaro-jaguar y la sangre fuera del cuerpo trasciende a la muerte para convertirse en ch´ulel, aquel mágico vocablo que fue nutrimento divino, aire sagrado en el umbral de la noche, envolvente oscuridad que hoy se entiende como final pero en el recuerdo de las lunas mayas era considerado como el inicio de la existencia de todo lo que es y de aquello que no se ve pero se siente, en ese acuerdo, la serpiente voladora rememoraba su origen chamánico-boreal, descendía al ámbito terrestre para incrustarse --cual bastón de siembra-- en la oquedad subterránea y comulgaba con la húmeda esencia generadora de la carne que ya no es carne sino presencia en otros mundos dentro del mundo.

Winston Morales nombra a los animales sagrados y evoca los Lugares de Poder para que al ser pronunciados por nuestras identidades, caminemos junto a él en la ciudad de las piedras que cantan y percibamos el perfume de la unicidad y del asombro, es entonces cuando reconocemos que la poesía bruñe bálsamos y flores en la parábola que los sacerdotes transitan cuando veneran a los árboles sagrados.

Habitando el sacro silencio, nuestras manos reconocen que todo posee un nombre, lo supremo se nos revela con aproximaciones, con lúdicas imágenes que dibujan la vastedad de lo etéreo, Winston reconoce esa suprema circunstancia y por ello pregunta para develar al ser que habita en la curva, despoja a la piedra del musgo interpretando al pensamiento eterno, en ocasiones hiere su osadía y las entidades divinas nos recuerdan que la muerte también es polvo estelar, entonces nuestra vida experimenta una luminosa carrera por el abismo, encontramos una abertura en el cosmos, un sueño en el absoluto y una escalera diagramada en los espejos.

En la obra poética de Winston Morales, las palabras vueltas piedras de canto danzan con el fuego y nos aproximan a los rumores de ciudades invadidas por el verde tiempo, se funde nuestra respiración con el aire, la libertad se entiende como serena risa redentora situada en los recovecos de Schuaima y, con los ojos abiertos, recordamos los atávicos momentos en los que los valles se unen a las estrellas.

Canto I

Hunab Kú,

Tú que te engendras en ti mismo,

Que no tienes más círculos en tu mano

Que la propia nave del sol;

Tú cuyas estrellas errantes te circundan

Y llegan como un dios supremo

A posarse en tu vientre

Sin detener tus pasos;

Estás ahora tendido

Sobre la hierba del bosque.

Tú que recorres los espacios y tiempos de todos los tiempos,

De todas las áreas del tiempo

-flecha continental de la muerte-,

Estás ahora esparcido como verde manzana,

Tallo al viento,

Raíz a la tierra del árbol.


Nave de los mundos

Fuerza infinita del no-ser

Del precipicio,

Del ingrávido cosmos

Que flota y circula

Por lo que ya fue

Por lo ya sucedido;

Estás ahora en el ahora,

En el instante:

Fresco,

Reluciente como la hoja que cae

-Mas no encuentra piso en su caída-

Espada que parte el lienzo de las estrellas,

Cabellera celeste que conoce el mañana

El ayer de los sueños,

Estás ahora como piedra del sur

Poblado de viajes y mapas

de movimientos aleatorios;

Estás como un mensaje de las esferas

En mitad de la noche:

Recónditamente escondido,

Sumergido en el espejo de las pequeñas presencias.


Canto VI

El camino subterráneo,

El que conduce a Ich-Caan-Sihó,

No acaba, No tiene fin,

No posee principio.

Es tan aéreo, tan terrestre, tan oceánico,

Como el viento, como la roca, como las estepas de Uaxactún.

El camino

-El del ascenso o el descenso-

No tiene forma,

Está lleno de resquebrajaduras;

Su aire enrarecido,

Cargado de cerbatanas y de hondas,

Dificulta un poco nuestra respiración física

Porque antes de emprender la respiración del espíritu,

De la conciencia,

Un hálito de luz empieza por llegarnos,

Por encender los pulmones de nuestro misticismo.

El camino,

El que viene cargado de aromas,

De Jaguares de piedra

Nos espera,

Es apto para todos,

Está abierto en la hora en que a cada uno le corresponde;

En la hora en que el himno del Peyote

Iza su música en el oído de nuestra propia muerte.

