La revista médica británica The Lancet publicó el pasado 1 de noviembre un informe elaborado por los ex asesores del gobierno británico David Nutt y Leslie King y concluyeron que de entre todas las drogas, el alcohol es la más dañina, los expertos señalaron que su consumo es tres veces más perjudicial que la cocaína y el tabaco, En la Ciudad de México, el alcohol es el primer motivo de muerte entre los jóvenes pero en nuestra sociedad, se incentiva su consumo, es legal y se puede adquirir sin restricciones en la tienda de la esquina o en cualquier supermercado, es revelador que en nuestro tiempo, las drogas legales causan más daño que las ilegales.
En el siglo IV a.n.e el filósofo Platón, argumentaba en el segundo libro de “Las Leyes” cuándo y de qué modo se debe permitir emborracharse a los ciudadanos, argumentaba el ateniense que “los niños debían abstenerse del vino, a los jóvenes se les permitía un uso moderado y los mayores de treinta años debían beber bastante para vencer el temor a hacer el ridículo ante los demás”, Platón decía que el vino era un regalo de Dionisio, especialmente indicado “como remedio auxiliar contra la decrepitud de la vejez, para que rejuvenezcamos y, de la mayor dureza, el carácter del alma se vuelva más blando por el olvido de nuestro desánimo, como se vuelve el hierro cuando es colocado en el fuego y sea así más dúctil”
El pensador español, Fulgencio Robledero, comenta en su Blogg La Sangre del León Verde que “la embriaguez permite un debilitamiento de la capacidad de raciocinio y potencia, consecuentemente, un debilitamiento de la estructura social del yo. La personalidad es, incluso etimológicamente, una máscara social que es fuertemente debilitada por la ingesta de alcohol. La ebriedad, por lo tanto, es un estado que asumido filosóficamente abre la posibilidad de una reconstrucción dinámica del yo, precedida de una deconstrucción”.
“En cierto sentido –continúa Robledero-- podemos decir que determinado grado de intoxicación etílica se asemeja a la muerte en tanto que supone la disolución del yo como estructura organizadora. El miedo a la embriaguez o la prudencia que adoptamos cuando nos percatamos de la inminencia del derrumbe son muestras de como la embriaguez es una muerte simbólica del yo. El miedo a “lo que pueda hacer en este estado” o a lo que se hizo es otro ejemplo del temor a la disolución temporal de nuestra personalidad. Esta disolución del yo va acompañada también por cierta invalidez física: mareos, vómitos, paso vacilante o tartamudeo son síntomas habituales del embriagado. Estos síntomas potencian también la sensación de debilidad y de dependencia en el individuo afectado por el consumo de alcohol, lo que a su vez refuerza la sensación de desvalimiento y de pérdida de la seguridad del yo. El yo heroico de nuestra conciencia se convierte en un inválido balbuciente que precisa de auxilio social para sostenerse. Esta experiencia de desamparo en el que nuestro orgulloso ego queda desvalido nos muestra crudamente la inconsistencia y debilidad de nuestro ser. Aún el cristianismo usa el vino en su comunión. El alcohol es una experiencia comunitaria que fortalece los vínculos sociales debilitando las estructuras de la máscara social que llamamos yo”.
Por el contrario, los mexica (aztecas) prohibían el uso del alcohol a su ciudadanos, únicamente y en ciertas festividades, los guerreros y los mayores de 52 años podían beber el célebre octli (bebida fermentada que se extrae de la planta Agave salmiana, que nosotros llamamos pulque y produce la cruda más espantosa de todos los licores del mundo).
Si algún ciudadano mexica era sorprendió borracho, la primera vez se le rapaba en señal de deshonra y la segunda, se le lapidaba.
Extracción del Pulque
Si algún ciudadano mexica era sorprendió borracho, la primera vez se le rapaba en señal de deshonra y la segunda, se le lapidaba.
Otras culturas precolombinas utilizaban diversos licores fermentados y plantas psicotrópicas con un sentido ritual, desde algunos siglos a.n.e en el Altiplano Central, pobladores de Cuicuilco, Tlatilco, Tetepilco y en la misma Teotihuacan, experimentaban sensaciones paranormales al introducirse bebidas fermentadas por el ano, sirviéndose para tal fin de enemas que fabricaban con el huaje Lagenaria Siceraria.
