domingo, 2 de junio de 2013

El Descubrimiento de El Relato de Xibalbá





En enero del año en curso, unos amigos periodistas me invitaron a conocer La Gruta de Xibalbá, situada en los alrededores de Kantunilkín, Quintana Roo. Me habían comentado que en anteriores visitas, los guías mayas les mostraron un conjunto de imágenes abstractas, rostros y jeroglíficos labrados en un muro situado en el fondo de la oquedad sagrada y deseaban que los estudiara para ubicarlos en el contexto histórico.

Los primeros guías que nos acompañaron no dieron con la oquedad y después de caminar varias horas, regresamos a Kantunilkín. Fue entonces cuando alguien de la expedición comentó “el que conoce bien dónde está la entrada es Carlos Poot” fuimos a su casa y por fortuna estaba desocupado, con su compañía llegamos rápidamente y nos percatamos que habíamos pasado en varias ocasiones por la entrada y no la vimos ya que el ingreso es una pequeña hendidura en la tierra.



PRIMER CONTACTO

Antes de descender, Carlos Poot  solicitó permiso en idioma maya para ingresar, luego cada uno de nosotros hizo lo propio según sus interpretaciones espirituales ya que cuando se desciende al Xibalbá, hay que hacerlo con respeto y con una finalidad específica. Carlos amarró una cuerda, descendimos unos cinco metros y llegamos a una pequeña plataforma, desde ahí se observa toda la Gruta que tiene la forma de un anfiteatro. Descendimos a pie unos 20 metros por una pendiente de 45 grados, nos guiábamos por el haz de luz de las lámparas sordas, encontramos una enorme piedra en el centro de la oquedad, aunque está inclinada, la parte superior es plana y encima hay otra piedra tallada como si fuera “un asiento”.

Después de un rato, nuestros ojos se acostumbraron a la falta de luz y empezaron a ver un poco más, Carlos Poot me dijo, ahí tienes las máscaras ¿dónde? –pregunté-- estás enfrente de ellas –me contestó Carlos--, iluminé con mi lámpara y observé unas fantásticas máscaras y un enorme rostro provisto de orejas de murciélago, giré para mi izquierda iluminando el muro y me percaté que los petrograbados continuaban a lo largo de unos 13 metros hasta llegar a un altar con un nicho. Debajo del altar, se encuentra el ojo de agua de un cenote en el que encontramos algunos peces.

Realizamos un registro fotográfico de los petroglifos y petrograbados,  el altar estaba cubierto de raíces de árboles que incrustándose entre las rocas excavaron 30 metros hasta llegar a la humedad que surge del cenote, aún así, se identificaba en el muro una vulva y cuatro montañas, también el cuerpo de un niño envuelto por una lengua de serpiente, me llamó la atención que su cabeza carecía de rostro.

Agradecimos a Carlos Poot que nos auxiliara a encontrar la Gruta de Xibalbá y regresamos a Cancún. Durante una semana estudié a fondo las improntas que capturamos en el interior de la cueva y  lo que estaba observando era realmente extraordinario ya que no se trataba de Jeroglíficos sino de Petroglifos, es decir, diseños anteriores a la escritura.




SECRETOS REVELADOS Y COMPARTIDOS

Regresé en varias ocasiones a la Gruta de Xibalbá-Pak Ch’en, tuve el placer de conocer a Don Juan Cab y a su distinguida familia, quienes son los dueños del terreno donde se ubica la gruta, platiqué con ellos sobre la trascendencia del contenido iconográfico y me comentaron que en anteriores ocasiones había ya visitado la cueva el Dr. Dominique Rissolo pero hacía muchos años que no había regresado; mi amigo arqueólogo subacuático y Explorador National Geographic, Guillermo de Anda, me comentó que existía un reporte del Dr. Rissolo que se encuentra el la Web, aquí el link  http://www.amcs-pubs.org/bul/bul12.pdf  y, al estudiarlo, me percaté que el Dr. Rissolo había realizado un estudio de los tiestos que encontró y por la clasificación de estilos de cerámica, concluyó que la Gruta de Xibalbá-Pak Ch’en fue ocupada desde el año 700 a. C hasta el 600 d.C.  Su atención estuvo concentrada en un “reporte físico” del lugar, midió la dimensión de la oquedad pero los petroglifos que registró en su reporte no son muy claros, de hecho, únicamente publicó 3 dibujos muy generales y sin detalle.