El camino

-Los códices ya han hablado de él-

El que conduce a la puerta de los otros mundos,

El de la etapa postrera que nos redime

No finaliza,

No tiene ángulos,

No posee redondez

Tiene la exactitud de todos los pasos,

La similitud lejana y distante

De todos los espejos.






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martes, 15 de febrero de 2011

Espejos de Obsidiana y Mercurio



Una cultura depende de la calidad de sus dioses, de la configuración que lo divino haya tomado frente al hombre, de la relación declarada y de la encubierta, de todo lo que permite se haga en su nombre y, aún más, de la contienda posible entre el hombre, su adorador, y esa realidad; de la exigencia y de la gracia que el alma humana a través de la imagen divina se otorga a sí misma.

Maria Zambrano.





Los mexicanos poseemos un bagaje cultural confrontado en un penosa incomprensión que interpreta con culpa la derrota de nuestros ancestros precolombinos delante a los peninsulares del s. XVI, este absurdo limita nuestro desarrollo como nación y guía nuestra psique hacia el fatalismo, en consecuencia, añoramos lo inexistente, traicionamos la totalidad de nuestra identidad y olvidamos que somos los frutos de varias semillas, que nos comunicamos en lengua castellana, que los peninsulares arribaron pletóricos de conductas y costumbres árabes que aún circulan en nuestra sangre y en nuestro idioma, que las tradiciones precolombinas palpitan en nuestra gastronomía y en nuestro universo festivo y, finalmente, que ninguno de nosotros hubiera nacido si los aragoneses y castellanos no hubieran contado con la ayuda de los pueblos enemigos de los mexica (aztecas) quienes decidieron apoyar a Hernán Cortés en la guerra contra los sanguinarios mexica porque durante siglos fueron sojuzgados por un imperio tan violento como cualquier otro.

Octavio Paz, desde su pedestal, utilizó la mentira como recurso dialéctico y en “su laberinto” afirmó sin sustento que en la conquista los dioses mexica abandonaron a su pueblo, cuando en realidad, el territorio que actualmente ocupa la República Mexicana, estuvo configurado por infinidad de divinidades y los dioses no pueden traicionar a sus pueblos porque precisan de ellos para su existencia.

Cuando los mexica conquistaban territorios lejanos, tomaban prisioneros a los “dioses extranjeros” y los conducían a una cárcel-templo situada delante al Templo Mayor con la finalidad de que los pueblos sojuzgados observaran que su sometimiento era también divino y, en lo subsecuente, al ofrendar tributo a sus dioses, tendrían que hacer lo propio con los dioses mexica.

En aquellos soles y durante las batallas en Tenochtitlan y Otumba, los peninsulares se encomendaron a Santiago y a la Virgen en tanto que los mexica invocaron a Huitzilopochtli y Tezcatlipoca, la balanza se inclinó hacia los barbudos porque contaron con armas de fuego, caballería, metales, ruedas, la preciada ayuda de pueblos enemigos de los mexica y, sobre todo, con la fragilidad del tlatoani (rey mexica) Moctecuhzoma Xocoyotzin quien dubitativo, en vez de organizar una revuelta en contra de los invasores, decidió recibirlos con oro e inmediatamente fue hecho prisionero padeciendo un final deshonroso, más tarde, la furia de los pueblos oprimidos por los mexica --como una gigantesca ola de rencor y odio--, se volcó contra el imperio, la impopularidad de los mexica era tal, que los pueblos que nunca dominaron, como los michoacanos, rechazaron ayudarlos en su desgracia a pesar de que ello significaba que en un futuro cercano, ellos mismos confrontaran a los peninsulares.

Como un estigma y una imposición premeditada, hemos sido educados por los gobiernos posrevolucionarios en la incongruencia y el mal entendido que presupone el fatalismo de haber “sido conquistados”, tal estupidez es el origen de muchas de nuestras desgracias y aunque la respuesta se localiza en nuestras narices, los pueblos mestizos mexicanos seguimos preguntando el por qué de nuestro infortunio, comulgamos con fantasmas y espectros que nunca existieron, atendemos como verdades los dictados existencialistas y cargamos con orgullo el estigma de un sometimiento que sucedió hace 33 generaciones como si hubiera sido la noche pasada o la noche triste, ese es nuestro ingrávido delirio, pero si lo observamos con criterio histórico, desaparece delante a nuestros ojos y encontramos nuestro reflejo entre espejos de obsidiana y mercurio.

