Entre los mayas históricos no existió "La Madre Tierra". Carecemos de
registros epigráficos y referencias arqueológicas que así lo demuestren.
Sin embargo, el intercambio cultural y las influencias holísticas han
provocado que algunos mayas modernos decidan hacer suyo al concepto de
Madre Tierra.
La Cultura Maya no solamente está viva sino que “es vivida” y, por lo tanto, se encuentra siempre en transfiguración. Cuenta con un bagaje mitológico ancestral que fue transfigurado de manera sincrética a lo largo de los cristianos siglos posteriores a la invasión peninsular y hoy, algunos pueblos mayas siguen evolucionando adquiriendo valores culturales y mitológicos de otras latitudes, como es el caso de la Madre Tierra.
Por otra parte, el sentimiento de orfandad provocado por una identidad histórica mal comprendida así como la decadencia de las creencias religiosas en un mundo individualista, conduce a mayanistas y seguidores New Age a buscar a la Madre en tradiciones y sociedades del pasado, idealizando lo que no fue. Reconfiguran rituales que les son ajenos y, sustentados en un imaginario de culpa, intentan encontrar en un idílico pasado agrícola-ritual las respuestas a las incongruencias de una sociedad de consumo. Les asiste el derecho a creer lo que deseen, igualmente los investigadores tenemos el derecho a cuestionar la validez histórica de sus postulados para descontextualizar a las creencias modernas del pasado histórico.
Ciertamente somos polvo estelar concentrado en un Ego, estamos emparentados con las estrellas y con las constelaciones; elementos estelares constituyen nuestro cuerpo y somos minoría en el cosmos ya que los átomos representan el 4% de lo existente, visible o no visible, pero mensurable. Si los mismos átomos que circundan el vacío cósmico forman nuestros cuerpos, los árboles, los mares y lo tangible, ¿por qué buscar a la Madre Tierra? En rigor, ella, nosotros y todo lo que nos circunda, estamos en equidad atómica... postular que es nuestra madre, que la tenemos que salvar (de nosotros mismos), que la estamos lastimando son, entre otros inmaduros disparates, la fina expresión de nuestro recalcitrante Ego que lavándose en culpas, infructuosamente intenta expiar nuestra condición de insaciables depredadores.
¿Quien fue entonces la Pachamama?
La Madre Tierra o Pachamama es una triste historia de la mitología quechua que recupera el mito mundial de dos hermanos quienes se convierten en la Luna y el Sol, tal y como sucedió con los gemelos mayas Xbalamqué y Hunahpú o Taqquiq y Siqniq entre los inuit (mal llamados esquimales). Otras variantes de hermanos fundadores de culturas o ciudades son Rómulo y Remo o Caín y Abel. La historia de dos hermanos primigenios es quizá un mito de origen Paleolítico y por ello se ubica desde la selva hasta el glaciar.
En el caso del mito quechua que nos llegó por los incas, Pachamama tuvo que elegir a su esposo de entre dos hermanos, Pachacama y Wakon, el segundo enfureció al no ser elegido y fue expulsado del cielo para vivir en las cuevas y en las penumbras. Pachacama y Pachamama tuvieron dos hijos gemelos, un varón y una niña, ambos fueron conocidos como Wilkas y todo era felicidad hasta que Pachacama cayó al mar y se ahogó, entonces Pachamama y los Wilkas deambularon sin sentido por la oscuridad del mundo y de pronto encontraron una luz en una cueva sin imaginarse que era la casa de Wakon quien al verlos llegar, los recibió transfigurado escuchó compasivamente sus infortunios y luego mandó a los Wilkas a buscar agua para aprovecharse de su madre quien al resistirse, fue asesinada por el rufián y luego se la comió. Los Wilkas lograron escapar de Wakon quien los engordaba para comerlos después, en su huida fueron ayudados por los animales de la montaña y en la persecución distrajeron a Wakon dándole pistas falsas sobre el paraderos de los infantes. La zorra indicó a Wakon que si cantaba desde la cima de una montaña imitando la voz de Pachamama, los Wilkas irían a buscarlo. Wakon antendió el consejo de la zorra y al llegar casi a la cúspide de la montaña, resbaló con una piedra floja que habían colocado los animales y cayó a un abismo provocando temblores.
Después de un rato de sufrimiento, los Wilkas tuvieron un sueño y al interpretarlo, subieron por unas cuerdas hacia el cielo para estar con su padre, más tarde, se transformaron en el Sol y la Luna.
Espejos
La Pachamama fue entonces una entidad divina en forma de sufrida mujer que tuvo dos hijos quienes después de experimentar penurias y sufrimientos, se convirtieron en el Sol y la Luna. Es sustancial acotar que Pachamama fue víctima de canibalismo. Nada de lo anterior corresponde al imaginario mitológico de los mayas históricos.
Hoy en día, el concepto de Madre Tierra es también retomado por algunos seguidores de la simulación quienes lavándose en culpas intentan salvar a la Tierra vista como madre… y uno se pregunta ¿de quién van a salvarla? Para que la Tierra no “sufra”, tendríamos que desaparecer los seres humanos.
Viendo de soslayo a la condición violenta del universo y a la depredadora condición humana, evangelizados modernos se reúnen en torno al fuego y provistos de vocablos ajenos a su lengua materna, invocan a las buenas vibras, al empoderamiento femenino, a un erróneo conocimiento de la mitología maya, a la conciencia elevada --o lo que eso signifique--, a los rayos sincronizadores del universo y a otras creencias New Age, con la peregrina y huérfana intención de que las fuerzas energéticas superiores actúen en las mentes de los humanos y logren cambiar la condición humana, lo cual, a todas luces, es una bonita utopía que genera consumidores y adeptos que compran la idea de ser lo que nunca seremos.