Enema del Huaje Lagenaria Siceraria
Fray Diego de Landa observó de soslayo la vida cotidiana de los mayas y después de quemar sus libros sagrados, escribió “Relación de las cosas de Yucatán” e indicó con un sesgo moral que “Los Indios consumían alcohol y drogas en cantidades desmesuradas, donde se derivaban muchos males, incluidos asesinatos. Fabricaban vino con miel, agua y la raíz de un cierto árbol que cultivaban expresamente con esta finalidad. El vino tenía un sabor muy fuerte y un olor pestilente. Bailaban, se divertían y se sentaban por parejas o de cuatro para comer. Las mujeres tenían mucho miedo cuando sus maridos retornaban borrachos a casa”
Sabemos que además de las bebidas fermentadas, fumaban, masticaban y aspiraban tabaco, también obtenían una sustancia psicotrópica del veneno del Sapo Buey Bufo marinus que contiene bufotenina, alcaloide emparentado con el LSD y que en grandes dosis puede producir locura permanente o la muerte.
Sapo Buey Bufo marinus
La cerámica del Petén nos muestra las tradiciones mayas del tiempo que llamamos Clásico y ubicamos que entre los siglos II y VIII los mayas históricos, al igual que sus contemporáneos del Altiplano Central, utilizaban enemas y realizaban ceremonias en el interior de cuevas y cenotes donde comulgaban con Chaak, divinidad de las aguas subterráneas y de las lluvias.
Nobles mayas con edemas asistidos por mujeres departiendo con Chaak en un cenote
La escritura jeroglífica nos indica que la divinidad de la embriaguez maya se nombraba Ah Kan y se le representaba con una capa o manto con dos fémures en cruz así como con un enema en la mano y a veces vomitando.
Las bebidas fermentadas precisaban de la miel para su elaboración por lo que las abejas eran muy apreciadas y veneradas por ser el conducto para la producción del elixir que permitía la comunión con la otredad y con sus entidades divinas, Al introducirse el licor por vía anal, asimilaban rápidamente el alcohol y evitaban los malestares estomacales propios de una ingesta alcohólica que irremediablemente termina en el vómito.
Ah Kan
Ah Kan visitando a Chaak quien moldea un rostro humano
Las bebidas fermentadas precisaban de la miel para su elaboración por lo que las abejas eran muy apreciadas y veneradas por ser el conducto para la producción del elixir que permitía la comunión con la otredad y con sus entidades divinas, Al introducirse el licor por vía anal, asimilaban rápidamente el alcohol y evitaban los malestares estomacales propios de una ingesta alcohólica que irremediablemente termina en el vómito.
Espejos
En tiempos antiguos, la embriaguez podía revelar el verdadero carácter de los jóvenes y pedagógicamente era recomendada –como explicaba Platón— también nos acerca a la muerte y provoca la insensatez, quizá por ello era prohibida entre los mexica y, en una esfera paralela, los mayas históricos le dieron un sentido ritual y se embriagaban con sus divinidades para tornar tangible la otredad en el plano consciente, Durante la Colonia Española, los descendientes de los mesoamericanos que habitaron el Altiplano fueron inducidos a la embriaguez cotidiana con la finalidad de someterlos mejor y embrutecer sus voluntades, En nuestros soles, la embriaguez es un asunto de salud pública y de grandes intereses económicos, el alcohol es la droga que más daña a nuestros organismos, a nuestras familias, a nuestro desarrollo económico pero complacientemente se tolera y es una droga legal, También es una salida muy cara que con altivez devela por unas horas nuestra inconformidad y luego la esconde en la ignominia, la simulación y la displicencia para ser despertada nuevamente con un brindis por la vida, acortándola y desmeritándola en cada trago.
Ciertamente, en cantidades controladas, el alcohol permite conocer los rostros de lo invisible y matar al ego, pero también podemos hacer nuestros esos estados de conciencia a través de la impecabilidad, volviendo conscientes nuestras emociones y nuestros anhelos.
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