En una ocasión, me perdí en el desierto y lo primero que hice fue buscar mi sombra, así pude orientarme. Don Juan le comentó a Carlos Castaneda que en las sombras se encuentran las respuestas a lo que la mente de razón no puede entender y que en ellas, transitan fluidos energéticos, conciencias inorgánicas y vientos fríos. En esta semana y en algunos monumentos mayas, la luz y la sombra recuperarán su función como vasos comunicantes con las fuerzas naturales que veneraron nuestros mayores.
Al igual que los estruendosos y fulminantes rayos que presagian las lluvias, para los mayas históricos que habitaron la ciudad de Chichén Itzá, era una "realidad religiosa" que La Serpiente de Luz descendiera por la balaustrada norte de la Pirámide de Kukulkán, prosiguiera su camino por el Sac-Beh (Camino Blanco) que aún conduce al Cenote Sagrado y concluyera su transito ritual descendiendo a las aguas que dan origen a la vida y sustento a lo que emerge de la tierra; ya luego y como respuesta divina, el fresco y a veces frío hálito del Dios Chaac surgía de las cuevas, grutas y cenotes, ascendía reptando como serpiente y formaba las nubes que proveían del agua necesaria para la subsistencia de la sociedad agrícola maya.
La luz hace visibles los colores y la mayoría de las formas, es gracias a la luz que encontramos la profundidad y descubrimos la disposición de los objetos y los seres que hacen sombras, pero la realidad última es que tanto esos seres y objetos, sus luces y sus sombras, así como la luz misma: son diferentes representaciones de energía.
Los pensamientos también son energía, de hecho, se alinean con gigantescas bandas energéticas de diferentes calidades e intensidades que fluyen en torno a nosotros. El tipo de relación que mantenemos con esas bandas energéticas modula nuestros pensamientos y en consecuencia, nuestra realidad; es un verdadero fenómeno de alquimia energética en el que "nuestra voluntad y nuestra actitud determinan nuestras acciones" de pilón, esta realidad "es invisible" lo que no debe sorprendernos porque los seres humanos ocupamos prácticamente la totalidad de nuestros pensamientos en las realidades alternativas e invisibles que se construyen progresivamente y día a día en nuestro pensamiento, apenas nos despertamos.
Cuando socializamos, los seres humanos compartimos "múltiples realidades invisibles que determinan la realidad tangible en común pero que cada uno percibe de manera diferente" y en esta trama participa un gran elenco de escritores e intérpretes aunque desconocemos al director, quizá se trate de una dirección colectiva, con certeza sabemos que los "Primeros Actores Invisibles" son: el amor, los deseos, la angustia, el rencor, la proyección mental de nuestro ser que realiza eventos a futuro, la culpa, la contradicción, la importancia personal, sentirse víctima, la compasión y el gandallismo.
Los Dioses Mayas se dibujan en los monumentos con luces y sombras, los seres humanos nos hacemos evidentes con nuestras luces y con nuestras sombras.
En esta semana, los días tendrán casi una duración igual a la de las noches, la unidad entre la luz y la sombra creará la Serpiente de Luz al atardecer del equinoccio. En tiempos de otros pensamientos, los seres que habitaron en Chichén Itzá encontraron que los días de los equinoccios correspondían a transformaciones vitales del clima que incidían en la agricultura, en las actividades humanas y en los ciclos reproductivos de plantas y animales; eso percibían las mentes de aquellos seres religiosos de luces y sombras, además, recordemos, construyeron magníficos monumentos en los que a esas fuerzas vitales y cíclicas, ofrecieron la vida y la sangre de otros seres humanos
En nuestros días en los que la sangre se transmite por televisión, nos percatamos que llegó el equinoccio de Primavera porque significa un día que no se laborará y se nombra a Benito Juárez, en el ámbito turístico repunta la ocupación hotelera, las propinas y el trabajo en general; existe también la opción de ver que son días en los que las condiciones son propicias para, al menos por un instante, recuperar el equilibrio entre lo insondable y lo real, lo imaginario y nuestra voluntad, al estilo maya, mirando al cielo y viendo el portal que existe entre la luz y la sombra.
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