El Continente sin espejos / Cuento

Una mujer y un hombre aparecieron dormidos en una isla tropical, tres aves de verde plumaje sobrevolaron sus cuerpos desnudos y la mujer despertó sintiéndose observada con lujuria.

Cuando descubrieron al lenguaje, el hombre se tornó irrespetuoso y la perseguía por la isla acosándola, inquiriéndole y abrazándola... la mujer entendió que cuando el hombre la cubría con sus brazos, automáticamente se quedaba callado.

Una noche, sintieron frío y tomaron la decisión de construir una casa, intempestivamente la mujer se dirigió al monte en búsqueda de siete troncos y treinta hojas de palma chit, el hombre permaneció dormido bajo un cocotero, cuando despertó, la mujer había terminado la casa y el hombre pasó a criticar la altura del techo y la ubicación de las amplias ventanas con un beligerante monólogo que provocó el llanto de la mujer, Una tormenta dañó las ventanas y los cimientos, tuvieron que abandonar la casa justo antes de que se derrumbara, El hombre le gritaba que era una inútil y que nada hacía bien.

La mujer no atendía sus palabras, estaba concentrada en la reconstrucción de la casa que emprendió con dinamismo justo después que cayó la última gota y en ese preciso instante, el hombre fingió dolor de estómago, luego se percató que sus excusas eran insostenibles, La mujer le reclamó en dos ocasiones su nula participación y él transfiguró su rostro exigiéndole que terminara la reconstrucción lo antes posible porque deseaba dormir una siesta, El hombre reía en la cara de la mujer e impávido observó cómo ella se alejaba en silencio, después de una hora, La mujer arribó al otro lado de la isla donde se reconoció individuo y determinó construirse una casa.

Cuando terminó de construir su casa, caminó hasta que ya no hubo luz en el horizonte y obtuvo paz... le duró muy poco, una tarde, El hombre la visitó, le prometió una serie de banalidades e inmediatamente después le exigió un abrazo ¡faltaba más! Y aunque ustedes no lo crean, ella sintió nuevamente la necesidad de estar protegida y durmieron juntos e hicieron el amor, Al alba, las exigencias del hombre obtuvieron como respuesta un bello y prolongado silencio, él se sintió ofendido y cuando sus sienes se sobresaltaron, comenzó a golpearla.

La mujer se reconoció con la capacidad suficiente para asimilar la consecuencia de sus carencias emocionales y llevó con dignidad aquellos angustiosos días de suplicio hasta que finalmente el hombre entendió que si continuaba martirizando a la mujer, el hijo que llevaba en su vientre,   no sobreviviría y en consecuencia se quedaría completamente solo en aquella isla, El hombre sigilosamente se acercó a la mujer y le dio un beso en la mejilla, luego tomó la cuerda con la que había amarrado con violencia la palma de su mano izquierda; ella le suplicaba un poco de silencio pero él continuaba inquiriéndole si todavía lo amaba...

Al amanecer, la mujer  pidió que la dejara ir al mar pero el hombre le negó el permiso en tres ocasiones y de mala gana aceptó dejarla ir siempre y cuando regresara pronto ya que tenía hambre,  La mujer caminó hacia la playa, se percató entonces que sus manos y sus pies sangraban profusamente, y es muy probable que su hijo, supiera todo lo que acontecía afuera de su espacio oscuro y acuoso e intuyera que el tiempo le permitiría entender los matices de la condición humana.

Delante a las olas, la mujer guardó silencio y un ave marina le dijo que podría en cualquier instante alzar el vuelo e inspirada en tan atinada sugerencia, escogió un viento furtivo y sin pensarlo dos veces, alzó sus brazos y después de una respiración profunda, concentró su voluntad en una luz azul, Sus pies se levantaron del suelo y en un momento de debilidad volteó para mirar al hombre que corría descalzo entre los manglares deseando detener su vuelo, La mujer miró su cuerpo ensangrentado y entendió que si su mano estaba libre era para decir adiós al hombre y así lo hizo ante el asombro de aquel quien llorando como un niño, vio cómo la mujer emprendió un tranquilo vuelo y después de cuatrocientos soles llegó al Continente con su hijo entre los brazos, cuando el niño cumplió siete años, tomaron la decisión de eliminar los espejos...

Cuentan los mayores que los descendientes de esta tradición se reúnen una vez al año en torno a un fuego para cantar una canción que en una estrofa dice: "nunca es tarde para iniciar una búsqueda eterna"