viernes, 16 de abril de 2010

Emiliano y las Estrellas



Estaba un día guiando a un grupo de turistas italianos en la zona arqueológica de Tulum cuando… me quedé hablando con las piedras. En ocasiones me sucede que estoy bien inspirado explicando el pasado maya y los turistas se interesan por ir de compras, quejarse, criticar al vecino o darse un chapuzón; entonces, como las piedras ya saben lo que por ahí aconteció --y yo también—, esa mañana decidí refrescarme en las frescas aguas del Caribe.


En esas estaba, y desde el horizonte se aproximó un cangrejo montado en un coco que cantaba “Cuando calienta el sol, aquí en la playa…” ¡No puede ser! --me dije— ahí está mi maestro de astronomía el cangrejo Emiliano. 
Quihúbole mi estimado terrícola ¿qué andas haciendo por aquí? – Me preguntó Emiliano y contesté-- más bien ¡qué haces arriba de ese coco! Emiliano se colocó unos lentes para el sol y con actitud esquiva me dijo: los cocos, my friend, son una delicia, mira que es una pena que no los conocieron los mayas históricos ya que los trajeron los ingleses desde Polinesia al inicio del siglo XVI y, a éste, ya le hice un hoyo con un pedazo de lata de cerveza colombiana y de paso le inserté un popote que venia desde Honduras ¿oye? ¿Sabías  que un coco puede pasar hasta tres meses en el agua, llegar a una isla y germinar sin problemas? --Cuando iba a contestarle, Emiliano me interrumpió— pero... ¿qué vas a saber tú, si eres un soberano ignorante de las cosas que realmente vale la pena conocer! Espérate, espérate, no me subestimes – le dije, y Emiliano respondió—: mejor mantente callado porque luego me desilusionas.
Respiré profundo y respondí: ya párale ¿cual es tu pleito? A ti el coco te hace lo que a mí el Tequila. Emiliano dio un sorbo a su coco y continúo sin inmutarse: mira desperdicio evolutivo, el coco es una bebida de moderación, no te hagas la víctima y ubícate: eres un conglomerado de experiencias, nada más. 

Ni siquiera reconoces el privilegio de ser mexicano por nacimiento y se te olvida que por las noches puedes contemplar una bóveda celeste pletórica de estrellas y también las órbitas elípticas de los planetas.
Intrigado, le pregunté ¿y cómo son las estrellas? Emiliano se rascó con una pinza su cabeza y respondió: existen más estrellas en el universo que la suma de todos los granos de arena de todas las playas y de todos los desiertos del mundo; algunas estrellas las puedes ver con los ojos y los telescopios, pero la mayoría se encuentran detrás de la oscuridad… ante tal revelación, guardé silencio. 

Emiliano dio un sorbo a su coco y prosiguió: el cielo luminoso de cada noche, refleja el pasado de las estrellas, nebulosas, novas, galaxias, quasars, enanas blancas, supernovas, cometas, viento solar, planetas, enormes asteroides, basura estelar y agujeros negros; como quien dice, los eventos que en este preciso momento acontecen en nuestro universo, no los podemos ver… 

¿Me sigues o ahí nos vemos otro día? Me preguntó el canijo Emiliano – ¡continúa pues! Contesté—, los eventos intergalácticos viajan a la velocidad de la luz y las distintas ubicaciones de las estrellas en el cielo, no son las reales porque la luz de las estrellas nos llega torcida cuando atraviesan los 500 kilómetros de atmósfera que envuelven a nuestro planeta. Así que por las noches lo que ves no está donde lo ves y además muchas de las estrellas que ves ya no existen. 

¿Cómo que ya no existen, si las veo todas las noches? -le inquirí y Emiliano, con una de sus pinzas se acomodó sus lentes y de reojo me dijo-- Ay... de verdad que eres de lento aprendizaje...  ya me diste flojera, mejor me voy... no, espera Emiliano --le dije-- parece que el que tiene problemas con el ego eres tú y no yo... Emiliano soltó una carcajada y me respondió:  bueno... nada más te voy a seguir explicando porque luego vas de chismoso y escribes un artículo en el Por Esto! de Quintana Roo o en tu Blogg y tus lectores van a pensar que tienes razón, así que te aclaro que te voy a explicar por respeto a tus lectores porque si nada más fuera por ti, ya me hubiera ido... te digo que cuando ves las estrellas en cielo, las ves cierto,  pero no están donde las ves y además muchas de ellas, ya no existen pero su luz nos llega porque los espacios vacíos del universo son tan enormes que la luz viaja aunque ya la estrella no exista, como quien dice, cuando alzas la mirada al cosmos ves su pasado... ¿A poco crees que todo se limita a tu imaginación? ¡No cabe la menor duda de que eres un egocéntrico y de los peores! 

Oye Emiliano --le dije-- si estás tomando un coco, no te aceleres y dame chance, quiero aprender... Aich...  ¿quieres aprender o no tienes nada que hacer y estás aquí en lo que tus turistas regresan al autobús? De verdad quiero conocer cómo son las estrellas --le dije y Emiliano guardo silencio, dio un sorbo a su coco, volvió a guardar silencio y me dijo--: no es que esté pensando qué decirte sino que me acabo de dar cuenta de que el agua del coco se acabó... pero bien, nada más porque no tengo otra cosa que hacer te voy a platicar cómo son las estrellas, así que pon atención pequeño ego de luz concentrado en un cuerpo:
De entre las miles de millones de estrellas, una de las más cercanas es Próxima Centauri, situada a más de cuatro años luz de distancia, es un digno ejemplar de las estrellas llamadas enanas rojas y está relativamente fría, consecuentemente, entre más caliente es una estrella, más azul la vemos. 

Para medir a las otras estrellas, se toma como referencia las medidas del Sol, algunas supergigantes rojas, como Mu Cephei, mide 1000 veces el diámetro de nuestra estrella y cierra la bocota porque te puede entrar una mosca... jajajajaja... oh Emiliano, hoy si estás filoso -- le dije y contestó -- ¡No me interrumpas!

El Sol tiene una masa equivalente a 333.000 planetas Tierra y se necesitan 109 Tierras alineadas para cubrir todo su diámetro. Está  a 149.600.000 Km. de distancia de nuestros ojos y en su núcleo, la temperatura es como de 15.000.000 °C.  Su luz nos llega en 8 minutos y 31 segundos. 
Dentro de 4,5 mil millones de años, el Sol gastará su reserva de hidrógeno, se inflará para literalmente tragarse a Mercurio, Venus, la Tierra y a los futuros marcianos pero antes de llegar a Saturno, se contraerá críticamente para finalmente explotar, enfriarse y convertirse en una sencilla enana blanca. 
Una enorme ola nos  cubrió, el coco quedó volteado, el torcido popote hondureño flotaba sin rumbo ¡Emiliano, Emiliano! Le gritaba, busqué en el interior del coco y no lo hallé, de pronto se acercó una linda turista italiana que me preguntó sonriendo:
-- ¡¿Con quien hablas?!
-- Con Emi… No, con nadie, estaba buscando… Bueno,  mira…la verdad es que…  




2 comentarios:

  1. Estas historias me recuerdan que las curiosidades y buenos momentos en la vida estan marcados por las cos
    las pequeñas donde aprendes a lo grandee!!!!
    Emiliano es encantador, ojalá y lo encuentres de nuevo.....

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  2. Lo pequeño es hermoso y universal Piopas... muchas gracias por tus palabras y tus visitas... Emiliano me trae de bajada... pero aprendo mucho de él y ni modo... es lo que es... : )

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