El fútbol es una representación
plástica de nuestras prehistóricas batallas tribales en las que reafirmamos la
identidad, el grupo, la pertenencia y la fuerza comunitaria. El estilo de juego
de cada equipo denota su idiosincrasia y su cultura; las diferentes maneras de
festejar un gol, refieren la forma en la que las culturas manifiestan su
relación con el éxtasis; la derrota es enfrentada con dignidad o con grave
dolor en función del control emocional que otorga la historia combativa de cada
pueblo.
El fútbol nos permite
reconocer y revivir nuestros atavismos de cazadores y guerreros, en un partido
proyectamos a nuestro instinto de sobrevivencia y la victoria es una poderosa
inyección que fortalece los lazos comunitarios.
En México, el Fútbol
es un nítido reflejo de nuestra tendencia a construir un Progreso Involutivo ya
que responde a intereses
económicos por encima de los futbolísticos. Los jugadores profesionales de
fútbol en México, son valorados como mercancía de uso, préstamo y compra-venta
sin que puedan participar en la decisión de su futuro laboral. Existe un “Pacto
de Caballeros” entre los dueños de los equipos para no contratar a los
jugadores que intentan revelarse a su control. Las comisiones y los anuncios
publicitarios determinan las alineaciones y no la calidad futbolística, las
posiciones de creadores o delanteros son ocupadas regularmente por extranjeros
de mediana talla mundial que impiden el surgimiento de valores mexicanos; tenemos
dos campeonatos en el mismo tiempo que la mayoría de las ligas del mundo
realizan uno, por el beneficio económico de que cada 6 meses exista un nuevo
campeón y, consecuentemente, la irregularidad se manifiesta en los partidos,
los entrenadores son despedidos de manera frecuente, el sistema del campeonato
permite que un equipo que quedó en octavo lugar, al pasar a la liguilla pueda
ser campeón y los jugadores no tienen derecho a formar un sindicato entre otras
circunstancias propias de la sumisión colectiva que incluye, por supuesto, a
los espectadores.
El mítico narrador
Ángel Fernández lo llamó “El Juego del Hombre” y se ponía de pié para saludar a
una jugada maestra. Desde el lejano 1966, en Wembley, Don Fernando Marcos se
preguntaba por qué siempre las pelotas del equipo mexicano pegaban en los
postes en tanto que las de los contrarios entraban al arco, quizá por ello,
Enrique “El Perro” Bermúdez invocaba a los dioses del estadio para que
iluminaran la puntería de nuestros artilleros pero lo único que logró con sus
exóticos rituales fue deformar al idioma y misteriosamente lo expulsaron a
donde tejen su nido las arañas después de 35 años de trabajar para Televisa.
Un apartado especial
merecen los comentaristas de Televisión Azteca por su lenguaje libido,
declaradamente gay y circense. David Medrano acuñó la frase “voy que te quedó
jabón…” que nos remite al ámbito sexual, finalmente, es un juego viril. “El Dr.”
Luis García es uno de los pocos comentaristas con claridad futbolística ya que
fue un gran jugador, ahora bien, en compañía de Chistian Martinolli y del
“inmortal” Jorge Campos, han declarado matrimonio a los jugadores, les mandan
besos en la boca, los llaman hermosos, quieren tener un hijo con ellos… en fin,
el elenco es extenso; lo cierto es que han logrado éxito utilizando un lenguaje
homosexual delante a una audiencia netamente masculina lo cual abre espacios
para la reflexión y la deconstrucción que nos conduce a indagar los motivos
colectivos detrás de la risa o el descaro.
La Selección Nacional
de Fútbol participará la próxima semana en el Campeonato Mundial en Brasil
después de un espinoso camino de calificación en el que observamos la realidad
de nuestro país en el que en lugar de proyectos, se realizan “efímeras
instalaciones”. Los mexicanos somos reconocidos mundialmente por nuestra
capacidad de improvisación y creatividad, consecuencia de producir y vivir al
límite de la fecha establecida y de nuestra negligencia delante al goteo; cuando
se abre el chorro, sacamos lo mejor de nosotros para taparlo y empapados,
sonreímos para la foto después de que se perdió la mitad del agua disponible.
Un desamoroso amor nos
une a nuestra Selección Nacional de Fútbol, emociones encontradas nos invaden
cuando suena el himno nacional y minutos después vemos al Chicharito que
estrella el balón en el poste o mantenemos el 0-0 hasta el último minuto y en
la última jugada los adversarios meten un gol bobo. El entrenador nacional,
Miguel “El Piojo” Herrera llegó furibundo a sacar las papas del fuego y logró
la clasificación, pero a unos días de iniciar la competición mundial, aún no
definía a su portero titular; ha experimentado en exceso y su estilo bravucón
de dirigir y su pinta de machín representa la clásica e insegura manera de
enfrentar un partido sintiéndose ofendido antes del silbatazo del árbitro a
quién el Piojo le reclama por sistema. Cuando su equipo falla, transfiere la
culpa a una decisión arbitral o una marranada del contrario.
México es la nación
que más hinchas enviará a Brasil, las televisiones europeas se quedan con el
ojo cuadrado cuando ven las faraónicas instalaciones de TV Azteca y Televisa en
las sedes mundialistas, nos ocupamos de la forma pero olvidamos atender al
fondo. La manera en la que se maneja el fútbol en nuestro país --y sus
consecuentes limitaciones-- se extiende de igual manera a la Cultura, la
Educación y la Economía, es por ello que mientras estaremos embobados viendo
nuestro infortunio futbolero, se votarán leyes que transfigurarán nuestro
futuro económico.
En un partido de
fútbol, los seres humanos se proyectan como guerreros, son 11 contra 11 en
igualdad de circunstancias, la diferencia estriba en su capacidades y en el
sistema. Difícil tarea la que le espera a la Selección Nacional de Fútbol en
Brasil, los intereses mediáticos nos envuelven con la fascinación del “sí se
puede…” El maestro Carlos Monsiváis se refería a ese axioma deportivo
explicando: “se puede cuando se puede, cuando no, pues no, no todo está en
querer”. Dos selecciones infantiles de fútbol han sido campeonas del mundo, entonces
se puede triunfar, el conflicto no es de querencias o capacidades sino de
intereses que imponen decisiones orientadas hacia el beneficio económico
inmediato por encima del desarrollo integral a largo plazo.
Hace algunos años, quizás muchos, tuve la oportunidad de leer un estudio titulado El Mexicano, Psicología de sus Motivaciones, del maestro Santiago Ramírez, que bien puede ser el preámbulo a lo que hoy atinadamente comentas sobre los intereses económicos, sobre todo de las televisoras, en torno a los espectáculos, como el del futbol que más que un deporte se antoja como la gran farsa distractora, que está funcionado en México, pero no en Brasil, donde pese a su tradición futbolera, mucha de su gente no se deja llevar por todo ese ese gran montaje de lo que el primer psicoanalista mexicano llamara "la caja tonta de la televisión", que hoy demuestra su inteligencia cuando en Mexico tenemos tantos problemas como en Brasil, pero que aquí los olvidamos gritando: ¡Gooooooooooooooooooolllllllllllllll! Excelente comentario amigo Claudio
ResponderEliminarEstimado compañero Clicerio, habrá que consultar el ensayo del maestro Santiago Ramirez, al menos para gritar gol o saludar al portero rival estamos todos de acuerdo. Los jugadores y el Piojo están dando muestra de entereza y convicción, jugaron como nunca y ganaron como nunca. Somos un crisol de contradicciones y sorpresas, un abrazo generoso amigo.
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