Ciertamente, los conquistadores e invasores (los mayas nunca fueron conquistados sino invadidos) se comportaron de fea manera con los pueblos que sometieron, pero en la Historia de la Humanidad ¿qué ejército se ha mostrado benevolente con los conquistados? ¿Qué quedó de Cartago? En nuestros soles ¿Cómo le fue a Afganistán o Irak? La condición humana determina aniquilar a los contrincantes y someter las leyes invasoras sobre las viejas costumbres ¿por qué deberían de actuar de manera diferente los peninsulares? ¿Qué ganamos con victimizar a los mexica cuando ellos fueron brutalmente sanguinarios con sus semejantes? Es absurdo y contraproducente dignificar a un pueblo que ciertamente poseyó un conocimiento metafísico de la existencia, que dignificó a la poesía y al poder de la palabra pero también extirpaba corazones humanos para sustentar su vínculo con los dioses.

Herederos de una tradición milenaria y de lenguas, cosmogonías y tradiciones equidistantes, a los mexicanos nos resulta urgente dejar de concebir a los mexica como víctimas o como nuestra madre doliente que fue sorprendida por los “violentos aragoneses y castellanos” y su recalcitrante machismo, el Conquistador Anónimo, comentó en su crónica que después de haber viajado por el mundo, concluyó que los mexica eran los hombres que más mal trataban a sus mujeres ( y conocía a la perfección el mundo árabe…) es, precisamente en las tradiciones mesoamericanas donde se originaron el sojuzgamiento a la mujer, nuestro machismo, la constante descalificación de los actos femeninos así como la justificación matrilineal de los desvaríos masculinos… que ahora las mujeres tomaron revancha asidas del garrote, del martillo y de la tarjeta de crédito, es otro discurso, sin duda, ellas se arropan con las carencias masculinas, pero viendo el lado amable, esta fricción en la pareja puede conducirnos hacia el desafío de la equidad y en ese sinuoso sendero nos encontramos con moretones, soledades, berrinches e incongruencias pero ese es el “sino” o “tonal” de nuestro tiempo y, finalmente, para vernos a los ojos con dignidad, es preciso recapitular nuestros orígenes, por ello la Historia es importante en nuestras vidas, ya que la cabal comprensión de nuestros orígenes conlleva la certeza de nutrirse con aire puro…

Aclarados estos puntos básicos de la identidad mexicana, situémonos en un contexto más amplio que nos permita reconocer tanto la riqueza cultural mesoamericana como la colonial ya que ambas, configuran una unidad.

Propongo entonces ver el reflejo de nuestra existencia tanto en un espejo de obsidiana como en otro templado por el fuego y detrás de nuestros rostros, aparecerán las divinidades y las hierofanias (toma de conciencia de las expresiones sagradas que se manifiestan en los objetos).

Los mexicanos, poseemos en nuestro cotidiano infinitos vínculos con las sustancias del mundo precolombino mezcladas con el cristianismo, el paganismo y el capitalismo.

Hace unos días visité el corazón de la República Mexicana, un espacio sagrado-político desde los tiempos mexica, lo llamamos Zócalo Capitalino ( el zócalo es la base del pedestal ubicada en el centro de la Plaza de la Constitución en la que ondea nuestra bandera), originalmente el edificio que alberga el Palacio Nacional, fue el Palacio de Moctecuhzoma y de todos los tlatoanis desde Acamapichtli (s. XIII), junto a este palacio, el 21 de febrero de 1978, un grupo de trabajadores de la cuadrilla 303 de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro perforaban la tierra para introducir unos cables y encontraron una escultura mexica que representa a la diosa Coyolchauqui, este descubrimiento dio pie al magno encuentro con los restos del famoso Templo Mayor (adoratorio mexica dedicado al dios de la guerra Huitzilopchtli y al dios del agua Tlaloc en cuya cima extirpaban corazones humanos), recientemente se encontró en esa zona una majestuosa representación de la diosa Tlaltecuhtli (en una próxima entrega hablaremos de su importancia religiosa) y existe un sensacional museo que ofrece un elenco de ofrendas recuperadas entre las diferentes etapas constructivas del Templo Mayor.



