Me encontraba estudiando
Budismo Vipassana en el monasterio Wat Ram Poeng de Chiang Mai, al Norte de
Tailandia y coincidió que el maestro Marco Antonio Karam, director de la Casa
Tibet en México, realizaba una visita de cortesía al monasterio ya que deseaba conocer
al maestro Ajahn Tong, pero en esos días, el venerable maestro no se encontraba
en Chiang Mai. Fui invitado a salir de mi retiro meditativo para acompañar a
Marco Antonio y visitar al Ajahn Tong en otro monasterio.
La visita al maestro
Ajahn Tong fue una experiencia energética realmente extraordinaria y, en el
camino de regreso, pasamos por algunos pueblitos de las montañas tailandesas que
cuentan con decenas de pequeños templos; al dar la vuelta en una curva, de
pronto aparecieron dos serpientes que descendían por la balaustrada de la
escalinata que daba acceso a un templo.
En el monasterio Wat
Ram Poeng me habían ya llamado la atención las serpientes que coronan los
techos de los templos que se conocen como Nagas y pertenecen tanto a la
tradición hinduista como a la budista. En la India se cree que viven en el
fondo de los océanos y representan a la sabiduría pero tienen un carácter
irascible y pueden provocar grandes desgracias a lo seres humanos, es por ello
que se les ofrenda y venera.
Las Nagas están
emparentadas en la India con la diosa Prajnaparamita que apareció en tiempos de
Carlo Magno y más tarde sufrió los embates fundamentalistas de los musulmanes y
casi desapareció del imaginario colectivo pero aún subsiste en el torbellino
religioso de la India. En la historia budista, Nagarjuna se acercó a la orilla
de un lago y recibió las enseñanzas de la Sabiduría Perfecta entregadas por una
princesa en forma de Naga.
Desde tiempos sin
memoria pétrea ubicamos la relación entre las aguas, la sabiduría y las
serpientes. En las culturas boreales que nos heredaron hace 10 mil años los
mitos comunes de las religiones y creencias agrícolas, la Diosa Sedna está
emparentada con las aguas primigenias y, al descender del glaciar al trópico,
el mito femenino de las aguas a Sedna se transformó en el culto a la diosa Isis en
Egipto, en el Culto Mariano con todas sus vírgenes ligadas a ríos y cántaros de
agua, así como los rituales a Yemayá en la santería niger-caribeña y el
universo acuático-femenino de la creación que contiene el Xibalbá de los mayas
históricos. Hasta la Sirenita de Walt Disney reproduce ese esquema ancestral
que heredamos de las culturas boreales y es por ello que existen tantas
coincidencias mitológicas en regiones equidistantes del mundo.
Hay serpientes de
tierra, de agua y de luz, en el caso de la Serpiente de Luz de la Civilización
Maya que desciende en Chichén Itzá, postulo en mi tesis sobre las culturas
boreales que deriva de la Aurora Boreal.
En el caso de las Nagas
de los templos de Tailandia, me informaron mis maestros tailandeses que tienen
la función protectora de los recintos a través de la fuerza del conocimiento y
la sabiduría. La imagen sagrada se solidifica, el imaginario colectivo realiza
un sublime acto de comunión entre la creencia y la realidad tangible. Han
transcurrido muchos años para que finalmente pudiera entender todo lo anterior,
he tenido que viajar al gélido Norte para entender a las Nagas tailandesas y
comprender su relación con las serpientes mayas y la relación que guardan las
aguas primigenias con los cultos femeninos.
Aquel día, cuando
salimos de la curva y vimos a las serpientes que descendían del templo budista
--que acompañan el artículo--, se me revolvieron los conceptos y solicité amablemente
a los maestros tailandeses que detuvieran un momento su vehículo para
fotografiarlas. Marco Antonio Karam y yo nos miramos con complicidad
interpretativa, sabíamos que delante a nosotros se reproducía un icono de las
Culturas Autóctonas de México, en aquellos soles que meditaba intensamente, las
palabras eran justas y medidas, me comunicaba más con la expresión corporal y
con los ojos. Karam y yo nos quedamos pasmados por un momento y guardamos
silencio. En el camino de regreso al monasterio Wat Ram Poeng, reflexionaba
sobre los cinco personajes que surgen de entre las fauces de las serpientes y
al intuir que pudieran estar emparentados con los 5 puntos cardinales de
nuestras culturas autóctonas (el centro es el quinto punto cardinal) pregunté
al maestro Tannata sobre el significado de los cinco personajes, me dio la
respuesta clásica del monasterio: “acknowledge” (reconócelo o confírmalo) y
siguió manejando sonriente. Con su respuesta, el maestro Tannata sembró en mi
inconsciente una noble verdad que años después germinó en una tesis
interpretativa sobre el origen de lo primero.
A causa de la
desertificación del Este africano hace 8 millones de años, surgió el bipedismo
que dio paso a la hominización y, por el congelamiento del casquete polar, las
culturas boreales compartieron un imaginario mitológico que dio pauta a las
creencias y a las religiones de las sociedades agrícolas tributarias, por ello,
desde el punto de vista fisiológico, somos hijos del calor, pero culturalmente
somos hijos del frío.
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