Recientemente, el artista plástico cancunense, León Alva,
fue invitado al Festival de Arte Público “Constructo” en la Ciudad de México e
hizo propio uno de los muros más complicados ya que si bien no tuvo que subir a
los andamios como otros muralistas, igualmente se enfrentó con el vacío
superior de la barda que condiciona la composición.
León se ubicó delante a la barda negra y hurgando en una de
las largas noches de los tiempos, sustrajo al espectro invertido del tzompantli
mexica (azteca) para transgredir ese dolor de vida y muerte que nos narran los cráneos
del tzompantli y transfigurarlo en las sonrisas, en las lúdicas miradas y en la
redonda sencillez de algunos de sus personajes surgidos de la otredad…
…irrumpen dibujados con centellantes luces y con bordados
multicolores provenientes del inconsciente colectivo de los mexicanos…
El Tzompantli Cósmico de León Alva fue plasmado en cuatro
paneles como cuatro son los rumbos del universo de nuestros mayores autóctonos
y sabemos también que en aquellos lejanos soles, se consideraba que el cielo
era sostenido por cinco árboles como cinco columnas dividen los cuatro paneles
o rumbos del universo autóctono. Pero todo precisa de un centro, de un origen
creador, de un vínculo que nos sustrae
de quién sabe dónde para arribar al milagro de la vida.
Si estando parados extendemos los brazos y los pies, reconoceremos
a nuestro ombligo en el centro de los cuatro rumbos o extremidades. México,
deriva de los vocablos del náhuatl: meztli- xictli- co que traducimos como “En
el Ombligo de la Luna” quizá porque desde alguna de las montañas o volcanes que
circundaban la ciudad de Tenochtitlán, se observaba que la configuración del
lago del Anáhuac era semejante a la forma de conejo que proyectan las sombras
de los cráteres en una Luna llena.
El Tzompantli Cósmico de León tiene un ombligo rojo en la
columna del centro de la composición, rojo como el ch´ulel maya, aquella substancia
vital que vinculaba a los seres humanos con las entidades sobrenaturales.
…tenuemente y muy en el fondo, recordamos la posibilidad de
que los seres pueden ser duales o que muestren sin rubor su otra cara, su otra
esencia, tal y como sucede con los personajes de León que de pronto por estar
en un Tzompantli, pudieran recordar una terrorífica muerte pero en realidad
están festejando, sonriendo, divirtiéndose, siendo ellos en su lúdica simplicidad…
Los personajes que observamos no tienen pena, ni deudas, ni
culpas, nos ven de frente o de soslayo, curioseando, riendo de nuestro desatino,
de que nos vemos en ellos y disfrutan de que nos inquieta su sencillez; descubrimos
que son duales, ilógicos y divertidos, son 52 como los 52 años de un siglo
mexicah y también el periodo de tiempo que precisan los calendarios mayas
Tzolk’in y Haab para juntos completar una rueda calendárica.
Cincuenta y dos como la edad requerida para que los
ciudadanos de Tenochtitlán pudieran en cualquier momento beber octli (pulque)
sin ser lapidados; entonces se les consideraba ancianos. El 52 es un número
mágico para nuestros mayores y los 52 personajes de León habitan en los cuatro
rumbos con un ombligo rojo al centro; son muy mexicanos, por eso emergen de las
sombras, están conectados con la otra edad, nos recuerdan que el dolor es la
antesala del humor, que detrás de la insondable oscuridad nos aguarda la luz,
de allá provienen, pero son mexicanos, por ello están bordados con colores que
amarran a sus luces y es así como los personajes adquieren acento, se vuelven
terrenales, son tangibles en el deseo y sutiles en la oscuridad para que los
niños vean más de lo que los adultos logramos mirar.
En los últimos meses, organizaciones como Descubriendo
Raíces A. C., Soñando Por Holbox, 5 Wolves No Pigs y WAD, han organizado
Festivales de Arte Público en Cancún, Isla Mujeres e Isla Holbox otorgando un
valor agregado a la oferta turística del Caribe de México incluyendo a las
expresiones artísticas como un elemento catalizador de nuestra identidad. La
llamada Sociedad Civil se ha organizado para realizar estupendos Festivales de
Arte Público en Quintana Roo, oportuno y visionario sería que la Industria
Turística dirija su atención al Arte Público e invite a destacados artistas
cancunenses a plasmar en los muros hoteleros los creativos murales que refieran
pasajes de nuestra riqueza cultural.
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