Enfrente de las ruinas del Templo Mayor y junto a la Catedral Metropolitana, es decir, entre las representaciones de los dos universos religiosos que configuraron nuestros orígenes, palpitan y respiran victoriosas las hierofanías y las grafías invisibles --pero tangibles-- de nuestro pasado, Danzantes vestidos a la usanza mexica realizan ceremonias y danzas que recuerdan aquellos tiempos en los que las energías de los puntos cardinales eran invocadas con el sonoro timbre de un caracol, en tanto, otros mexica-nos coloridos y emplumados, realizaban “limpias energéticas” con copal que según se lee en sus carteles, “curan la ignorancia”, a unos metros de los chamanes posmodernos, un grupo de tambores invocaban los espíritus mexica que durante 5 siglos permanecieron en un largo sueño para que procuraran armonía entre los mexica-nos católicos quienes sin renunciar a su credo, gustosos aceptaban el baño de humo blanco porque respondían a un atávico señalamiento que dirige su intención profunda entre el humo blanco vestido de tambores divinos.



Algunos compatriotas asistieron al recinto sagrado comulgando con la comida, abasteciéndose de tamales, tacos con lechuga y crema de a 3 por 10 pesos y hubo quienes tentados por la oferta globalizadora, fueron seducidos al llamado de 3 hot-dogs por 15 pesos, De reojo se podía adquirir artesanía de los indígenas de Oaxaca o Puebla y los caracoles continuaban invocando a los espíritus de los cuatro vientos en tanto la tarde bañaba con rojiza luz a los enamorados que intercambiaban besos con acento a cebolla y chile serrano, intempestivamente los mercaderes recogieron sus ofertas culinarias porque una camioneta blanca se aproximó con los malos de la película que hacen cumplir la ley, aquella ley que prohíbe vender productos alimenticios en la vía pública pero que los mexica-nos olímpicamente fracturamos porque el precio de descuento --y sin impuestos-- manda y porque la tradición estará siempre por encima de las legislaciones que aprueban aquellos "representantes populares" que personalmente conocemos durante las campañas políticas pero una vez ungidos en el fuero constitucional, misteriosamente desaparecen de nuestras vidas para de vez en vez saber de sus andanzas por las incongruencias que verbalizan en el recinto legislativo, por los insultantes sueldos que mal-devengan y por las leyes que puntualmente aprueban en beneficio de los intereses que realmente gobiernan este país lleno de misticismo e improntas milenarias que reconocemos, negamos y con estupor descubrimos en nuestro cotidiano, en nuestra gastronomía, en nuestros rituales y en nuestras hierofanías.






Percatarnos de estas riquezas significa entender-nos mejor para sacudirnos las culpas impuestas por los gobiernos posrevolucionarios que nos han educado venerando héroes perdedores, rindiendo homenaje a la mentira histórica, mediatizando nuestras consciencias y nuestras raíces… pasado el desencanto, regresaron los mercaderes para seguir satisfaciendo a la ávida clientela de la cocina mestiza.



México es un país megadiverso, con una historia milenaria que no está constituida de laberintos sino de certezas, de un pasado precolombino que lo tornamos propio en la gastronomía, en los rituales, en las miradas a los ojos de nuestros semejantes y en nuestro pasado que a los historiadores contemporáneos nos corresponde explicar con dignidad, franqueza y en lengua castellana con la finalidad de observar la riqueza de nuestro pasado sin prejuicios y culpas, construyendo la opción de un presente digno y de un futuro promisorio.

Claudio Obregón Clairin.



























sábado, 12 de febrero de 2011

Crónicas de la Diversidad y La Tolerancia / El Mastrettra y los Mexicanos

Nosotros, los mexicanos, en un volado nos jugamos la vida y en un albur nos duele el corazón…
Coc.


El Mastretta

El pasado 30 de enero, en el programa Top Gear de la BBC de Londres, los comentaristas James May, Jeremy Clarkson y Mark Hammond se burlaron del vehículo deportivo mexicano Mastretta y dijeron que en la cocina mexicana “todo parece ser vomitada con queso encima”, comentaron que los mexicanos somos irresponsables, gordos, flatulentos, holgazanes, que nos la pasamos mirando un cactus y nos abrigamos con una cobija que tiene un agujero en medio; ubicaron roncando al embajador mexicano en el Reino Unido, Eduardo Medina Mora y Marl Hammond selló su disertación sobre nuestra identidad exclamando “imagínate despertar y recordar que eres mexicano ¡Oh, no…! Pero eso es brillante –respondió Jeremy Clarkson—ya que te puedes volver a dormir todo el día… ¡Oh, soy mexicano! –y Hammond secundó— Eso es lo que voy a hacer todo el día – y se recostó en un sillón”.