Claudio Obregón Clairin
La Cultura Maya no solamente está viva sino que “es vivida” y, por lo tanto, se encuentra siempre en transfiguración. Cuenta con un bagaje mitológico ancestral que fue transfigurado de manera sincrética a lo largo de los cristianos siglos posteriores a la invasión peninsular y hoy, algunos pueblos mayas siguen evolucionando adquiriendo valores culturales y mitológicos de otras latitudes, como es el caso de la Madre Tierra.
Por otra parte, el sentimiento de orfandad provocado por una identidad histórica mal comprendida así como la decadencia de las creencias religiosas en un mundo individualista, conduce a mayanistas y seguidores New Age a buscar a la Madre en tradiciones y sociedades del pasado, idealizando lo que no fue. Reconfiguran rituales que les son ajenos y, sustentados en un imaginario de culpa, intentan encontrar en un idílico pasado agrícola-ritual las respuestas a las incongruencias de una sociedad de consumo. Les asiste el derecho a creer lo que deseen, igualmente los investigadores tenemos el derecho a cuestionar la validez histórica de sus postulados para descontextualizar a las creencias modernas del pasado histórico.
Ciertamente somos polvo estelar concentrado en un Ego, estamos emparentados con las estrellas y con las constelaciones; elementos estelares constituyen nuestro cuerpo y somos minoría en el cosmos ya que los átomos representan el 4% de lo existente, visible o no visible, pero mensurable. Si los mismos átomos que circundan el vacío cósmico forman nuestros cuerpos, los árboles, los mares y lo tangible, ¿por qué buscar a la Madre Tierra? En rigor, ella, nosotros y todo lo que nos circunda, estamos en equidad atómica... postular que es nuestra madre, que la tenemos que salvar (de nosotros mismos), que la estamos lastimando son, entre otros inmaduros disparates, la fina expresión de nuestro recalcitrante Ego que lavándose en culpas, infructuosamente intenta expiar nuestra condición de insaciables depredadores.
¿Quien fue entonces la Pachamama?
La Madre Tierra o Pachamama es una triste historia de la mitología quechua que recupera el mito mundial de dos hermanos quienes se convierten en la Luna y el Sol, tal y como sucedió con los gemelos mayas Xbalamqué y Hunahpú o Taqquiq y Siqniq entre los inuit (mal llamados esquimales). Otras variantes de hermanos fundadores de culturas o ciudades son Rómulo y Remo o Caín y Abel. La historia de dos hermanos primigenios es quizá un mito de origen Paleolítico y por ello se ubica desde la selva hasta el glaciar.
En el caso del mito quechua que nos llegó por los incas, Pachamama tuvo que elegir a su esposo de entre dos hermanos, Pachacama y Wakon, el segundo enfureció al no ser elegido y fue expulsado del cielo para vivir en las cuevas y en las penumbras. Pachacama y Pachamama tuvieron dos hijos gemelos, un varón y una niña, ambos fueron conocidos como Wilkas y todo era felicidad hasta que Pachacama cayó al mar y se ahogó, entonces Pachamama y los Wilkas deambularon sin sentido por la oscuridad del mundo y de pronto encontraron una luz en una cueva sin imaginarse que era la casa de Wakon quien al verlos llegar, los recibió transfigurado escuchó compasivamente sus infortunios y luego mandó a los Wilkas a buscar agua para aprovecharse de su madre quien al resistirse, fue asesinada por el rufián y luego se la comió. Los Wilkas lograron escapar de Wakon quien los engordaba para comerlos después, en su huida fueron ayudados por los animales de la montaña y en la persecución distrajeron a Wakon dándole pistas falsas sobre el paraderos de los infantes. La zorra indicó a Wakon que si cantaba desde la cima de una montaña imitando la voz de Pachamama, los Wilkas irían a buscarlo. Wakon antendió el consejo de la zorra y al llegar casi a la cúspide de la montaña, resbaló con una piedra floja que habían colocado los animales y cayó a un abismo provocando temblores.
Después de un rato de sufrimiento, los Wilkas tuvieron un sueño y al interpretarlo, subieron por unas cuerdas hacia el cielo para estar con su padre, más tarde, se transformaron en el Sol y la Luna.
Espejos
La Pachamama fue entonces una entidad divina en forma de sufrida mujer que tuvo dos hijos quienes después de experimentar penurias y sufrimientos, se convirtieron en el Sol y la Luna. Es sustancial acotar que Pachamama fue víctima de canibalismo. Nada de lo anterior corresponde al imaginario mitológico de los mayas históricos.
Hoy en día, el concepto de Madre Tierra es también retomado por algunos seguidores de la simulación quienes lavándose en culpas intentan salvar a la Tierra vista como madre… y uno se pregunta ¿de quién van a salvarla? Para que la Tierra no “sufra”, tendríamos que desaparecer los seres humanos.
Viendo de soslayo a la condición violenta del universo y a la depredadora condición humana, evangelizados modernos se reúnen en torno al fuego y provistos de vocablos ajenos a su lengua materna, invocan a las buenas vibras, al empoderamiento femenino, a un erróneo conocimiento de la mitología maya, a la conciencia elevada --o lo que eso signifique--, a los rayos sincronizadores del universo y a otras creencias New Age, con la peregrina y huérfana intención de que las fuerzas energéticas superiores actúen en las mentes de los humanos y logren cambiar la condición humana, lo cual, a todas luces, es una bonita utopía que genera consumidores y adeptos que compran la idea de ser lo que nunca seremos.
Claudio Obregón Clairin