martes, 9 de octubre de 2012

Ver, Ser y Estar en el Mundo Maya





El conocimiento que es necesidad de ver nace de una necesidad, la inmediata de tener que andar entre las cosas. 
Ortega y Gasset.

Para Rubén, Damien y Carlos.

Hace unos años y proveniente de las Montañas de Altai, el médico y maestro Biven Mamonta, vino en repetidas ocasiones a Cancún para dictar conferencias y dirigir talleres sobre la espiritualidad de aquellas lejanas tierras. En su primera visita procuré la difusión de su enseñanza ya que tenía referencia de ella y me parece extraordinaria. Lo que me causó conmoción fue que cobraba altas sumas de dinero para transmitirla, me gané una consulta gratis por la difusión que le brindé.

Me preguntó qué quieres saber y le comenté que quería encontrar un vehículo o una luz para comunicar a mis lectores que la mayoría de la gente seguía una distorsionada interpretación de lo que los mayas dijeron y pensaban sobre el 2012, me dijo entonces: “tú no tienes conocimiento, nada más posees información, observa a la gente lo que come y ve, basura --me dijo--, eso quiere la gente y eso hay que darles porque eso requieren…” como yo no deseaba basura,me levanté contrariado de su consulta y me alejé del grupo de meditación, también perdí una preciosa amistad y fui señalado como discordante social. El tiempo nos ha colocado a los dos en el lugar que labramos. El grupo de meditación de Cancún se desintegró después de penosos escándalos en Rusia.

A mi entender, los maestros monetarios estorban por condicionar dirigiendo. María Sambrano nos dice en su obra el Hombre y lo Divino… “hay una pasión por “ver”, que como pasión consume y devora; y que comporta la resistencia más valedera ante la realidad implacable” Delante a esa realidad he llegado a dos sencillas preguntas de las cuales se deriva toda interpretación de nuestra existencia ¿Qué es qué? Y ¿Quién es quien?

El chamanismo de la Toltequidad da prioridad al acto de “ver” y, delante a la realidad epigráfica e histórica maya, veo que los mayas no deseaban ningún cambio de conciencia, nunca lo dijeron ni lo dejaron escrito, tampoco previeron una renovación espiritual colectiva, ya que el contacto con lo sagrado en tiempos de los mayas históricos, era exclusivo de los linajes que gobernaron bajo los regímenes políticos de los Ahauob’ y Halach Uinicob’ . Su garante de Poder delante a sus vasallos, era precisamente la exclusividad que poseían para contactarse con lo sagrado a través de ritos de sangre.

Hoy, el contacto con lo divino se ha democratizado y grupos de diversas nacionalidades invocan la paz y la harmonía, buscan expander la expansión de la conciencia de una manera amorosa y generosa, invocan a la paz, a la concordia y a la comprensión; pronuncian palabras ajenas a su lengua materna delante a las Montañas Sagradas Mayas (pirámides) en las que antiguamente se sacrificaban víctimas humanas. Ellos ven lo que quieren ver y es su sagrado derecho, están donde suponen que estuvieron seres de armonía y luz, anhelan que la humanidad sea lo que nunca será, porque somos lo que somos por haber liquidado al enemigo y luego producir y compartir los alimentos de manera desigual.

La incongruencia histórica y filosófica se asume como verdad y hemos desaprovechado el interés mundial por un supuesto “cambio de conciencia” que hubiera redituado en una difusión turística sin precedentes ya que el final de un ciclo de la Cuenta Larga acontece cada 1 872 000 días. Se nos fue la claridad como agua de manantial entre las manos.

Anhelar, no significa que seamos congruentes ni que estemos donde nuestras capacidades, riquezas y oportunidades nos colocan. Qué es qué y quién es quien son las preguntas básicas que nos facilitan comprender a la condición humana.

En la naturaleza, no hay moral sino eventos, nuestros mayores los ritualizaron y nosotros los decoramos con adjetivos que nublan nuestro entendimiento.

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