James May, Jeremy Clarkson y Mark Hammond


El embajador Medina Mora exigió una disculpa pública (que medianamente le fue concedida) y en las redes sociales se desencadenó una rabieta nacional como consecuencia de  la caricatura que los ingleses dibujaron de los mexicanos, algunos compatriotas se sintieron ofendidos, cocluyeron que los comentaristas del programa Top Gear atentaron contra los sagrados valores nacionales y observaron que nuestra identidad había sido mancillada.

Quienes no son capaces de entender sus carencias y virtudes, develan enojo hacia las palabras “del otro” y, en ocasiones, olvidan los agravios que ellos mismos cometen, en este marco de referencia, aquellos aguerridos luchadores que saltaron al escenario cibernético para limpiar nuestra reputación y exigir una disculpa, olvidaron que los mexicanos somos especialistas en mofarnos de los gallegos, de los negros y de los norteamericanos; innumerables son los chistes y los programas de televisión en los que se presenta a los gallegos como retrasados mentales y hasta el momento no hemos recibido una queja o recomendación del embajador español, en este contexto es preciso recordar la célebre frase “quien se lleva se aguanta” o aquella aún más serena que estipula ofrecer “oídos sordos a palabras necias”.

En su columna del periódico Universal, el 8 de Febrero, Guillermo Sheridan desnuda intereses ocultos en las aseveraciones de los comentaristas referidos y plantea que “la violencia verbal no fue para los mexicanos, sino a favor de un impulso xenófobo que no se atreve a decir su verdadero nombre; el miedo y el odio a los árabes, asiáticos y africanos, “invasores” que sí le representan un conflicto a la mentalidad europea que aún cree en una “raza superior”. Top Fear”.

Guillermo Sheridan comenta con claridad que la respuesta del embajador fue exagerada y que correspondiendo a la cortesía culinaria “podría haberles dicho que la idea inglesa de la comida incluye el “spotted dick” (una especie de budín de sebo, sazonado de cartílago, entre cuyos ingredientes está el ano de borrego) y cosas así. Si decidió pelearse con unos mecánicos, debería haberles contestado como mecánico. O parodiarlos: decirles que habían omitido decir que el Mastretta incluye como equipo standard una señora echando quesadillas en la guantera, un franelero en lugar de limpiadores y, en lugar de “posicionamiento satelital global” a uno de esos cuates que, cuando se les piden direcciones, explican minuciosamente “agarra por ahí derechito derechito y al pasar el tercer tope agarra su izquierda y donde vea un perro… El embajador, feliz de mostrar el pecho tricolor, hizo felices a esos tontos que hasta pronosticaron su previsible reacción y, sobre todo, hizo felices a los mexicanos bobos que procedieron a declararle guerra florida a los Mini Coopers y propusieron salir a cazarlos para llevarlos al Templo Mayor y extirparles el radiador con un desarmador de obsidiana. Y habría sido en vano, pues esa marca, lo mismo que Rolls-Royce y Jaguar, es alemana desde hace tiempo...”

 

Los mexicanos tenemos la tendencia a invalidar nuestro pasado, nos aceleramos con las formas y olvidamos las sustancias, he ahí el caso del futbolista mexicano Chicharito –jugador del equipo inglés Manchester United--, quien motivado por el nacionalismo de un vendedor ambulante y azuzado por los intereses comerciales de uno de sus patrocinadores oficiales, respondió a la supuesta afrenta inglesa con una fotografía en la que aparece enfundado en la camiseta del equipo inglés con la frase “Sí, imagínate despertar y recordar que eres mexicano” sin embargo, en sus orígenes como futbolista, fue ninguneado por la Selección Nacional que se coronó en el Mundial Sub 17 celebrado en Perú y se conformó con ver la final desde la tribuna, estuvo a punto de renunciar a su carrera futbolística cuando fue marginado por su equipo en el campeonato mexicano y, en la pasado mundial, fue también relegado a la banca por el dubitativo entrenador Javier Aguirre.



