Al norte de España, en la provincia de Burgos, se localiza el macizo montañoso llamado Atapuerca, en él, se han encontrado cientos de restos fósiles que pertenecieron a nuestros ancestros, los más antiguos, datan de hace un millón y medio de años, aquellos seres no eran del todo humanos, se les nombra homínidos, En Atapuerca prácticamente contamos con el registro evolutivo de la historia de la humanidad (a partir de los homínidos hasta la aparición de nuestra especie), de entre todos los fósiles, destacan los del Homo Antecessor quien habito las cuevas de Atapuerca hace 800 mil años y fue un antepasado común para los Homo Sapiens es decir, nosotros y los Neandertales, unos primos con quienes por miles de años compartimos el planeta pero desaparecieron misteriosamente.
En las cuevas de las montañas de Atapuerca se han localizado pinturas rupestres, en algunas laderas, sorpresivamente aparecen las peligrosas simas, que son orificios en la tierra que de forma vertical descienden 16 metros hasta unas cuevas, estas bocas o úteros de la tierra fueron utilizados ritualmente como sepulcro para los muertos desde hace más de 100 mil años.
En otras simas de fácil acceso, nuestros antiguos llevaban las presas cobradas en la cacería nocturna, ahí los destazaban y luego compartían el alimento, ya conocían el fuego y la carne la comían cocida, Hace 40 mil años, un grupo formado por 8 cazadores-recolectores se encontraban en el interior de una sima, recordaban los momentos más emocionantes del día, estaban entusiasmados y sonrientes, se miraban a los ojos, de pronto, 14 hombres armados con lanzas y garrotes ingresaron a la sima dando gritos y alaridos, la batalla fue breve y los 8 perecieron a consecuencia de los golpes de los invasores quienes después del último garrotazo, procedieron a realizar un acto de canibalismo desmembrando las partes más carnosas de los cuerpos de los vencidos y quebrando los huesos para obtener la medula, luego colocaron los restos de sus víctimas en una pila de huesos del resto de la fauna de aquellos soles, El descubrimiento de estas evidencias en el yacimiento TD6 de Atapuerca, nos indican que la carne humana formaba parte de la dieta de nuestros ancestros.
Los investigadores arqueólogos Marcos García y Javier Angulo dirigen a un equipo de profesionales y en sus excavaciones han descubierto infinidad de restos humanos y animales así como algunos “objetos” que por sus formas y usos, de igual forma nos permiten concluir que la sexualidad de la Época de las Cavernas era muy similar a la nuestra.
Desde el 22 de septiembre y hasta el 8 diciembre, en Burgos, España, la Fundación Atapuerca exhibe dichos “objetos” y Marcos García comenta sobre la exposición “el sexo actual, es una constante que ha tenido el ser humano en los últimos 40 mil años y forma parte de la biología y cultura humana” La exposición presenta imágenes descubiertas en las cuevas que dieron origen al Arte Rupestre y que intentan ofrecer una explicación a “lo masculino y a lo femenino”, en otra sala se expone la sexualidad como vía de reproducción así como la dificultad de los partos humanos ya que somos la única especie que debe ser asistida por sus congéneres para “dar a luz”, En el ámbito del sexo por placer, se muestran “objetos” e imágenes de coitos, abrazos, homosexualidad, sexo oral e incluso zoofilia, En la Época de las Cavernas, como en nuestra sociedad, el pene fue venerado y aparecen valoraciones vinculadas a la higiene del miembro viril o a su decoración con tatuajes.
Los seres humanos del siglo XXI somos el azaroso resultado de un proceso de selección y evolución que inició hace millones de años y en ese tránsito, nos resulta casi imposible reconocer el momento en el que el sexo pasó de una mera actividad reproductiva a una placentera atmósfera que nos conduce a enamorarnos y a concebir al acto sexual como un amoroso evento que vitaliza cada una de nuestras células.
En los últimos 40 mil años, la mente de los seres humanos ha sido prácticamente la misma y los “objetos” de uso que se han encontrado en Atapuerca --y en otras localidades del Paleolítico Europeo— nos muestran que la vida sexual de la Época de las Cavernas era prácticamente igual a la que practicamos hoy en día.
En tiempos sin memoria, la individualidad estaba condicionada a las necesidades del grupo que era comandado por un líder y, como en todas las organizaciones gregarias de la fauna terrestre, se apropiaba de los mejores alimentos, mantenía relaciones sexuales con varias mujeres del grupo y quizá, como sucede con los simios bonobos de las selvas africanas donde la homosexualidad es una manera de mostrar sumisión a macho dominante, es posible que sucediera el mismo evento entre nuestros antepasados... desde los albores de nuestras sociedades, el sexo en todas sus variantes ha sido el garante del orden social.