Durante 5 meses he realizado un estudio iconográfico y gracias a que mi amigo Carlos Poot liberó con sumo cuidado las raíces que cubrían el altar, pude reconocer el sentido ritual de aquellas imágenes. Algunas semanas después conocí al promotor cultural de Kantunilkín, Germán Pool, con quien intercambié criterios e información; descendimos en varias ocasiones a la Gruta de Xibalbá-Pak Ch’en y Pool concuerda con mi conclusión: Es un “Relato Mitológico Chamánico Olmeca”.

He descubierto que son cinco escenas interrelacionadas entre sí, forman un discurso unitario: cuatro están en el muro y una en la Piedra de Poder, tres son figurativas y dos abstractas-simbólicas; se lee de derecha a izquierda. Es un Relato Mitológico que narra rituales chamánicos que realizaron Hombres de Conocimiento de origen olmeca en una cueva maya. Así de fuerte y contundente.

CONTENIDO RITUAL

La Escena I, situada en el extremo izquierdo de la oquedad, presenta primero el ámbito humano y después de una cascada de estalactitas pegada al muro, inicia el ámbito divino. En la parte humana, dos individuos, un adulto y un niño, realizan alabanzas de agradecimiento delante a una cueva de la que surge el símbolo del agua, llevan ofrendas y pareciera que danzan, la creatura lleva una especie de muñeco entre las manos con sombrero de pastelitos colocados uno sobre el otro. Al pasar la cascada de estalactitas aparece uno de los descubrimientos más importantes, se trata de una de las más arcaicas –sino que la primera—representación de la Serpiente Emplumada Voladora que todas las culturas precolombinas veneraron y que conocemos como Quetzalcoatl, Kukulkán o Waxaklahun Ubah’ Chan (las 18 imágenes de la serpiente). La serpiente desciende realizando una contorsión y su rostro principal (tiene varios) es definitivamente de origen olmeca, está custodiado por un guerrero y una cuenta de jade; se comunica con varios wayob’ (naguales o coesencias) que surgen de la cola de un reptil. En ésta escena aparece también un rostro triangular que en primera instancia ubiqué por sus características somáticas como de origen teotihuacano y será motivo de gran polémica los próximos años; la cronología oficial evidencia como imposible que sea de origen teotihuacano, pero ahí está, 600 años antes de Teotihuacan, dos interpretaciones: Mesoamérica fue un coctel de civilizaciones emparentadas o se trata de una representación estilizada de una hacha, quizá las dos opciones sean válidas.  Recientemente descubrí que la máscara se fractura en su costado derecho y como si fuera una caja de sorpresas, de ella surgen otras máscaras, un jaguar, el número 9 y más hachas.



La Escena II tiene a un personaje que pareciera coloidal, como una gelatina que se desplaza por el Xibalbá, sostiene un especie de cola de reptil entre sus manos, de ella surgen los wayob’ que se comunican con la Serpiente Emplumada Voladora. Junto a la entidad coloidal se encuentran los glifos de la palabra y el movimiento, destaca la presencia de “hachas” (un elemento religioso importantísimo para los olmecas) colocadas en relieve y bajo relieve, una oquedad en el muro fue incorporada al diseño.

La Escena III es abstracta, considero que es un espacio de transición discursiva, destaca la presencia de un triángulo en la parte superior y nuevamente aparecen los glifos de la palabra y del movimiento además de los que simbolizan al aire y a la lluvia.