La trayectoria del Chicharito es similar a la de los creadores e investigadores mexicanos quienes debemos emigrar allende nuestras fronteras ya que en nuestro país, las instituciones y centros académicos, sistemáticamente ignoran o denostan nuestras creaciones así como nuestras investigaciones y, no es sino hasta que en el extranjero somos reconocidos cuando nos valoran y nos ofrecen un espacio en la famélica estructura académica y cultural a condición de silenciar el sentido crítico que nos sustenta y vitaliza, situación que la mayoría de los investigadores y creadores no negociamos, más tarde, alejados de nuestros orígenes, observamos cómo el gato se muerde la cola dando vueltas en un polvoriento círculo que provoca un agujero en la conciencia y en el desarrollo cultural y académico mexicano.

En nuestro cotidiano, al igual que en el plano educativo y económico, los mexicanos privilegiamos la mediocridad, la displicencia, el clientilismo, la envidia, el nepotismo --entre otros lastres nacionales— y, la complicidad con nuestras contradicciones, es lo que genera nuestro subdesarrollo.

En México, los intereses económicos manipulan los criterios, la voluntad y las dietas nacionales, siendo honestos, los comentaristas ingleses no están tan alejados de la realidad mexicana, basta recordar que ocupamos el primer lugar mundial en obesidad infantil, lo grave es que no existe voluntad política ni previsión en la salud pública y que en lugar de corregir los hábitos alimenticios de nuestros infantes, al inicio de este ciclo escolar, presurosamente se ajustaron las formas, olvidando las sustancias y nuevamente se privilegiaron los intereses económicos sobre la salud de nuestros estudiantes reduciendo el tamaño de las inmundicias que se ofrecen en las tiendas escolares, en vez de incentivar una industria que produzca golosinas de amaranto con miel, frutas deshidratadas y complementos alimenticios para que el aprovechamiento educativo derive en una sana generación de mexicanos que carezca de flatulencias y se muestre atenta a los desafíos y riquezas que ofrecen el conocimiento y la conciencia.

Las palabras transfiguran la realidad y también la ubican, a los mexicanos nos beneficiaría recapitular nuestros desatinos y valorar nuestros alcances, con nuestros comportamientos hemos presentado al mundo una imagen festiva-suicida-valemadrista que únicamente puede ser rectificada con nuestros actos y no exigiendo disculpas a quienes retoman nuestras improntas para mostrarlas como subterfugio para expiar sus circunstancias que por cierto, nos son ajenas.

Negar nuestra realidad, es aún más ofensivo que las irónicas burlas de quienes nos miran de soslayo o enfocan únicamente nuestros funestos arquetipos de los que nos sentimos orgullosos pero también son un lastre.

Está en nuestros actos seguir construyendo un país conformado de pueblos pletóricos de riquezas y empobrecidos en el alma por una identidad trasnochada o construir con la crítica un escenario que nos despoje de la simulación y la incongruencia, al tiempo…


viernes, 4 de febrero de 2011

El Cielo Maya

Los pueblos antiguos ubicaron su residencia en el centro del mundo, los chinos de la dinastía Tsin --hacia el s. III a.n.e-- nombraron a sus dominios “Zhōngguó” que significa “País del Centro”, los mexica (aztecas) llamaron a su territorio Metztli (Luna), xictli (ombligo), co (lugar), que se interpreta como “En el centro de la Luna” probablemente le dieron ese nombre porque cuando veían el valle del Anahuac desde la cima de algún volcán o cerro, la configuración del lago en el que fundaron la ciudad de Tenochtitlan, se asemejaba a la sombra que provocan los cráteres lunares en nuestro satélite.


 
Así entonces, el lago era el ombligo del cual se había desprendido la Luna y, de Metztlixictlico, derivan tanto el nombre de nuestro país, “México” como “mexica”, palabra con la que se llamaban así mismos nuestros ancestros que erróneamente nombramos “aztecas”.

 
Los mayas consideraban que la tierra era cuadrada y que estaba sostenida por un cocodrilo que reposaba en el agua, En tiempos sin memoria, el cielo se había separado de las aguas oceánicas y lo sostenían cuatro guardianes llamados “Bacaob”, cada “Bacab” contaba con un color y los acompañaban un árbol y un ave.



Estela 25 de Izpa, muestra al héroe gemelo Hunab Ku de pie en la Tiera rectagular

Esta imagen muestra los colores de los puntos cardinales y sus árboles así como los bacaob que sostienen al cielo y la Montaña Mágica (Huitz en maya, pirámide para nosotros) que servía de vínculo entre el cielo, la tierra y el submundo acuático llamado Xibalbá donde juegaron a la pelota los héroes gemelos Xbalamque y Hunabku, batiéndose en duelo contra los dioses 1 Muerte y 7 Muerte según nos narra el libro sagrado del Popol Vuh.

