La fotografía que acompaña
el artículo es el resultado de una combinación de un total de 800 exposiciones
tomadas entre el 24 de septiembre 2004 y el 16 de enero 2005. El telescopio
Hubble enfocó una pequeña porción del cielo (del tamaño de una moneda de veinte
centavos), en la constelación de Fornax, situada en el Hemisferio Sur celeste.
Los astrofísicos de la
NASA calcularon que en este pequeño espacio hay 10 000 galaxias y cada galaxia
puede contener entre 100 mil y 1 millón de estrellas. El cielo cubre un área
12.7 millones de veces el espacio de esta fotografía por lo que para
fotografiar todo lo visible, tardaríamos 1 millón de años y contaríamos en
miles de millones el número de estrellas... la vida es un privilegio...
… a
veces el tiempo se nos escapa y es que ocupamos diez segundos en contar del uno
al diez, nos toma 17 minutos llegar a mil y solamente después de contar durante
12 días sin parar, podríamos arribar al millón. Siempre y cuando no nos equivocáramos
en el intento o de pronto perdiéramos la cuenta, transcurrirían 32 mil años
para contar hasta un billón, necesitaríamos 32 millones de años para arribar a
mil billones y quienes se sienten inmortales, ocuparían 32 mil millones de años
para contar del uno a un trillón.
Los
mayas históricos proyectaron sus cálculos hacia el pasado o hacia el futuro
valiéndose de “tres” dígitos: un cero, un punto y una barra. Los números mayas
se representaban también con símbolos sagrados como rostros de jaguares,
dioses, simios o guacamayos. Contando el paso de los días y formando múltiplos
de veinte, es decir: 0, 20, 400, 8 mil, 160 mil etc. los increíbles matemáticos
mayas configuraron en su imaginación el número Alau—alau que representaba la
cuenta de 4, 096 billones.
Las
matemáticas nos permiten concebir situaciones imposibles que nos proyectan más
allá del tiempo y del espacio. Joseph Fourier concluyó en 1822 que “las matemáticas
parecen constituir una facultad de la mente humana destinada a compensar la brevedad
de la vida y la imperfección de los sentidos”. Las matemáticas fueron también
las mentoras de la filosofía griega y en el siglo VI a. de C. el maestro Pitágoras
percibió que los números son la esencia de todas las cosas. Según la propuesta
pitagórica, todo se mide, hasta el absurdo: así las cosas, supongamos --a priori-- que “la verdad”
de una afirmación es real y no imaginaria, luego seguimos sus consecuencias y,
sin querer queriendo, arribamos a una contradicción, lo que nos permite
concluir que hay “una falsedad”… a este embrollo lo llamaron “la reducción al
absurdo”. Bajo esta lógica, concluyeron los pitagóricos que existe una perfecta
irracionalidad en la raíz cuadrada de 2. Y, hablando del 2, resulta que es el único
número primo “par”.
Las
ecuaciones suelen ser muy divertidas cuando se aplican a un juego como el
ajedrez, cuyo origen es incierto; algunos autores lo ubican en la India y otros
en China. En el siglo XIII, ya se jugaba en toda Europa y el ajedrez moderno,
data del siglo XV. Otro cuento --made in Persia--, narra que un Visir
(consejero del Shah) inventó el juego de los 64 escaques (que en aquel tiempo
eran rojos y negros). Muy satisfecho de su invento, se lo regaló a su Shah. Le
explicó que el asunto medular era capturar al jefe enemigo y decidieron
llamarlo “Shahmat” (shah por rey y “mat” por muerto). El Shah quedó tan
satisfecho con el invento de su consejero que para recompensarlo le ofreció
tesoros, un palacio, un montón de pistaches, camellos, bailarinas y amantes…
pero el Visir era un hombre de negocios, así que le pidió algunos granos de
trigo
--¿Cuántos
quieres? Preguntó el Shah
El
visir señaló las ocho columnas y las ocho filas de los escaques del tablero y
solicitó que le fuera entregado un grano de trigo por el primer escaque, dos
por el segundo, cuatro por el tercero, el doble por el cuarto y así
sucesivamente hasta que cada escaque tuviera su parte proporcional de granos de
trigo. El Shah se sorprendió de la humildad del Visir e inmediatamente mando
traer dos sacos de trigo. Cuando iniciaron a contar fue divertido y el número
de granos de trigo fue creciendo: 1, 2, 4, 8, 16, 32, 64, 128, 256, 512, 1024…
pero cuando andaban por el escaque vigésimo séptimo ¡las cifras fueron
inconmensurables y no había más granos en todo el reino! Al proyectar la
cantidad del escaque final, rozaban los 18,5 Trillones de granos. Nadie sabe cómo
pagó el Shah ya que 18,5 Trillones de granos de trigo equivalen –granos más,
granos menos-- a 75 mil millones de toneladas métricas y representan la producción
mundial de trigo durante 150 años. Sí el Visir hubiese inventado un ajedrez con
100 escaques en vez de 64, la deuda en trigo habría pesado tanto como nuestro
planeta.
En
una ocasión, el matemático norteamericano Edward Kasner le pidió a su sobrino
de nueve años que inventara un nombre para un numero muy grande, tan grande
como un diez seguido de cien ceros. El niño lo nombró “gugol”. Luego apareció
el “gugolple” que se constituye de un número uno seguido por un gugol de ceros.
Ahora bien, imaginemos que el universo estuviese compuesto de una masa sólida
de purititos neutrones sin que quedara ninguna zona vacía entre ellos, entonces
se necesitaría un poco más de un gugol de neutrones para cubrirlo.
Se
le nombra Universo porque es un verso que se recita en diversos lenguajes para
vivirlo o comprenderlo, las matemáticas es uno de esos lenguajes, el chamanismo
es otro…
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