La versión oficial de la Historia considera al náufrago, Gonzalo Guerrero, como el padre del mestizaje, se enaltece su figura al concluir que rechazó unirse a Hernán Cortés y se le rinde homenaje porque murió peleando contra los españoles; igualmente se le presenta como un padre amoroso y fiel esposo. El Himno de Quintana Roo versa en una de sus estrofas: “Esta tierra que mira al oriente/cuna del primer mestizaje/ que nació del amor sin ultraje/ de Gonzalo Guerrero y Za’asil… pero ¿es realmente cierta esta idílica historia de un cristiano convertido por amor al paganismo?
Las fuentes históricas no coinciden con esta versión del español que renegó de sus orígenes por amor a su esposa y a sus hijos mayas; su veneración forma parte de los implantes ideológicos coloniales que impiden vernos con claridad en el espejo.
Sabemos de la existencia de los náufragos por cronistas españoles quienes de diferente manera narraron el encuentro de Jerónimo de Aguilar con las tropas de Hernán Cortés, algunos de ellos fueron testigos presenciales, pero la mayoría simplemente volvieron a narrar lo escrito por Francisco López de Gómara en su obra “Historia General de las Indias”. Gómara nunca estuvo en la Nueva España pero es considerado uno de los grandes cronistas y, fue él, quien en 1552 escribió por vez primera que Guerrero no quiso volver por amor a sus hijos y a su mujer, repetirán lo mismo Francisco Cervantes de Salazar, Antonio de Herrera y Bernal Díaz del Castillo.
Ahora bien, Hernán Cortés, en su primera Carta de Relación, comenta brevemente el encuentro con Jerónimo de Aguilar pero ignora la existencia de Gonzalo Guerrero, tampoco lo nombran Pedro Mártir de Anglería, Gonzalo Fernández de Oviedo ni Bartolomé de las Casas.
Andrés de Tapia recibió en las playas de Cozumel a Jerónimo de Aguilar y fue el primero en abrazarlo, luego le advirtió que era domingo y no miércoles como él creía. Tapia escribió que Aguilar no avisó a Guerrero, Diego de Landa recuperó esa versión y añadió que Gonzalo se encontraba a 80 leguas de Aguilar por lo que no le daba tiempo para ir a buscarlo.
Aunque los cronistas de escucha o de lectura son muy precisos y acertados en algunos pasajes de la conquista de la Nueva España, lo cierto es que no vieron a Jerónimo de Aguilar y ello les resta puntos delante a quienes hablaron o convivieron con él. Tenemos únicamente a 3 testigos del evento: Hernán Cortés, Andrés de Tapia y Bernal Díaz del Castillo pero los 3 cuentan diferentes versiones. Cortés ignora a Gonzalo Guerrero, Tapia dice que Aguilar no tuvo tiempo para irlo a buscar y Díaz del Castillo informa que la esposa maya de Guerrero injurió a Aguilar porque estaba sonsacando a su marido para abandonarla.
Tres testigos con tres versiones diferentes, analicemos por qué difieren y concluyamos sobre la veracidad de que “por amor, Gonzalo Guerrero rechazó regresar con los suyos”.
A pesar de que Aguilar le fue muy útil como intérprete e informante de usos y costumbres mayas, Cortés le dedicó medio párrafo en su primera Carta de Relación y, como apuntamos, ignoró a Gonzalo Guerrero. La prosa de Cortés es la de un letrado, se dirige con propiedad y esmero a sus majestades sin perder la oportunidad de justificar sus actos y denostar al gobernador de Cuba, Diego Velázquez de Cuellar.
A la luz de los hechos, que Cortés ignoró a Guerrero cuando de infieles se constituye su discurso dirigido a sus majestades y, considerándose un acto vil traicionar a la Fe cristiana: si se hubiese negado Guerrero, es más probable que Cortés lo hubiese señalado en lugar de ignorarlo ya que serían puntos a su favor evangelizador que cubría sus intereses particulares, porque en aquellos soles, los conquistadores eran ávidos hombres de negocios que incrustaban espadas en nombre de la Fe. La Conquista era un asunto de particulares que invertían sus haciendas en las conquistas que realizaban en nombre de la Virgen, Cristo y sus majestades. La Conquista de aquellos castellanos tiempos estuvo bruñida con el barniz de un incipiente capitalismo.
