El cielo es un portal por el que discurren las luces y las sombras, los mayas históricos ubicaron un engranaje en el cielo, del Este al Oeste y en un primer plano visual, transitan el Sol y la Luna, en un segundo plano, los planetas. Estos astros "transitan, aparecen y desaparecen", arriba de ellos, se desplazan trece constelaciones a lo largo de un año solar.
Cuando coincidían las conjunciones o alineaciones planetarias con algunas constelaciones, se abrían los Portales que comunicaban a los seres humanos con las entidades divinas.
Los mayas históricos decidían los días propicios para la ascensión al Poder de sus Ahauob (reyes) así como la consagración de sus recintos, templos y estelas en función de las posiciones planetarias. En aquellos soles mayas, los seres humanos y sus objetos estaban ligados con el movimiento celeste.
Para los habitantes de Chichén Itzá, los estruendosos y fulminantes rayos que presagiaban las lluvias, eran una "realidad religiosa". La materialización de ese evento celeste se representó con la Serpiente de Luz que durante los equinoccios descendía por la balaustrada norte de la Pirámide de Kukulkán, proseguía su camino por el Sac-Beh (camino blanco) hasta el Cenote Sagrado y concluía su transito ritual descendiendo a las aguas que dan origen a la vida y otorgan sustento a lo que emerge de la tierra; más tarde, el hálito de Chak Xib Chaac surgía de las cuevas, grutas y cenotes, ascendía reptando y formaba las nubes que proveían del agua necesaria para la continuidad de su sociedad agrícola.
Los Dioses Mayas se dibujan en los monumentos a través de luces y sombras, los seres humanos nos tornamos evidentes con nuestras luces y con nuestras sombras y con ellas buscamos el equilibrio entre lo real y lo insondable, entre lo imaginario y nuestra voluntad.
La luz hace visibles a los colores y a la mayoría de las formas. Es gracias a la luz que encontramos la profundidad y descubrimos la disposición de los objetos y a los seres que hacen sombras, pero la realidad última es que tanto esos seres y objetos, sus luces y sus sombras, así como la luz misma: son diferentes representaciones de energía.
Los pensamientos también son energía, de hecho, se alinean con gigantescas bandas energéticas de diferentes calidades e intensidades que fluyen en torno a nosotros. El tipo de relación que mantenemos con esas bandas energéticas modula nuestros pensamientos y en consecuencia, nuestra realidad; es un verdadero fenómeno de alquimia energética en el que "nuestra voluntad y nuestra actitud determinan nuestras acciones".
Esta realidad "es invisible" lo que no debe sorprendernos porque los seres humanos ocupamos prácticamente la totalidad de nuestros pensamientos en las realidades alternativas e invisibles que se construyen progresivamente y día a día en nuestro pensamiento, apenas despertamos.
Cuando socializamos, los seres humanos compartimos "múltiples realidades invisibles que determinan la realidad tangible en común pero que cada uno percibe de manera diferente" y en esta trama los "primeros actores invisibles" son: el amor, los deseos, la angustia, el rencor, la proyección mental de nuestro ser que realiza eventos al pasado o al futuro, la culpa, la contradicción, la importancia personal, sentirse víctima, la compasión y el gandallismo.
Aunque nuestro universo está constituido por luces y sombras, La Dualidad es un fenómeno terrestre. La mayoría de las estrellas se encuentran acompañadas por una o más estrellas; el Sol es una estrella que además de viajar sola, cuenta con planetas, algunos de ellos tienen decenas de lunas como Saturno o Júpiter, pero nuestro planeta tiene un único satélite natural, por ello, el fenómeno de Dualidad así como el día y la noche, el bien y el mal, el ying y el yang: son interpretaciones de codificaciones energéticas exclusivamente terrestres. En otros planetas y alrededor de muchas estrellas, las sombras no existen y, en contraparte, la mayor parte del espacio universal es oscuro.
Entre luces y sombras conducimos nuestro entendimiento y nuestros actos. En las sombras habitan las circunstancias que deseamos no conocer pero nos persiguen, por las sombras se filtran los imponderables y al ser tocados por la luz de la conciencia... se quedan quietos.
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