Los mexicanos nos
jugamos la vida en un volado pero en un albur, nos duele el corazón. “Me vale
madres y ahí se va” son sinónimos de nuestro Progreso Involutivo y de nuestra
infinita capacidad para hacernos tarugos; tapamos con algodones las fugas de
agua y nunca leemos los instructivos.
Las tres mentiras de
los mexicanos son: No pica, mañana te lo tengo y llego puntual. En las tres
ubicamos dos especialidades mexicanas: el valemadrismo y la distorsión de la
realidad.
Nos situamos entre la
culpa y la deuda. Somos poco solidarios, el peor enemigo de un profesionista es
su colega, carecemos de sentido gremial a pesar de contar con ancestros que
valoraron la identidad, la pertenencia, la fuerza del colectivo y por ello
fueron grandes en su tiempo. Quien no tranza no avanza, entonces, los
gobernantes que elegimos votando o no yendo a votar, alientan las inversiones
de cemento por encima de la sobrevivencia.
Somos nosotros, sí,
tú, él ella, yo y aquellos, todos nosotros somos de manera consciente,
inconsciente o estadísticamente responsables de nuestro desvarío como nación.
No son los gobiernos. Somos nosotros. Y hay de dos sopas: o nos peinamos
delante al espejo o lo apedreamos. Malas noticias, sucede lo segundo.
El gobernador de
Puebla, Rafael Moreno Valle tuvo la grandísima ocurrencia de “dignificar” la
zona arqueológica de Cholula, destruyendo los basamentos y vestigios
arqueológicos para colar cemento sobre ellos y edificar la Plaza de las 7
Culturas con bonitos restaurantes, áreas verdes, estacionamientos y hoteles. Quienes
consideraron que el lindo proyecto del gobernador violentaba un lugar que se
considera sagrado desde los olmecas xicalancas, hoy están presos o golpeados.
En la iglesia construida en la cima de la pirámide de Cholula, reside la Virgen
de los Remedios y ha descendido en contadas ocasiones para ahuyentar desgracias
como la peste… en este marco de referencia, los cholultecas decidieron que
bajara a la virgen para calmar a los morenos demonios de la plusvalía.
En Tlaltizapan, Morelos, se enviaron unos
potentes bulldozers para arrasar un asentamiento precolombino porque por ahí va
a pasar una autopista. Delante a las grotescas imágenes de la destrucción
arqueológica, salió a cuadro la jefa del Departamento de Trámites y Servicios
Legales del Centro INAH Morelos para informarnos que “hubiera sido muy
irresponsable (conservar los vestigios) tenían que entrar en un proceso para
consolidarse y yo pregunto ¿quién lo iba a financiar? Ante tal desfachatez de
la funcionaria, ya se están recabando firmas para que sea destituida de su
cargo.
En la zona arqueológica de Calakmul, Campeche,
una Estela fue violentada con grafitis y rayones, se observan unas enormes
siglas TEC MINA que pertenecen al Instituto Tecnológico de Minatitlán. Se hizo
la denuncia en las Redes Sociales y sucedió un fenómeno interesantísimo ya que
las reacciones y comentarios de Juan Pueblo denotan los estadios emocionales
pero también psicológicos de nosotros, los mexicanos. Hubo quien se pitorreó de
la Estela, otros minimizaron el daño diciendo que era una pinche piedra, en mi
caso, recibí huevazos y esquivé algunos volados de izquierda porque publiqué
intensamente en la página del TEC MINA mi reclamo para que el Instituto diera
la cara a la denuncia pública. Cierto, no fueron todos, no estuvo ahí el
turista japonés para tomarles la foto, pero la firma refiere a la institución
que por cierto, ha guardado un ominoso silencio denotando mediocridad en la
Dirección que no asume un cuestionamiento público y multitudinario. El INAH,
Campeche, por supuesto, ni por enterado del asunto hasta que los medios de
difusión dieron eco al reclamo en Redes Sociales; el INAH realizó una denuncia
al Ministerio Público porque es un delito que se castiga con cárcel de 3 a 10
años. Numerosas personas de Mina se sintieron ofendidas de que decenas de
individuos denunciaran que unos estudiantes que son el futuro tecnológico de la
región actuaron como Homo robustus al tener dos piedras en sus manos y
atentaron contra su pasado para hacerse presentes. Este acto de vandalismo
puede contextualizarse también, leyendo los comentarios de los mismos
estudiantes del TEC MINA.
Los mexicanos tenemos una riqueza histórica
que pocas naciones en el mundo poseen, deberíamos sentirnos orgullosos de ello
y hacerla propia. Sin embargo, la tenemos considerada como un asunto
escenográfico. Al igual que con la destrucción de los manglares para la
edificación de Cancún y los hoteles de la Riviera Maya, se piensa en lo
inmediato y en lo rentable, en el enriquecimiento de unos cuantos por encima
del futuro de todos, de igual manera, usamos a la Civilización Maya para
enunciar grandeza y delante a esa abominable güeva llamada investigación,
simulamos y transfiguramos su historia tomando como verdades las psicotrópicas ideas
de estafadores como Fernando Malkún y sus 7 Profecías Malkunianas, luego
entonces: en Playa del Carmen, Tulum o en la glorieta de la autopista en Puerto
Morelos, se erigieron monumentos a lo inexistente…!!!
El colmo, hasta los mismos mayas de Sotuta, Yucatán fueron influenciados por la desinformación o aconsejados por oscuros intereses
y recientemente celebraron el año nuevo maya el 26 de julio lo cual es
incorrecto porque aunque Landa así lo refirió, sucede que el calendario maya no
hace correcciones en años bisiestos y por ello no siempre cae el año nuevo maya
el 26 de julio. En tanto, por falta de un Reglamento a su Ley Orgánica, el INAH
se ha convertido en un gestor de la impunidad tornando en perennes virreyes a
sus Delegados.
El desmadre anterior es muy nuestro, a todos
nos pertenece por igual. No son eventos aislados, circunstancias o infortunios,
son reflejos de nuestra displicencia que se refleja igualmente en la
mediocridad del Presidente actual, del recién cesado director técnico de la
Decepción Nacional, de las declaraciones de la funcionaria del INAH, cuyo
nombre es mejor no recordar o de las Reformas Estructurales del País, en fin… somos
el resultado de la imagen que tenemos de nosotros mismos, por ello: si aporreamos
una piedra de guerreros que además de ser nuestros abuelos, ya no pueden
defenderse; si el gobernador de Puebla consolida su fortuna metiendo una plancha
de concreto a nuestro pasado; si seguimos viendo a nuestra Historia con culpa y
como un conglomerado de unas pinches piedras, merecemos entonces que nos sigan
transando… ya está.
Los siglos de llanto en el Tepeyac pueden
convertirse en las aguas que germinen una nueva sociedad, consciente de sí
misma, de su riqueza y así la podrá defender y heredarla completa. “El otro no
es mi otro yo” como erróneamente se le endosa a los mayas, “el otro es el otro”
pero juntos somos mucho más que una voz, ese es el secreto.
Hay de dos sopas.
Claudio Obregón Clairin