Del Este al Oeste, transitan los planetas que son observables a simple vista, el Sol, la Luna y las 13 Constelaciones Zodiacales Mayas, esta banda imaginaria, astronómicamente se nombra Eclíptica, pero para los mayas era un Dragón Bicéfalo o una serpiente divina que nombraban Chicchan, Chav-mumul-ain o Itzamná.
 

En la bóveda celeste, de Norte a Sur se observa la Vía Láctea y el texto jeroglífico que narra la Creación Maya en la Estela C de Quiriguá, nos informa que la Vía Láctea fue el Primer Árbol y que se erigió en el centro de la bóveda celeste para sostener al cielo en tanto llegaban los “Bacaob”.

Precisamente, la actual ceremonia-danza maya en la que se siembra una ceiba, recuerda este evento mitológico, Resulta fantástico constatar que en las tradiciones mayas contemporáneas, existen vestigios de tradiciones milenarias.

Nuestros mayores mayas observaban el cielo y las sombras danzantes que generan la Luna y el Sol, nosotros estamos acostumbrados a la luz eléctrica, y ésta invención humana, condenó a las sombras a mantenerse quietas, pero en otros soles, tanto el fuego como las luces celestes, permitían que las sombras danzaran.

 

En nuestros tiempos de consumo a ultranza, hemos perdido ese mágico contacto con el cielo y difícilmente nos percatamos de los movimientos celestes, no distinguimos el tránsito de los planetas, ni diferenciamos las constelaciones del verano con las del invierno, sin embargo, para los mayas históricos, este engranaje celeste fue sustancial y condicionaba sus actividades, por ejemplo, las guerras mayas se celebraban en función de las apariciones y desapariciones del planeta Venus, por otra parte, Júpiter y Saturno eran consideradas entidades divinas y nuestros ancestros celebraban la inauguración de sus monumentos cuando se encontraban presentes en la oscuridad nocturna, tal y como podemos diferir en los jeroglíficos que narran la inauguración del conjunto de los templos de la Cruz, del Sol y de la Cruz Foliada, en Palenque, Chiapas, construidos por el ahau (rey) K´inich Kan Balam.

 

Los mayas históricos se sirvieron de instrumentos rudimentarios para observar el cielo, sin embargo conocieron con exactitud los ciclos sinódicos (es decir, el tiempo que toma un planeta en girar en torno al Sol) de Júpiter, Venus, Mercurio, Marte y Saturno, predijeron eclipses tal y como podemos leer en el Códice Dresde y, al contrario de los sumerios --quienes ignoraron a la constelación de Ofiuco--, los mayas sabían que son 13 y no 12 las Constelaciones que siguen la trayectoria celeste que va del Este al Oeste, Esta zona del cielo, recordemos, para los mayas era un Dragón Bífido o una serpiente de dos cabezas.

Algunos ahuob (reyes) aparecen en las estelas con un cetro de poder en forma de Dragón Bífido, en ocasiones este cetro lleva los signos de los planetas y su significado ritual y político es enorme, ya que los ahauob se presentaban delante al tiempo y a sus súbditos, como los “hacedores” del cielo.


 
Se erigían como los únicos que contenían entre sus manos la verdad última, aquella que hace referencia al movimiento divino, al ciclo de los astros y al milagro de la luz solar que permite el crecimiento del maíz, sosteniendo la Eclíptica, se emparentaban con el calor, con la aparición de los colores y con la profundidad que se torna visible justo después de la negrura nocturna, Al contener entre sus manos el símbolo del Dragón Bífido, los ahauob garantizaban el orden celeste y divino.

 

Los 5 Puntos Cardinales Mayas tenían estos nombres, el Norte “Xaman”, el Este “El K´in”, El Sur “Kan K´in”, el Oeste “Och K´in” y el Centro “Kab”, cada punto cardinal poseía un color, el Norte era blanco, el Este rojo, el Sur amarillo, el Oeste negro y el Centro verde.