La Escena IV se ubica arriba del ojo de agua del cenote y contiene un altar. Hay vestigios de que escurrían líquidos desde su interior --a mi entender sangre y copal-- habría que realizar pruebas para confirmarlo. El altar se compone de 4 serpientes, aparecen las fauces de una de ella, extiende su lengua para envolver a un niño de características olmecas pero sin rostro, arriba, un grupo de individuos danza junto a un fuego ritual, uno de ellos se desprende del grupo y salta hacia la cabeza sin rostro del niño de características olmecas. En la cornisa pétrea situada debajo del niño, una máscara invertida, en bajo relieve, nos recuerda la intención de los chamanes de transgredir nuestra realidad consciente y esa máscara invertida es un Portal para ingresar a la otredad.  Debajo de la máscara, aparece el dibujo de las Cuatro Montañas de la Creación y una vulva que simboliza la Creación y la fertilidad.

La Escena V es realmente espectacular, se localiza en el costado derecho de la Piedra de Poder ubicada delante al cenote. Dos chamanes con evidentes características olmecas realizan Actos de Poder, el primero abraza una lengua bífida y su cuello se alarga como el de las tortugas, entonces su cabeza aparece inmersa en un campo energético. El segundo chamán lleva un antifaz y estuvo pintado de negro según revelan los rastros de pintura, está sentado en un trono en forma de T (símbolo del viento) decorado con plumas y grabados. Su zona genital está resaltada en rojo con un símbolo que nos recuerda a los grabados que encontramos en algunos de los llamados “Danzantes de Monte Albán”, su brazo izquierdo se transfigura en una serpiente que después de una contorsión se eleva al cielo y el brazo derecho está fracturado, de la fractura surgen filamentos energéticos que se unen con su way o nagual que acecha arriba de su cabeza y tiene un rostro y cola de jaguar.



ESPEJOS

Estos apuntes sobre mi investigación del contenido ritual de El Relato de Xibalbá resultan ser novedosos e inquietantes, constatamos el origen chamánico de la Religión de los mayas históricos, ubicamos rituales y tradiciones que tienen su origen en las Culturas Boreales que existieron hace 14 mil años en el Hemisferio Norte, encontramos un bagaje cultural que compartieron olmecas y mayas, reconocemos los espacios sagrados donde los seres humanos comulgaban con las entidades divinas del Xibalbá.

Cuando la evidencia conduzca a reconocer mi descubrimiento, se abrirán nuevos espacios de investigación para comprender el proceso de transición cultural, religiosa y política entre los pueblos olmecas y los pueblos mayas. La directora del INAH en Quintana Roo, Adriana Velázquez, sin conocer la Gruta de Xibalbá-Pak Ch’en y sin haber leído mi informe preliminar, se apresuró a comentar a la prensa que “estoy exagerando y especulando” aquí el link: http://noticaribe.com.mx/2013/03/06/discrepa-inah-sobre-teoria-de-la-presencia-olmeca-en-qr-antes-que-los-mayas/  Adriana solicitó que diera una prueba de la antigüedad (700 a.C) cuando no fui yo quien lo afirmó sino el estudio del Dr. Rissolo. Su informe se puede consultar en la Web, en párrafos arriba está el link. Invité a Adriana y a los investigadores del INAH a que asistieran a una conferencia que recientemente dicté en la Casa de la Cultura de Cancún sobre El Relato de Xibalbá para compartir y profundizar en mi descubrimiento pero infortunadamente no asistió ningún representante del INAH.

Queridas lectoras, estimado lectores, es un honor compartir el conocimiento que nos pertenece a todos por igual y, ello es posible, gracias a la generosidad de Don Juan Cab, de su apreciada familia, de Carlos Poot, de Germán Pool y del Consejo Supremo Maya de Kantunilkín a quienes les envió un cordial saludo y mi gratitud.

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