La cultura
precolombina Taína se desarrolló desde las Bahamas hasta las Antillas Menores.
Sus orígenes se ubican en América del Sur (desembocadura del río Orinoco) y
hacia el siglo VIII o IX, algunos pobladores de la selva navegaron desde las
Antillas Menores hasta las Bahamas. Su idioma pertenece a la familia “Arawak”,
la palabra “maíz” es del idioma taíno. La organización social taína se
fundamentó en cacicazgos y, a la llegada de los españoles, en República
Dominicana había 5 caciques principales a quienes se les paga tributo. Portaban
un pectoral en oro para distinguir su rango, los asistían chamanes llamados buhuiticus
o behiques quienes conocían los poderes sanadores y mágicos de las plantas;
con ellas curaban a la población de las enfermedades del alma y del cuerpo;
fueron los intermediarios con las entidades divinas.
Religión Taína
De origen animista,
la Religión Taína contó con figuras esculpidas llamadas Cemi, Zemi, Zeme o
Trigonolitos. Eran “objetos de Poder” y se utilizaban tanto en ceremonias como
en ofrendas dedicadas al mar, a la fertilidad y a los sembradíos de yuca. Poseían
“alma” y criterio propio, participaban en la vida cotidiana de los taínos
influyendo en el desarrollo de su destino y de sus actos. Al Cemi se le
interpretaba como la imagen de las entidades divinas, de los ancestros y de las
conciencias mitológicas, es por ello que fueron tallados con cuidado y
maestría. Cada cacique tenía un Cemi personal y existían Cemíes colectivos,
fueron elaborados en piedra, madera, hueso, conchas marinas, algodón y madera.
Los Cemíes
Los Cemíes tienen
tres puntas que indican los tres niveles chamánicos de la existencia: el cielo,
la superficie terrestre y el inframundo así como los tres reinos de las
conciencias: el humano, el de los espíritus y el de los ancestros. Fueron
relacionados con rituales de fecundidad y especialmente con la productividad de
las porciones de tierra dedicadas al cultivo de la Yuca, conocidas como
“conucos”; también estuvieron relacionados con la reproducción de los seres
humanos. Se han ubicado principalmente en las costas de República Dominicana y
Puerto Rico.
Otra característica
de los Cemíes o Tigonolitos es que su base es plana y su función se orienta
hacia un instrumento chamánico. Lo anterior se sustenta en el estudio del
especialista mesoamericano del Laboratorio de Antropología del Museo de la
Cultura y las Artes Indias en Santa Fe, Nuevo México, Peter T. Frust quien en
su ensayo “Éxtasis y transformación visionarios: el caso de las
psicofarmacología olmeca” hace mención del uso de los Cemíes en los rituales
chamánicos taínos para moler y hacer polvo a las semillas del árbol Anadenanthera
peregrina (de la familia de las Acacias) con la finalidad de inhalarlas con
la ayuda de un bambú o bejuco e ingresar a estados de éxtasis y visión.
También podemos
consultar el testimonio del fraile Román Pané quien acompañó a Cristóbal Colón
en su segundo viaje a la isla de La Española, hoy República Dominicana. Cristóbal
Colón comisionó al fraile Román Pané para que observara y elaborara un reporte
acerca de los rituales taínos. Pané resume en sus conclusiones: “Si un indio es
atacado por una enfermedad lo llevan con el buhuitihu (chamán taíno).
Este curandero debe seguir la misma dieta que la persona enferma, y también
debe de adoptar la expresión del rostro de éste; también debe purgarse del
mismo modo en que el hombre enfermo se purga a sí mismo, esto es, tomando
cierto polvo, al que llaman cohoba, aspirándolo por su naríz; esto le
provoca tal intoxicación, que deja de saber lo que está diciendo. De este modo,
los buhuitihus le dicen a la gente muchas cosas sin sentido,
argumentando que están hablando con los Cemíes (sus dioses), quienes les están
revelando las causas de la enfermedad (…) Este cahoba es su manera de
rezar a los Cemíes y de pedirles fortuna (…) Esta ceremonia cahoba no se
ofrece solamente a sus Cemíes de piedra o madera, sino también a los cuerpos de
sus muertos”.
A partir del
testimonio del franciscano que vio las prácticas chamánicas así como el uso
práctico que los buhuitihu le daban a los Cemíes y, del estudio de Peter
T. Furst: los Cemíes tenía la función de moler con la parte plana a las
semillas del árbol Anandenanthera peregrina y obtener un polvo que
inhalaban llamado cahoba, el cual contiene un alcaloide conocido
científicamente como Bufotenina (5-hidroxy-N,N-dimetiltriptamina
–5 OH-DMT--).
El especialista en el
estudio de Plantas de Poder de Mesoamérica, Peter Frust, planteó durante la “Primera
Mesa Redonda Olmeca, Balance y Perspectivas” celebrada en 2005 el Museo Nacional
de Antropología que probablemente los misteriosos y angostos tubos de jade, así
como las barcas o cuencos que los olmecas tallaron con maestría, fueron
utilizados en rituales chamánicos para aspirar la semilla de la Anandenanthera peregrina que también
conocemos como yopo, cohoba, nopo, mopo o parica. Esta práctica no es común en
ningún pueblo de Mesoamérica a pesar de que la planta se encuentra profusamente
dispersa desde Sudamérica hasta el Golfo de México.
Si fue utilizada por
los olmecas como propone el maestro Furst, por qué no lo hicieron las otras
culturas que los secundaron, gran misterio se nos presenta, ahora bien, hace unos
meses, dictando una conferencia sobre este tema, un amigo comentó que en cierta
ocasión vio en Cancún a dos jóvenes tabasqueños que bajaban las semillas de la Anandenanthera peregrina y después de
machacarlas, realizaron su ingesta y su comportamiento fue vasilante, decía mi
amigo: reían y jugaban como niños…
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