Si observamos la publicidad, el lenguaje televisivo, los albures y las relaciones sociales de nuestra sociedad, encontraremos una omnipresente temática sexual, solamente que Occidente entiende a la sexualidad con culpa y por ello la simulación ocupa el lugar que deberían tener el placer y la felicidad.
El sexo en las cavernas quedó impreso en objetos tallados en piedra o en huesos y en la muestra de la Fundación Atapuerca se exhibe un grabado en una placa de piedra de la cueva francesa de La Marche donde una mujer le hace un cunnilingus a otra y en otra placa proveniente del mismo lugar aparecen dos hombres realizando un coito anal, En una piedra caliza del abrigo rupestre de Laussel, en Dordoña, alguien talló hace 27 mil años a dos mujeres con las piernas entrelazadas, en la postura conocida como “La Tijera”, se expone también una placa proveniente de Gonnerdsdorf, Alemania, que fue tallada hace 12 mil años y muestra a dos hembras frotando sus pechos en actitud cariñosa.
En otras salas de la muestra se exhibe una serie de huesos tallados en forma de enormes penes que se utilizaban para las masturbaciones, destaca en particular un hueso que presenta dos falos y un agujero para observar con un ojo, esta pieza ha dado pie a una hipótesis que resulta sorprendente, el voyeurismo, es decir, andar de mirón, es una práctica milenaria y quizá en aquellos tiempos pudiera ser una festiva actividad social.
/es preciso detenernos un momento para diferenciar la sexualidad de la época de las cavernas con respecto a la nuestra ya que en aquellos lejanos tiempos, el sexo era una actividad social, a la vista y reparo del colectivo, ciertamente pudieran existir momentos en los que las parejas se encontraran solas pero la vida sexual nocturna era grupal y jerarquizada, así entonces, los “objetos” tallados en forma de penes con orificios pudieran servir tanto para la masturbación como para practicar el “arte del mirón” pero en un sentido más abierto con relación a nuestro tiempo en el que la moral y la ética rechazan a los voyeuristas, En tiempos perdidos, es posible que hubiera eventos casi rituales en los que la práctica colectiva del voyeurismo, la masturbación y el sexo, se desarrollaran de manera natural /
Nuestros códigos sociales encubren actividades del pasado, cuando vamos a casa de alguien llevamos “algo”, una botella de vino, un pan, unas flores, un “algo” que simboliza un gesto muy preciso: decirle a quien nos recibe que no vamos a robarle “algo”; también saludamos a la gente con la mano extendida y moviéndola para indicarle que no llevamos en ella un mazo o un arma con la cual pudiéramos agredirlos de tal suerte que la mano vacía simboliza también la paz y es que en los tiempos que hoy nos ocupan, como hemos visto, la vida era un evento destinado para los más fuertes y astutos, el canibalismo fue una práctica común y el individuo estuvo sometido a un orden jerárquico que permitía la sobrevivencia del grupo, Sin embargo, en cuanto a la sexualidad hemos afirmado que se encontraba muy cercana a la nuestra ya que los Seres de las Cavernas poseían un cerebro y un cuerpo prácticamente iguales a los nuestros, aquellos seres habían ya descubierto el universo imaginario, soñaban como lo hacemos nosotros y respondían a los mismos impulsos sexuales que hoy nos motivan a existir pero ellos contaban con una moral y un código social muy diferente, Es así que actividades y preferencias sexuales como la masturbación, la homosexualidad y hasta el voyeurismo, se practicaban de manera natural “porque son naturales”, el hecho de cuestionarlas o enmarcarlas en desviaciones mentales o enfermedades responde a la simulación que gobierna nuestro orden social ya que las mismas instituciones o personas que cuestionan y satanizan a esos milenarios usos y costumbres de la humanidad, en lo oscurito y con singular alegría, sistemáticamente ejercen las mismas actividades y preferencias sexuales que rechazan.
¿En qué momento el sexo se transformó en placer que derivó en enamoramiento? Quizá nunca lo sabremos pero podemos imaginar que precisamente ese fue el sublime instante en el que los seres humanos pudimos hacer tangible una sensación de arrobamiento en el espejo-cuerpo “del otro”, a partir de aquel idílico día, los fenómenos naturales dejaron de contabilizarse para entenderlos como expresiones poéticas donde las actividades guerreras, domésticas y de sobrevivencia, tomaban una pausa… entonces las reflexiones encontraban un segundo sentido a la vida, Es por ello que en el amor habita el silencio profundo y el verdadero amor sabe que no es eterno y se consume en cada roce y en cada entrega, En los tiempos del amor cavernícola, se cimentaron los lazos afectivos y la sexualidad que hoy gobiernan y dirigen nuestras intenciones, deseos, voluntades, acciones, pensamientos y nuestras vidas mismas, reconocer esos orígenes nos permite comprendernos mejor.