Tapia, devela gratuitamente su postura con el título de su obra “Relación de algunas cosas de las que acaecieron al muy ilustre señor Don Hernando Cortés, Marqués del Valle desde que se determinó a ir a descubrir tierra e la tierra firme del mar océano”. Es un panfleto de alabanzas a Hernán Cortés. Pero curiosamente, Tapia fue pariente de Velazquéz, abordó la armada de Cortés en la última parada que hizo en la Habana y, aunque bien pudiera ser un espía de Velázquez, en realidad se convirtió en uno de los capitanes de confianza del conquistador dirigiendo célebres batallas como la Cuauhnahuac y acompañó a Cortés a España cuando tuvo que defenderse. Lo trascendente es que Andrés de Tapia fue quien encontró a Jerónimo de Aguilar al llegar a Cozumel y escribió que Aguilar no le avisó a Guerrero.
Bernal Díaz del Castillo fue un soldado raso que acompañó a Cortés, navegó y convivió con Jerónimo de Aguilar. En 1575, cuando tenía 84 años de edad, concluyó el manuscrito “Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España”, y de ser de su autoría, develó una memoria prodigiosa por la exactitud de los acontecimientos que narró y más aún, nadie le vio escribir notas. No se le conocen otros textos por lo que salta a la vista la calidad literaria de su obra, no parece escrita por un soldado que siguió a su capitán por todos lados, más parece la autoría de un intelectual. Fue publicada hasta 1632 y hay serias dudas sobre su autoría.
El americanista Christian Duverger, acostumbra crispar la paciencia y las buenas maneras de la comunidad de investigadores y ha propuesto en “Crónica de la Eternidad” que el mismo Hernán Cortés fue el autor de la Verdadera Historia de la Nueva España y que su hijo mayor, Martín Cortés le dio el texto en cuestión a Bernal Díaz del Castillo y, el hijo de este, fue quien lo divulgó como propio de su padre.
Ivan Vallado Fajardo, en su ensayo ¿Por qué se quedó Gonzalo Guerrero? Aclara que Aguilar, en palabras de Bernal, era un simple esclavo que no servía más que para acarrear agua y leña, cómo pudo en tampoco tiempo ir hasta Chetumal a buscar a Guerrero, sin conocer el camino, tampoco le daba tiempo ya que los separaban 80 leguas según Diego de Landa, lo que equivale a 640 kilómetros de ida y vuelta (en realidad hubiera recorrido 514 kms), por lo que no le daba tiempo en los 15 días que tardó en llegar a Cozumel desde que salió la carta de Cortés envuelta en la cabellera de un maya.
Cortés ignora la existencia de Guerrero, Tapia dice que Aguilar no lo fue a ver, Bernal Díaz del Castillo no solamente indica que fue Aguilar personalmente a buscar a Guerrero sino que coloca un diálogo entre Aguilar y la esposa de Guerrero cuando sabemos que nunca aprendió ni el maya ni el náhuatl, escribió con error todos los nombres de dignatarios y lugares: cómo entonces pudo recuperar ese diálogo si como vemos, otros autores presenciales no lo mencionan y, además, Tapia, quien lo abrazó y colocó de nueva cuenta en el tiempo cristiano, afirma que Jerónimo no fue a ver a Guerrero.
Por la distancia y por el tiempo, porque no lo menciona Cortés, porque Bernal Díaz del Castillo es una fuente con muchas interrogantes en su autoría e incongruencias históricas que contradicen a los otros testigos, podemos concluir que Gonzalo Guerrero nunca se enteró que lo andaba buscando Cortés, que atendió a su destino y, por la ausencia de su Fe de Bautismo, estamos inciertos en que fuese católico, bien pudo se judío y entonces no traicionó a nadie.
Lo del Padre del Primer Mestizaje es una figura romántica que estorba en la interpretación de nuestro pasado histórico al ser una invención de Francisco López de Gómara y Bernal Díaz del Castillo que llevamos hasta en nuestro himno y, como apunta Ivan Vallado Fajardo en su ensayo citado: “… en el fondo podríamos estar ante la oportunidad de nuevas revisiones que nos permitan liberarnos de una historia colonizadora de nosotros mismos, derivada de prejuicios y falsedades que los “cristianos españoles del s.XVI” escribieron y nos legaron como historia”.