Estos colores encierran grandes secretos y nos permite entender cabalmente la percepción religiosa y espacio-temporal de los mayas, así, el Este es rojo porque en ese lugar aparece la luz solar y el rojo era el color del “ch´ulel” o energía vital (sangre) con la cual los mayas interactuaban con sus divinidades, el Oeste es negro porque al caer el Sol, aparece la noche y su negrura, el Centro es verde porque está relacionado tanto con el maíz como con la vegetación y el jade, hasta aquí todo está claro pero ¿por qué el Norte es blanco y el Sur amarillo?


El Norte, se nombra Xaman, palabra maya íntimamente relacionada con el vocablo tungu-siberiano para nombrar al Hombre de Conocimiento o “Chamán”, los mayas históricos --al igual que las demás culturas precolombinas-- heredaron un bagaje milenario proveniente del Norte, por ejemplo, la llamada Pirámide de la Luna estuvo pintada de blanco, pero ¿cuándo hemos visto a la Luna en el Norte? ¡Nunca! Al igual que el Sol, transita del Este al Oeste, entonces, dicha pirámide no está emparentada con la Luna sino con el Norte, es decir, con la Estrella Polar y la Osa Mayor, los pueblos siberianos de la antigüedad heredaron estos conceptos a los pueblos mesoamericanos.

 

La Estrella Polar es el (Shumu) ducto o canal por medio del cual, los chamanes ascendían a los cielos y bajaban a las profundidades acuáticas para negociar con las entidades divinas cuando algunos integrantes de las comunidades paleolíticas rompían los tabúes y en consecuencia divina, escaseaba la caza y la pesca, El color blanco entre los mayas es un atávico recuerdo de la nieve ubicada en el Norte y precisamente hacía allá se dirigían las almas de los ahauob cuando morían, ya que en ese lugar se encontraba el Portal que les permitía ascender a los cielos, tal y como lo hacían los chamanes boreales de la época paleolítica, así que la Pirámide de la Luna en Teotihuacán no estuvo consagrada a la Luna sino a la Estrella Polar y a la Osa Mayor.

 


El Sur fue amarillo y se nombró Kan K’in. Su origen me resultaba un enigma hasta que decidí observar a la naturaleza. Me percaté entonces que en Invierno y en el Mundo Maya, el viento proviene del Norte, es gélido, aporta vientos y lluvias dañinas para la agricultura y la vegetación, pero conforme se aproxima la primavera, lentamente su fuerza y dirección comienza a girar hacia el Este y luego hacia el Sur; entonces nos envuelve una cálida humedad y a partir de febrero se desencadena una tremenda floración amarilla. La selva del Mundo Maya se pinta de amarillo: las carreteras son cubiertas por flores silvestres de color amarillo y cuatro variedades de árboles llamados Kan Lol --así como algunas plantas no endémicas--, pintan de amarillo nuestro entorno. Propongo que por ello, entre los mayas, el Sur fue pintado de amarillo y señalaba el final del invierno así como el inicio del periodo en el que preparaban la tierra para sembrar el maíz que también está relacionado con el color amarillo. En éstos días y hasta el mes de abril, notarás que en el Mundo Maya, el amarillo nos saluda radiante y jubiloso.

 

Dentro de dos meses podremos constatar este fenómeno, estemos atentos y observemos cómo nuestro entorno se pinta de amarillo.

El Cielo Maya y sus significantes guardan infinidad de secretos que pueden ser develados atendiendo las palabras sagradas de los textos jeroglíficos y los fenómenos naturales, recordemos que en el cosmos no hay moral sino eventos que nuestros mayores mayas ritualizaron y nosotros podemos atestiguar otorgándoles adjetivos, significados y acuerdos o simplemente ignorarlos, para remitirnos a las plazas comerciales o sentarnos delante al televisor y atender los dictados del consumo irreverente que pretende ubicarnos por encima de los ciclos vitales de la naturaleza y nos mediatiza en una realidad ajena a nuestros orígenes y al cielo.




Estos son los jeroglíficos mayas de los puntos cardinales según aparecen en las estelas y en el códice Dresde



Xaman  /  Norte



El K´in  /  Este


Kan K´in  /  Sur


Och K´in  /  Oeste


Kab  /  Tierra-Centro







En esta imagen observamos en la parte superior al dragón bífido y los jeroglíficos que configuran su cuerpo, representan a los planetas visibles por el ojo humano así como el símbolos del cielo y algunas constelaciones, debajo del dragón bífido, aparecen el Sol y la Luna que circulan del Este al Oeste.






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