El
capitalismo está en crisis, nosotros próximos al caos. El modelo neoliberal
aprieta el cinturón y la economía de países que se decían en crecimiento
acelerado como España, Italia y Grecia, dramáticamente se han desinflado con el
consecuente descontento popular. Los recortes más sensibles se dan en el orden
educativo y, en Chile, Michoacán y Montreal, el descontento estudiantil toma
tintes de insurrección.
Desde
hace décadas, el Fondo Monetario Internacional dicta políticas económicas a sus
deudores que los obliga a destinar miserias al presupuesto educativo porque los
intereses económicos mundiales procuran la formación de esclavos consumistas
que del trabajo pasen a la televisión o al hastío y dediquen el resto de sus
energías al consumo irreflexivo.
La
historia de la humanidad se resume en la capacidad de adaptación al medio
ambiente (bueno, nosotros nos lo estamos acabando) y a la suma de experiencias
que condujeron a nuestros ancestros a poseer un conocimiento y una visión del
universo.
El
aprendizaje verbalizado es lo que nos diferenció del resto de la evolución
animal y precisamente la capacidad de entendimiento es lo que nos ha permitido
existir socialmente a través de acuerdos o sometimientos, según el Tonal de los
tiempos.
El
conocimiento nos torna universales y reconoce en el pensamiento con criterio al
primer acto de libertad. Las utopías son necesarias porque nos invitan a
explorar los caminos que nos aproximan a ellas, en ese sentido, una sociedad
con conocimiento procura seres que se desarrollan en función de sus capacidades
y no de sus mañas, ahora bien, aunque la corrupción existe en todas las sociedades,
el asunto nodal se ubica en la distribución de la riqueza, entendiendo al
conocimiento también como una principal riqueza.
Nuestras
sociedades de consumo y simulación postulan a la ignorancia como norma
educativa. Se procura una educación privada y tecnificada; desde hace tiempo en
México se han eliminado asignaturas como Civismo, Historia del Arte y Filosofía
porque los seres pensantes procuran escenarios de progreso comunitario y
atienden a la necesidad animal de sobrevivencia colectiva; he ahí la paradoja:
respondiendo a un instinto de sobrevivencia
nuestros mayores sublimaron al conocimiento distanciándonos del reino
animal y, ahora se procura la formación de individuos que carezcan de
conocimiento para que se dediquen a vegetar.
La
violencia, en gran medida, es producto de la ignorancia y de la falta de
orientación para dar sentido social a la energía de la vida. Basta observar
nuestro sistema educativo para entender los balazos que recorren al país, si de
verdad deseáramos solucionar nuestro desatino, en lugar de construir tantas
cárceles sería prudente construir universidades públicas y mejorar el nivel
académico de los profesores. Veamos el caso de Corea, después de levantarse de
una tremenda guerra que dividió al país en dos, los del Sur quedaron golpeados
y sin recursos naturales, lo primero que hicieron fue construir universidades,
dedicaron su esfuerzo a la educación y mirémoslos hoy, su tecnología es de
vanguardia, su nivel de vida envidiable y su economía pujante.
Brasil
ha demostrado que para crear riqueza colectiva y que la gente viva en función
de sus capacidades, no es preciso correr a los inversionistas del país. Lula
llegó al poder debiéndole dinero al Fondo Monetario Internacional, cuando los
vio por última ocasión siendo presidente,
le prestó dinero para ayudar a los muchachos del Fondo a saltar un asunto de
“liquidez”. Su Petróleo se encuentra en aguas profundas, desde hace una década
se pusieron las pilas en ese asunto y hoy cuentan con tecnología propia para
explotar sus recursos. Nosotros… seguimos rentando tecnología, las aguas
profundas las vamos a explorar hasta el 2020, exportamos petróleo e importamos
gasolina, nos peleamos de acuerdo durante años para ver en dónde vamos a
construir finalmente una refinería, en tanto, la simulación sindicalizada ya
casi se acaba el pozo Canterell y los gringos nos siguen chupando petróleo en
áreas profundas que compartimos con ellos. Todo por no invertir en la
educación, la investigación y en la formación de seres dignos de la riqueza que
están explotando.
Otra
de las riquezas mexicanas es el turismo, en algún momento estuvimos entre los
primeros diez países más visitados del mundo. Apenas hace unos años conducía a
hordas de turistas por la avenida Tulum para que realizaran sus compras, decenas
de negocios de primer nivel y dos mercados de artesanías se beneficiaban del
tráfico turístico sobre la avenida Tulum, pero una gripe supuestamente mexicana
--hoy sabemos que fue farmacéuticamente inducida-- nos maldijo en el mundo,
nuestro presidente aprovechó la oportunidad para encuartelarnos y sacó la
espada que no ha dejado de blandir, fue cómplice de una farsa mundial y
nuestras economías sustentadas en el turismo pasaron del progreso a la
sobrevivencia condicionada. Hoy, al pasear por avenida Tulum, ya no hay
turistas y dónde una vez hubo negocios para el turismo… encontramos
farmacias de descuento y casas de
empeño, lo que muestra a una sociedad enferma y endeudada.
Observar
la realidad con la voluntad de no hacerse tarugo, significa llegar al origen de
las circunstancias y dejar de castigar a sus frutos. Una actitud en éste
sentido procuraría cambios radicales en nuestra desventura. Llevamos años en
crisis, entonces no es crisis, es decadencia y por éste camino, lo que sigue es
el caos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario